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sábado, 30 de marzo de 2013

Real Zaragoza 1 Real Madrid 1. Dolor de muelas

La lesión en el dedo exige, por desgracia, un periodo de baja más prolongado del previsto. Puedo escribir textos breves y con bastante incomodidad, por lo que mantendremos el formato videoblog hasta que quede todo solucionado.
Disculpad las molestias... y mis pesadeces audiovisuales.
Ahí vamos.



domingo, 17 de marzo de 2013

Real Madrid 5 Real Mallorca 2. Tormenta de talento

Comentario audiovisual del partido por razones que se explican en el vídeo.
Se agradece vuestra comprensión.
Por cierto, aunque parece haber una contradicción entre la mano que enseño y la que menciono no es fruto de la dislexia sino de un efecto perverso de la webcam.
¡Hasta pronto!








domingo, 10 de marzo de 2013

Celta 1 Real Madrid 2. Vaivén sin delantero


Venía el Madrid de quince días de abismo y subidón cuando le tocó un partido a campo abierto, bajo la impetuosa lluvia y contra un Celta encomiable. Tiene su mérito engancharse emocionalmente a la única competición que queda a años luz y encarar a un oponente que atesora semejante fe. Acabó la cita en victoria aunque pudo ser cualquier otra cosa. Con un tono descontrolado, abundancia de errores e inspiración de los porteros solo un factor desequilibró la balanza: Cristiano, que acumuló otro par de dianas, si bien esta vez nacieron de un rechace y de un penalti. 
Cualquier resumen televisivo de las ocasiones del Celta-Madrid durará, por lo menos, cinco minutos. Las hubo de todos los colores imaginables, si bien, y en el colmo de la paradoja, los goles llegaron como consecuencia de varios enredos. En uno de ellos, ya metidos en el segundo tiempo, marcó CR7 a puerta vacía. Pronto neutralizaron los gallegos la ventaja, pues siempre que fueron perdiendo superaron a su lujoso visitante. Pepe intentó tapar un tiro a bocajarro y la trayectoria envenenada del esférico venció al inspirado López. Menos mal que Kaká forzó un derribo de Varas dentro del área y que Ronaldo pateó desde el punto fatídico, con aplomo, al fondo de la red. El resultado ya no se alteraría, aunque no sería porque no estuvo, como casi todo el partido, muy cerca de la raya definitiva.
De hecho, que la primera parte acabara a ceros fue un atentado contra cualquier cálculo de probabilidades. El balón coqueteó con las mallas en tantas ocasiones que solo algún motivo esotérico podría explicar que no las acabara besando. La hipótesis roza lo sobrenatural sin olvidar los guantes, claro. Durante los minutos de arranque, con los locales muy motivados, a Diego López se le acumuló el trabajo. Prolongó el guardameta el estado de gracia que demostró en Manchester y mantuvo cerrado el camino a la gloria ajena. 
Y es que el Celta planteó el duelo con una apuesta que comportaba sus riesgos: al principio le salió bien, pues su adelantadísima zaga provocó un fuera de juego tras otro de los merengues. Sin embargo, pasaron los minutos y los visitantes encontraron las espaldas celtiñas. Comenzó entonces una fase abrumadora de aproximaciones que también se toparon con una respuesta brillante bajo los palos. Javi Varas sacó las manos y los pies para evitar que marcaran Benzema, Callejón y Marcelo, los tres en situación muy ventajosa. Además, participó en el festival el larguero cuando CR7 apareció para cabecear a un metro del marco. 
Muchas ocasiones y un juego que fue de menos a más caracterizó al Madrid durante los 45 de inicio, con Modric demostrando una vez más de organizador que donde hace de veras hace daño es unos metros más avanzado. Volvió Marcelo a la titularidad y lo hizo en una forma estimable, con capacidad de desborde y de asociación. Solo los titubeos iniciales del ocasional Albiol y la nadería de Callejón rebajaron el tono general, aceptable si se tiene en cuenta el subidón emocional de Copa y Champions. 
En la reanudación entró Xabi por Khedira y durante un rato se dio un festín de pases en largo. El Madrid apretaba y, tras una incursión peligrosa de Marcelo, llegó el trío que habitó el marcador. Sin embargo, tras el penalti firmado por CR7 el Celta volvió a venirse arriba y causó un padecimiento excesivo. Debió empatar, aunque fuera por pura pujanza y cierta dejadez madridista. Diego volvió a impedirlo en una ocasión, igual que antes Albiol, que fue a más, salvó el único error que su colega bajo los palos tuvo en la noche viguesa. 
Insistió tanto el once celeste que Essien casi emula a Pepe en un rechace. Por si fuera poco, la madera escupió un remate franco de Park, que la grada festejó por anticipado. Un acoso, o sea, aunque no es menos cierto que Higuaín pudo acabar con todo misterio en un contragolpe que finalizó a puerta vacía pero que acabó fuera. Poco después, Varas le sacó otro mano a mano clarísimo. Qué les pasa a Benzema y al Pipa esta temporada es un misterio, pero el caso es que si este Madrid jugara con delantero centro sería la releche. Y como no lo hace, sufre más de la cuenta. 

