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Mostrando entradas con la etiqueta Champions League. Mostrar todas las entradas
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martes, 17 de septiembre de 2013

Galatasaray 1 Real Madrid 6. Set a la carrera


De todo. Pasó de todo en la noche turca, que dejó el titular de una goleada ruidosa y muchos otros detalles. La lesión de Casillas nada más empezar el partido, por ejemplo. La aparición decisiva de Diego López para impedir el 1-0. Y la de Isco, igual de relevante, para abrir el marcador. También la puntería de Cristiano, que hizo un nuevo triplete. Y algunas dudas defensivas por la parcela central, así como una media hora inicial con más sombras que luces. Lo que queda, finalmente, es un debut europeo que suena demoledor como mensaje aunque sea pronto para sacar conclusiones. 
El vibrante guion siguió la estructura clásica en tres actos, tan aristotélica, clásica y eficaz. El planteamiento deparó un detotante inesperado en forma de choque de los cuerpos de Ramos y de Casillas. Las energías gastadas en el debate de la portería quedaron amplificadas con el infortunio de Iker, obligado a abandonar la competición que Ancelotti le tenía reservada. No le dio tiempo a coger aire y sí a dejar como bagaje una intervención de mérito en un tiro lejano. Entró obligado Diego y demostró otra vez que la polémica es estéril porque su participación es un seguro de vida. Por enésima vez desde que es un fijo se agrandó e hizo una parada inverosímil y espectacular, estirando su largo cuerpo y metiendo la yema de los dedos. 
Al poco, Isco hizo un control magistral tras pase larguísimo de Di María y anotó con cierto suspense el 0-1. Hasta entonces el Madrid había prolongado el tono desdibujado y sin personalidad de Villarreal, un poco más compacto, sí, pero sin plan cerrado en ataque. El gol acabó con el planteamiento del relato y dio paso a su nudo, dominado por un fútbol control en el que volvió a brillar Modric, mucho más influyente cuando tiene a Khedira al lado. 
Pudieron los visitantes agrandar la diferencia antes del descanso con una llegada de Di María, si bien  pudieron verse igualados en un cabezazo a placer de Yilmaz que se marchó fuera. Las opciones, sin embargo, quedarían cerradas con las mejores armas de una plantilla pletórica de jugadores potentes y atléticos: la velocidad. Un robo en el campo turco puso en bandeja la ocasión para Benzema, que definió con serenidad el 0-2 en mano a mano. 
A partir de ahí, el tercer y definitivo acto consistió en una exhibición de solidez y juego rápido. Cristiano, que parecía atascado ante el marco, anotó dos tantos de cazagoles, pues sabe meterlos de todos los colores. El viento soplaba a favor hasta tal punto que Benzema mejoró sus estadísticas con el 0-5 en la enésima contra, a esas alturas de naturaleza letal. Ya estaba Bale sobre el terreno de juego. E Illarra. Los dos cogieron ritmo y aliviaron a Isco y Modric, que acumulan mucho esfuerzo. Con semejante escenario y las gradas semivacías el Galatasaray, empequeñecido desde la lesión de Drogba cuando agonizaba el primer tiempo, sumó un gol que se quedó en anécdota. Todavía faltaba el sexto, firmado por Cristiano en otra aceleración brutal. El set era definitivo y contundente. Y subrayaba la vía que debe seguir un equipo concebido genéticamente para matar a la carrera. 

