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domingo, 28 de octubre de 2012

Real Mallorca 0 Real Madrid 5. Manita sin relato


Lo normal es que el Madrid encuentre en sus salidas ambientes irrespirables y presiones de alto voltaje. En Mallorca, sin embargo, no hubo más emboscada que unos cuantos gritos contra CR7, poca cosa para oponer a un equipo desatado, veloz y ambicioso. Goleó el Madrid en tierras baleares como consecuencia de un juego vertical que castigaba cada recuperación con una cuchillada mortal. Los blancos eran un estilete y los bermellones mantequilla derretida. El resultado final fue 0-5 pero el revolcón pudo ser mucho más salvaje. 
Todo empezó con un mal despeje de Anderson, regalo excelente para Higuaín que, oportunista y letal, fusiló a Aouate. El segundo vino de un robo en la salida de la pelota del Mallorca y una asociación posterior que pareció un brillante ejercicio de asociaciones de una avanzadilla de rugby. Casi como un acordeón que se abría, la pelota pasó de Özil a Di María, de éste a Higuaín y del Pipa a Cristiano. Y éste puso la rúbrica con un derechazo seco a la base del palo. Golazo.
Algunas imprecisiones de Xabi Alonso y mucho juego áreo bermellón fue la pobre apuesta que pusieron los locales sobre el tapete. Poco, casi nada. De hecho solo inquietó en un centro envenenado de Nsue que Casillas sacó a córner con la yema de los dedos. El tono general era de placidez para los de la camiseta blanca, serenos en el ritmo que imponía Modric, mucho más entonado que en la eléctrica velada alemana de hace unas noches. 
La historia del segundo tiempo fue la misma y las crónicas solo pueden sonar a tecleo desganado por un monólogo sin demasiado misterio. La tranquilidad de los goles, marcados de nuevo por Higuaín y por Cristiano en dos ráfagas fugaces, permitió la entrada de Callejón, Morata y Albiol, este último de mediocentro y en sustitución de un Xabi con visibles gestos de andar contracturado. Solo quedaba por ver una excelente maniobra de Morata, que habilitó a Özil para que asistiera a Callejón para el quinto. Y fin. 
Tan escaso anduvo de sustancia dramática el argumento que este relato solo podía ser breve y soso. 
Ustedes disculpen.

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jueves, 25 de octubre de 2012

Borussia Dortmund 2 Real Madrid 1. Maldición eterna


Perdió el Madrid en Alemania y ya van demasiadas. La maldición se prolonga tanto que parece una condena a perpetuidad, esta vez fortalecida por el Borussia Dortmund, campeón germano y equipo serio que tampoco necesitó un alarde de virtuosismo para doblejar a su lujoso visitante. Hincó la rodilla el equipo de Mou -quien no había perdido todavía con los blancos en fase de grupos europea- víctima de sus errores defensivos y de una falta de profundidad en ataque que le impidió generar oportunidades de gol. Menos mal que perdió el City en Amsterdam y que el resbalón propio tiene remedio si se ganan los dos envites que quedan en el Bernabéu. 
A la luz de lo visto ayer se hace tan urgente la recuperación de los lesionados como dramático el crecimiento del número de heridos. De momento, se confirmó la precipitación en el regreso de Khedira, hombre de confianza del entrenador que recayó en su lesión muscular sin haber llegado al minuto 20. Su lugar lo ocupó Modric y el bloque no ganó tanto en ataque como perdió en fortaleza. Los germanos a esas alturas ya habían vencido en el establecimiento del tono de la disputa, basado en una presión constante y en un ritmo sin decadencias. Y en eso Khedira mejora de largo las prestaciones del croata, superado en oleadas cada vez que tocaba volver. 
Además, Essien sufrió lo que no padeció en Liga frente al Celta. Su conversión en lateral izquierdo es un remedio circunstancial, por lo que a medida que se prolonga genera más opciones para el rival a poco inteligente que éste sea. Sufrió tanto como sus compañeros del centro de la zaga, pues Pepe y Varane son dos excelentes defensas pero de un corte muy similar. Especialmente el portugués se enredó en la salida de la pelota y fracasó en numerosos pases. Uno de ellos fue letal y supuso el 1-0, certificado por Lewandowsky, uno de esos delanteros que agradece todos los regalos. 
La única buena noticia fue la capacidad de reacción demostrada ante ese bofetón. No se habían apagado los ecos de la celebración cuando el intermitente Özil le dio un pase largo a Cristiano, que unió velocidad y precisión para batir por arriba a Weidenfeller. Lo celebró el portugués con ese gesto de calma que popularizó en el Nou Camp. Pero la noche no estaba para tranquilidades. 
El Borussia no alteró sus planes en ningún momento. Apremiado por un estadio coqueto y empujado por un ambiente de una calidez con la que muchos madridistas sueñan para su gélido templo de La Castellana, la escuadra amarilla mantuvo la fe. La mantuvo incluso durante el escaso rato en el que, recién iniciada la segunda parte, Benzema entró un poco más en juego y activó levemente a sus colegas. Durante diez minutos el Madrid pareció algo más y merodeó el área rival. No obstante, fue entonces cuando llegó el mazazo del 2-1, en un centro colgado desde el costado que defendía Essien y que Casillas despejó de forma un poco blanda. El rechace lo aprovechó Schmeizer para marcar con la zurda con algo de fortuna. 
La acción empañó levemente la actuación del portero de Móstoles, que tuvo bastante trabajo y que lo despachó esta vez con seguridad. Fue exigido al menos tres veces, una de ellas con evidente peligro. El Dortmund tocaba bien, sin adornos, aunque por encima de todo demostraba una disciplina muy rigurosa que desactivó a los jugadores blancos. Ni Di María, el más participativo, ni Cristiano, estrechamente vigilado, sorprendían por las bandas. Benzema y después Higuaín apenas entraban en juego. Xabi Alonso y Modric vivían agobiados. Y Özil estaba asediado de oponentes cada vez que recibía de espaldas, por lo que no podía darse la vuelta. 
Gracias a su disposición táctica y a su rigor físico el Borussia parecía dsiputar el duelo con más de once. Enfrente, una defensa de circunstancias. Esa diferencia fue decisiva en un encuentro igualado y decantado por la leve superioridad que los alemanes demostraron en las facetas más aguerridas del juego. Mientras la enfermería siga tan cargada parece que toca sufrir y quién sabe si después también. Ahora corresponde saber si los circunstanciales remedios son suficientes para la Liga. Después tocará arreglar el problema europeo, que de momento se queda en un aviso a navegantes y en trauma alemán.