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@michihuerta


martes, 5 de marzo de 2013

Manchester United 1 Real Madrid 2. Roja para la gloria


Pasar sin merecerlo. Pero pasar. Adquirió el pasaporte el Madrid en una noche en la que acumulaba una presión brutal, con casi toda la temporada por justificarse en 90 minutos. Y pinta tuvo durante una hora de que se le iba la vida por la inteligencia del rival y las incapacidades propias. Entonces sucedió lo inesperado. Una injusta expulsión del tal Cakir a Nani por una fea entrada sobre Arbeloa cambió el paisaje. La decisión, con 1-0 en contra y el juego enquistado, abrió varios minutos para un cambio radical de escenario. En breves minutos apareció Modric para marcar un soberbio gol que igualaba las cifras globales y  poco después Cristiano para lo que parecía el cierre de la eliminatoria.
Una eliminatoria que los madridistas no merecieron pasar porque durante la mayor parte de estos octavos europeos se jugó a lo que Ferguson quiso. Por esa razón, el peso de la decisión arbitral resultó mayor si cabe, si bien es cierto que hace tanto que el Madrid no es claramente beneficiado en una cita de las gordas que uno puede perderse en lo más profundo del pozo del pasado. Es más, la equivocación tuvo el contrapeso de un penalti por manos de Rafael y un fuera de juego no señalado a Van Persie en el gol del United. Por lo demás, de golpes de suerte y de pases accidentales están las vitrinas del planeta fútbol llenas. El sueño de "la Décima" sigue vivo. 
Eso es así gracias también al mérito de algunos de sus jugadores. Uno de ellos fue, sin duda, Modric. El croata de los 40 kilos saltó al césped en la segunda mitad y con el equipo metido en un marrón bastante serio. Pidió la pelota, la cosió al pie y puso el criterio que le había faltado a todos sus colegas, incluidos Kaká y Özil. Su tanto fue fruto de una operación pletórica de técnica, con un recorte y un disparo preciso y potente desde fuera del área. El alivio que aparejó fue mayúsculo, hasta el punto de que los visitantes se montaron sobre la ola favorable que llevó consigo. De pronto, pareció que el sufrimiento terminaba con una triangulación en la que Özil dejó su único destello de la noche con un taconazo magistral que habilitó a Higuaín. En el segundo palo apareció Cristiano para anotar el gol de la gloria, que no celebró en respuesta a la ejemplar conducta de un público excepcional en un estadio que tiene bien ganado su carácter legendario. 
El madridismo estalló de alegría, aunque lo que vino después fue una inseguridad preocupante. Con superioridad numérica y espacios abiertos el Madrid pudo matar con el tercero, eso es verdad. El punto y final pudo llegar con Cristiano en varias contras o con Kaká en un disparo que tras un tropiezo murió en el poste. Pero, incomprensiblemente, los pupilos de Mou no supieron cerrar las vías de penetración a un Manchester que murió en el campo con una vergüenza épica. De hecho, se repusieron de todas las contrariedades y sumaron hasta tres o cuatro aproximaciones de peligro real. 
No fueron, sin embargo, capaces de materializar ninguna. Entre otras razones porque se chocaron con un muro llamado Diego y apellidado López. El canterano se agigantó cuando más lo necesitaron los suyos y sacó un par de manos milagrosas que mantuvieron a los ingleses a la distancia de seguridad de las dos dianas que necesitaban para su particular gesta. Solo el guardameta se interpuso en ese ascenso hacia una cima ya imposible, pues sus compañeros cedieron todos los espacios imaginables y titubearon, especialmente Xabi Alonso, en un duelo en el que casi todos estuvieron por debajo de su nivel. 
Desde luego así había sido hasta el empate de Modric. Espeso, torpe y lento, los de verde sumaban eternos minutos sin merodear el área de De Gea. Los de rojo, sin embargo, recitaban la lección de Ferguson al dedillo. El veterano técnico supo jugar sus bazas, en general, mejor que Mourinho, a quien por contra hay que darle la reacción de los cambios como un acierto táctico con gran incidencia en el desenlace. Hasta entonces, sin embargo, el plan que se impuso fue el ideado por el escocés. 
El asunto puede describirse, por enésima vez, apelando a la ausencia de circulaciones rápidas en un lado y recordando las contras de vértigo en el otro. No generó muchas ocasiones el Manchester pero pisó mucho más las inmediaciones de Diego López que al contrario. En una de esas hubo un córner que terminó en el palo del gallego y, ya comenzada la segunda parte, una acumulación de absurdas decisiones de los miembros de la zaga madridista acabó con el gol en propia puerta de Ramos. 
En esa acción falló hasta Varane, que en general estuvo bien y que fue de los pocos que mantuvo el tipo. Lo mejor que puede decirse de los demás -y no es poco- es que se comportaron con innegable coraje competitivo durante el rato posterior al punto de giro del relato, tras la polémica expulsión, Con todo, evidenciaron que tienen un margen de mejora importante por delante. Tendrá que apelar a él Mourinho, sin duda. La buena noticia, excelente más bien, es que podrá hacerlo porque su equipo sigue vivo en Europa. Hace dos semanas parecía que el mundo podía terminarse en quince días. Y ahora el equipo está en mitad de un pasillo cada vez más corto y alumbrado, al fondo, por la atractiva luz de la gloria.