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martes, 30 de abril de 2013

Real Madrid 2 Borussia Dortmund 0. Perdón, pasión y caída



La remontada no pudo ser. Un cuarto de hora de fútbol total y unos instantes finales de arreón dejaron al Madrid a las puertas de Wembley, con la miel en los labios. Ganó 2-0, un resultado en principio excepcional en cualquier eliminatoria europea, pero inválido por el cataclismo de la ida. Por tercer año consecutivo el equipo dirigido por Mou se quedó en semifinales, la antesala de la gran cita de la temporada. En esta ocasión ocurrió en un Bernabéu enfebrecido, que vio cómo se acumulaban oportunidades durante un rato y que creyó hasta el último suspiro, cuando parecía que podría obrarse el milagro de un 3-0 en apenas ocho minutos.
Buscarle racionalidad a la crónica es todo un desafío cuando casi todo se explica desde las vísceras, especialmente en dos bloques muy delimitados. Los quince minutos de inicio y los diez del final se parecieron al partido diseñado en los sueños de los madridistas, aunque por causas muy distintas. Con una energía aliñada de inteligencia, el once blanco empequeñeció de salida a sus rivales, les robó con inmediatez y se plantó con vértigo ante su marco. Las ocasiones no tardaron en llegar. Hasta cuatro, tres de ellas clarísimas. Faltó la puntería y el bajón fue inevitable. La ausencia de acierto dio paso a un escenario mucho más rugoso y en el que la energía se fue vaciando. 
Por enumerar las prístinas aproximaciones, todo empezó con un mano a mano de Higuaín. Como en tantas otras situaciones de máxima presión, el argentino se ofuscó y estrelló la pelota contra el cuerpo del portero. Puede que algún año el Madrid tenga un delantero centro de dotes implacables cuando toca no errar. De momento, y desde hace años, paga con creces ese carencia. 
El eterno retorno hacia el fallo del Pipa, reprendido por parte de la grada cuando el asunto ya pintaba imposible, tuvo continuidad en un remate desde el área pequeña de Cristiano que también sacó Weidenfeller. Y todavía más franca fue la de Özil, que condujo en soledad y con todo el tiempo del mundo hacia la portería alemana para echar el esférico incomprensiblemente fuera. No cabía más clemencia, tanta que resultó definitiva. 
Sobre la conciencia del mediapunta también pesó el recuerdo de su equivocación. Hasta ese instante había desempeñado un rol importantísimo, apareciendo en todos los huecos y dejando en ventaja a sus compañeros. Pero a partir de entonces su juego se tornó impreciso. Como él, Xabi también se fue apagando al pavoroso ritmo de sus declinantes prestaciones físicas, algo que sucedió de forma propocional al crecimiento del Borussia, un equipo que afrontó con dudas el primer acto y que habría que haber visto exigido por una distancia más corta a la eliminación durante más tiempo. 
Como no fue así, el bloque germano se fue tornando cada vez más serio, hasta dar la cara fiable que le lleva acompañando durante los últimos meses. Lo cierto es que a medida que caían los minutos los que pasaron a disculpar el gol fueron los alemanes. Lewandowski casi revienta el larguero de Diego López, quien poco después sacó a Gündogan un tiro a bocajarro que recordó a las estiradas providenciales del mejor Casillas. Tampoco mató el Dortmund y a punto estuvo de costarle una final europea. 
No parecían tan graves los desaciertos del Borussia, pero el caso es que Benzema marcó en el 82 y la gente se volvió loca. Contra toda lógica, pues quedaba muy poco y al equipo le había costado un mundo encontrar las mallas. Dio igual. Si "el espíritu de Juanito" existe debe de parecerse mucho al clima que se apoderó del Bernabéu y que alimentó, como buque insignia, Sergio Ramos. Lo intentaron los blancos con una confianza excepcional, multiplicada cuando encontraron además otro tanto del defensa sevillano a pase de Benzema. 
Los cimientos del estadio temblaban aunque solo un saque de esquina rematado fuera por Ramos se pareció al loco pasaporte a la gloria. El subidón concentrado de los postres coqueteó con el delirio aunque después abrió paso al bajonazo de la caída. El partido dejaba una dosis notable de dignidad, que no se vio acompañada de varios elementos indispensables. Uno de ellos se explica leyendo las líneas anteriores y comprobando qué nombre falta en ellas: Cristiano Ronaldo. El astro portugués, superlativo durante todo el curso, no estuvo fino en las semifinales por razones evidentemente físicas. Él, que es todo explosividad, careció del punto que le eleva sobre los demás. Lo cual, sazonado con los perdones y con la falta de fuelle de Xabi, ayuda a entender lo que la pasión desbocada casi convierte en otro hito histórico. 
¡Hala Madrid!