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@michihuerta

sábado, 20 de octubre de 2012

Real Madrid 2 Celta de Vigo 0. Testigo de la victoria


La crónica es un género periodístico que no admite la primera persona, pero como esto es un blog y no hay más redactor-jefe que el menda, vulneraré las reglas. He estado en el Bernabéu, circunstancia tan especial y con tanto significado para mí que lo he tenido que traducir en palabras en Bernabéu Digital, la otra casa madridista que acoge los prescindibles resultados de mis tecleos. Aquí está el resultado, que me gustaría que se leyera, sobre todo por aquellos que visitan el recinto sagrado de la Castellana de cuando en cuando. Punto y final a la confesión de arranque. Con perdón. 
En el campo, el sentido profundo del fútbol se entiende mucho mejor. Incluso en un partido tan poco pródigo en detalles como el Madrid-Celta, disputado entre la calculadora de esfuerzos de los locales y el temor por una goleada de los humildes visitantes. La cosa anduvo escasita de ritmo. Los hechos, a menudo irrelevantes, transcurrieron a velocidad de crucero, con cierta atonía. El desenlace numérico, 2-0, se resolvió por pura inercia, ya que por la vía administrativa los blancos acertaron en un par de la media docena de ocasiones que generaron. 
Como el significado del juego se aprecia de forma más exacta cuando se mira desde la grada, era obvio durante la primera parte que la acumulación de Alonso, Modric, Özil y Kaká generó un serio atasco por el centro. Para muchos la alineación sonaba a música celestial. Juntar a tanto jugón dio la posesión pero, al mismo tiempo, la tornó esteril. El cuarteto buscaba la pelota aunque jamás por los costados. La espesura se adueñó de la faceta ofensiva y los celtiñas eran felices sacándose la pelota de encima. Podría argumentarse que el temprano gol de Higuaín, fruto de un centro que se fue envenenando diabólicamente, contribuyó a que los 22 que había en el césped se dedicaran a dejarse llevar. 
Con todo, acumuló alguna oportunidad más el Madrid, sobre todo en las cabezas de Sergio Ramos y de Cristiano. Pero llegó el descanso entre bostezos, con el personal obligado a detenerse en el aseado rendimiento de Essien, lateral izquierdo de circunstancias. Y en la seguridad de Varane, un chaval con pinta de proyecto imponente por su mezcla de sobriedad, rapidez y contundencia. 
La segunda parte trajo un escenario semejante aunque más riesgo en el área de Sergio Álvarez. Tambien mandaban los detalles. Mou dio entrada a Di María y el terreno pareció ensancharse. Cristiano acumuló intentos, especialmente un cabezazo a escasos metros de la portería que se marchó fuera. Poco después acertó desde los once metros, al ejecutar un penalti forzado por Özil en una internada en la que escondió hábilmente la pelota. El 2-0 tenía pinta definitiva y lo fue. Pudo aumentar los guarismos Callejón, que nada más entrar tocó el balón para mandarlo besando el palo tras quedarse absolutamente solo ante el guardameta. 
Hubo poco más. Lo más destacable desde la privilegiada atalaya del lugar de los hechos fue el rendimiento de Modric, que tiene bastante más cuajo físico del que aparenta y que interceptó un ramillete importante de pelotas al rival. Y la actuación de Pepe, un defensa espectacular, con una intuición privilegiada que acompaña con dosis inacabables de velocidad, colocación y fortaleza. Si alguien le hubiera grabado un video durante los noventa minutos habría registrado una lección magistral de zaguero central. Pero hay poca curiosidad audiovisual, maldita sea. En eso quedó el Madrid-Celta. 
En eso y en lo de Casillas, que tuvo una cantada estruendosa en un balón colgado y que después sacó dos manos salvadoras en los dos únicos arreones serios de los vigueses. La gente discutía entre sí a propósito del cancerbero. También a la salida, cuando la peña se perdía por las venas de la capital. Iker es uno de los grandes debates. Y siempre es grato discutir sobre fútbol en un sitio de leyenda que se llama 'Estadio Santiago Bernabéu'.