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@michihuerta

sábado, 2 de marzo de 2013

Real Madrid 2 F.C. Barcelona 1. Sin cafeína, también


El clásico más descafeinado que se recuerda también lo ganó el Madrid. Se disputó a una hora extraña, la de la siesta. Mediaban, además, la resaca del vibrante partido copero y la inminente y angustiosa visita a Manchester en el objetivo principal de la temporada en tres días. Pero ni un once de circunstancias, ni la lejanía en la clasificación, ni la falta de necesidad competitiva impidieron la victoria blanca. Otra más y ante un enemigo que está sonado y que parece buscar las cuerdas. Bastó la fórmula consistente en una aplicación estricta y algo reservona durante una hora y la agitación añadida por Cristiano desde que compareció para disputar poco más de un tercio de partido. El plantel dirigido por Mourinho ha dado definitivamente con la tecla anticulé y en cualquier versión. Y el triunfo es otra bocanada, gigantesca, de optimismo.
Lo más reseñable acaeció hacia el final. Con empate a un gol saltó al tapete CR7 y lo que era una combate nulo se transformó en superioridad merengue. La inoperancia blaugrana quedó de manifiesto y el luso lanzó varias de sus puñaladas predilectas. Los centrales sufrieron sus embestidas, aunque el que gozó de una ocasión notoria fue el canterano Morata, solo ante Valdés tras un pase perfecto de Pepe. La pelota se empotró contra el cuerpo del guardameta, que poco después vio a Ramos elevarse sobre Piqué, que se comió otro balón por alto que terminó en gol. Era el 2-1 definitivo.
La ventaja no cambió el viento de la tarde y Cristiano lanzó dos faltas magistrales, una de las cuales casi revienta la cruceta. Mientras, el aventajado líder se enredeba en un fútbol espeso y estéril, del que solo salió en el último minuto para trenzar una combinación que acabó con Adriano en el suelo y con sus compañeros comiéndose a Pérez Lasa. Hubo contacto de Sergio Ramos dentro del área, aunque también una exageración de tal calibre en la caída que el colegiado se sintió engañado. Lo que vino después, con el final ya decretado, fue la olvidada estampa de un enjambre culé asediando a un árbitro. La anacrónica escena era tan fea que Valdés acabó viendo la tarjeta roja, justo cuando cualquiera con memoria podía ponerse a recordar lo que afirmaba hace no tanto Xavi sobre la forma de perder que tenían "los del Madrid". En fin, cosas de la memoria selectiva.
Tanta electricidad al final no impedía recordar lo descafeinada que había sido la primera mitad. Mou le restó estimulantes al clásico con una alineación tan de circunstancias que incluía a Morata, Callejón y Kaká, a Pepe de mediocentro y a Essien de lateral zurdo. La apuesta, comprensiblemente conservadora, dejaba a Cristiano en el banquillo. No había dudas sobre el grado de importancia que le concedían los de casa al envite tras el subidón del Nou Camp y a pocos días de encarar en Inglaterra 90 minutos vitales para lo que resta de temporada. 