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domingo, 7 de octubre de 2012

F.C. Barcelona 2 Real Madrid 2. Dependencia de dos cracks


Empataron a todo Barça y Madrid en el Clásico de la política. Las crónicas solo deberían hablar de deporte pero el ambiente se había caldeado de forma irresponsable mucho antes por una institución cuya doble moral parece un signo histórico. Los seguidores culés del territorio español tuvieron que soportar las reclamaciones de independencia -independencia de ellos como de los demás, claro- en el prólogo y durante un minuto de presunto significado histórico. En su derecho están los ciudadanos que hacen esas reclamaciones, incluso cuando las manifiestan en el contexto de una competición que es símbolo de aquello de lo que se quieren separar. Esas paradojas contaminaron lo que debería ser solo un partido fútbol, en teoría el mejor que se puede ver, con los dos jugadores más carismáticos del planeta coincidiendo en el mismo espacio. Messi y Cristiano, Cristiano y Messi, demostraron la dependencia que sus equipos tienen de ellos para desequilibrar. Los dos certificaron por partida doble unas tablas que se antojan justas.
Pasados 45 minutos, la única realidad que contaba es que el Madrid había acumulado tres ocasiones claras y había convertido una. Y el Barça, incapaz de generar una sola oportunidad, llevaba el mismo número de goles. El dividendo era injusto, una pequeña catástrofe. Sin haber impartido una lección magistral, los visitantes habían superado a su lujoso oponente, sobre todo hasta que llegó el accidente del empate. Antes habían convertido las ofensivas culés en una madeja, un lío, un barullo. Fruto de la impotencia de los otros, los lances merengues adquirían un aire peligroso cada vez que había un robo de pelota. 
El primer uy llegó en un saque de esquina que remató Sergio Ramos fuera por muy poco. Después marcó Cristiano, fruto de una combinación rápida que acabó en su pie izquierdo. Con él batió a Valdés mediante un trallazo seco. Volvió a pedir calma, quizás por la costumbre de golear durante seis clásicos consecutivos. El Barça acusó el mazazo y el Madrid perdonó. La involuntaria clemencia tuvo la firma de Benzema, que disparó a la madera cuando habitaba en soledad los terrenos del punto de penalti. Por si fuera poco, la desgracia la prolongó Di María, que llegó forzado al rechace de la acción y apenas la rozó para echarla lejos del marco. Lo siguiente fue todavía más desgraciado: Pepe saltó malamente dentro de su área y dejó solo a Messi, que aprovechó el regalo. 
De rebote y tras un enredo igualó el guarismo el astro argentino. A partir de ahí apenas hubo más que tensión y electricidad. Los líderes siguieron espesos y los vigentes campeones se dolieron de los regalos que habían protagonizado tanto en la vanguardia como atrás. Como consecuencia se inauguró un largo y anodino pasaje, del que solo se salió con la lesión de Alves y con una entrada feísima de Pedro sobre Ramos que bien pudo tener la sanción que merecen las entradas catalagodas bajo el epígrafe "juego brusco grave". Solo fue amarilla. 
Cierto es que Xabi Alonso pudo ver en un par de entradas la segunda tarjeta tras la reanudación. No sufrió el castigo por mucho que Xavi, el capitán azulgrana y compañero de la selección, lo reclamara por activa y muy por activa. Si un árbitro es justo por su reparto de aciertos y errores, Delgado Ferreiro lo fue. Se le reclamaron dos penaltis, uno a Özil y otro a Iniesta en sendas acciones igual de dudosas. Hasta en eso hubo igualdad. 
A difundir esa sensación de equilibrio colaboró la leve superioridad culé en la última media hora. Los visitantes estuvieron más tímidos y, sobre todo, cometieron faltas ingenuas cerca de la frontal, toda una invitación al peligro. Una de ellas la embocó Messi con una rosca sensacional. Pero los blancos tenían a Cristiano, aunque maltrecho en su hombro por una chilena que le salió mal. El luso aprovechó una asistencia de Özil, irregular aunque brillante en un par de destellos, para ver el envite de su enemigo en todos los parabienes particulares. 2-2.
El marcador ya no se movería. Ni Higuaín, un poco torpón en los minutos de que dispuso, ni Montoya, que disparó al larguero con el tiempo casi acabado, decantaron el asunto. Al Madrid se le había escapado una oportunidad si se mira que la defensa que tenía enfrente la formaban el lateral canterano, Adriano y Mascherano, todos ellos bomberos ocasionales destinados a apaciguar un fuego muy comprometedor. Pero, al mismo tiempo, los chicos dirigidos por Mourinho también sembraron de dudas el Nou Camp, un estadio en el que ganar resulta harto difícil. Los ocho puntos de distancia se mantienen y son un mundo, aunque no insalvable por lo mucho que resta. Eso sí, el Barcelona depende de sí mismo para ganar la competición de un lugar del que la mayoría de sus socios no quiere depender. Depende. Todo depende.

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@michihuerta

miércoles, 3 de octubre de 2012

Ajax 1 Real Madrid 4. Plácida goleada


Alisó el Madrid el camino hacia el Clásico en un escenario de feliz recuerdo y con una goleada. No es el Ajax el equipo lúdico y vistoso de hace décadas. No lo es desde hace tiempo, por lo que es lógico que el 'rey de Europa' se dé un homenaje últimamente cada vez que visita su espectacular estadio. La segunda jornada de la liguilla de Champions deparó un pequeño banquete, cocinado con un fuego ágil aunque algo discontinuo. El menú incluyó otro triplete goleador de Cristiano, que vuelve a estar canino. Solo quedó como regusto el enésimo error de Casillas, legendario portero que se encuentra, de lejos, en el momento más bajo de su carrera. 
Una pésima salida en un saque de esquina sirvió para inquietar con un 1-2 el resultado final. Antes los visitantes habían sido superiores, incluso con una nómina de lujosas ausencias en el once inicial. Si no ser titular equivale a un severo castigo -y según la gloriosa prensa deportiva ése es el canon- Mou está ahora enfurecido -y viceversa- con Khedira, Di María, Özil, Modric e Higuain. Vamos, que los creativos culebroneros pueden sacar 100 capítulos más si así lo desean, que tarde o temprano lo desearán.
Los que escucharon el himno de la Champions fueron Kaká, Essien y Callejón. Uno, espectacular. El segundo, aseado. El tercero, irrelevante. Llama la atención el estado de forma del brasileño, que dejó una actuación sobresaliente en casi todo, pero especialmente en pases y asistencias. Una de ellas sirvió para que Benzema marcara el 0-2 en la segunda mitad con una media chilena espectacular. El francés, muy participativo y dinámico, ampliaba lo que había inagurado Cristiano hacia el minuto 40 de encuentro. 
Durante la primera mitad solo faltó el gol, pues las llegadas fueron tan variadas como evidentes. Casi todos lo intentaron y casi todos lo hicieron contra el muñeco. Solo CR7 aprovechó un balón suelto para acertar a placer con la diana, cosa que repitió para matar los nervios con el 1-3 y con el 1-4 en dos acciones de una soberbia rematadora incuestionable. Enfila el crack portugués el envite del Nou Camp con la mira telescópica en su sitio, razón por la que la cojera con la que abandonó el terreno de juego tras el pitido final resultara un tanto inquietante.
Él fue quien repuso la serenidad hurtada por la lastimosa acción de Casillas, que abrió diez minutos de suspense que animaron a los holandeses, hasta el punto de se acercaron al empate. Las tablas sin embargo no llegaron porque, sencillamente, hay un mundo que separa a unos y a otros. El 'grupo de la muerte' parece despejarse para el Madrid, que se va con seis puntos a sus duelos contra el campeón de Alemania. Aunque eso llegará después de saber si la Liga se marcha al limbo tras el Clásico del domingo.

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@michihuerta