En el otro lado, sin embargo, Roura sacaba toda la dinamita disponible, a excepción de Xavi y de Cesc, con Thiago en la medular y con Villa supuestamente arriba, pues ya se sabe que los atacantes de ese equipo están concebidos para no eclipsar ni por asomo la voracidad de Messi. Los demás, todos. Incluido el astro argentino. Cierto es que al Barça le queda otro fin de semana para relajar a los suyos de cara a la batalla contra el Milan, por lo que gozaba de un margen superior. Pues ni con esas fue superior durante la mayor parte del combate. 
De hecho, se adelantó el Madrid y lo hizo pronto. Morata encaró por la izquierda y puso un centro a Benzema, que esta vez dejó la velocidad para la hierba y empujó la pelota a la red. El lance reforzó la disposición madridista, muy arropado atrás, con nueve jugadores en dos líneas y el comienzo de la presión lejos de Valdés. Un calco de lo sucedido, infelizmente, en otros tiempos. Muy poco propio de un escenario como el Bernabéu, sin duda, si bien en esta ocasión cabía la coartada de un once tan evidentemente improvisado y, por tanto, inferior sobre el papel. 
Así que el Barcelona se dedicó a tocar, casi siempre en territorios irrelevantes y sin la menor profundidad. La única vez que la tuvo marcó Messi, que coqueteó con el fuera de juego sin incurrir en él y que encaró a Ramos para lanzar un tiro raso por el primer palo. Por segunda jornada consecutiva, Diego López dejó abierta esa grieta en su marco y el balón se coló por ella. Celebró el argentino la diana, arropado en el halago por un  Jordi Alba, que dirigió al respetable un gesto de muy dudoso criterio moral.
No hubo mucho más antes del descanso: otro disparo de Messi, esta vez con la derecha, que atajó López; y un cabezazo de Morata, solo pero escorado, al lateral de la red de Valdés. De hecho, el relato general se agota aquí, pues son más interesantes las conclusiones que la descripción de unos hechos que mayoritariamente cayeron del lado del sopor. 
A saber. El Barça da síntomas de una enfermedad crónica cuya gravedad parece ir a más día a día. Y el Madrid acumuló una dosis adicional de ánimos para la batalla de Manchester. Pasar la eliminatoria de Champions sería una lanzadera de confianza con apariencia muy relevante. Da la impresión de que la historia del curso se escribe, para unos y para otros, de aquí en quince días. De momento, el prólogo lo hemos leído con gran placer. 

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@michihuerta