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miércoles, 24 de abril de 2013

B. Dortmund 4 Real Madrid 1. Siniestro (casi) total


La felicidad que se construye sobre la desgracia ajena suele ser muy breve, así que al bochorno que sufrió el eterno enemigo en Munich le sucedió otro accidente brutal en la noche primaveral y germánica. Encajó el Madrid una goleada dolorosísima en Dortmund, tanto que tiene pinta de definitiva. La presión, la velocidad y la ambición construyeron una diferencia escandalosa, simbolizada en un nueve, Lewandowski, que se dio un atracón. Cualquier compañía de seguros declararía el siniestro como "total". Si no fuera por el recuerdo de la gloria histórica de la entidad hasta el hincha más entregado estaría muy cerca de extender el certificado.
El partido fue un emjambre de abejas asesinas que picoteaban enfebrecidas en todas las parcelas del campo y en todas las suertes del juego. La víctima, atolondrada, vestía de blanco y sufría la parálisis del veneno enemigo. Bueno, en realidad algunos de los visitantes salieron así del vestuario. Los acontecimientos pasaron por encima de ciertos jugadores. Quizás sea injusto identificarlos cuando el tono general fue tan penoso, pero un trío de ellos ejemplifican lo sucedido. 
Uno fue Pepe, aplastado por un tanque certero y hábil. El central portugués fue incapaz de pararlo, no dio un pase certero y tuvo algún error de concentración imperdonable en un futbolista de primer nivel. En el gol inicial, que llegó muy pronto, el polaco se deshizo de él como quiso y marcó a placer en el área pequeña. En el 2-1, anotado en la reanudación, se quedó enganchado y habilitó al delantero. En el 3-1, éste  le quebró pisando el esférico tras un triste rechace de Modric. Y en el cuarto el central propició el penalti, inexistente por cierto, de Xabi Alonso por quedarse protestando en la banda en lugar de cubrir su marca.
Quizás no sea disculpa, pero Pepe tuvo que jugar, por cierto, como consecuencia de una idiotez impresentable de Arbeloa en Turquía. La pareja Ramos-Varane tuvo que alterarse, dada la inoportuna y añadida lesión de Essien. La alteración de los planes no lo explica todo pero visto lo visto revela una incidencia poco discutible. El sevillano, por cierto, anduvo perdido en el lateral y sufrió tanto en una dirección como en la contraria. 
El otro de los tres damnificados fue Xabi Alonso. Trotón, pesado y, lo peor de todo, impreciso. Por ahí sangró la herida madridista en ataque, una hemorragia por ausencia total de control en el tempo del encuentro. En su penosa actuación se identifica el mal ofensivo del Madrid, que solo fue capaz de marcar en un error fatídico de Hummels, que se la cedió a Higuaín para que éste sirviera el gol en bandeja a Ronaldo, que empujó la pelota a placer. Muy poco más apareció el portugués, que debió conformarse con otra ocasión en las postrimerías, cuando apenas tocó con la puntera para empotrar el remate en el portero. 
¿Y el tercero? El tercero es Higuaín, claro. Las grandes citas se encaran desde hace demasiado tiempo sin un delantero de referencia, que siembre pánico entre los centrales, que se busque la vida en los territorios decisivos. Estuvo muy lejos de lograrlo el argentino y tampoco lo arregló Benzema cuando entró. Ni él ni Kaká ni Di María, que apenas añadieron nada a la impotencia generalizada cuando la trama estaba más que resuelta. Los minutos pasaban como una pesadilla infernal y sólo Diego López evitó que siguiera el festival de cornadas. 
Pepe, Xabi e Higuaín son los nombres que resumen el accidente pero no monopolizan todas las culpas. El rendimiento del grupo fue atroz y no hubo esta vez una reacción táctica a tiempo desde el banquillo. Ahora solo queda agarrarse a la posibilidad del milagro, pues el enfermo está en estado crítico y muy cerca de la muerte... pero todavía falta el entierro. Jugar en Alemania siempre ha sido tradicionalmente un dolor histórico, si bien el Bernabéu ha devuelto la moneda en más de una ocasión. Tocará después sacar conclusiones, aunque la verdad es que durante todo el curso se ha percibido con demasiada frecuencia un aire escasamente fiable. Así que solo una orgía de ilógica soluciona el cataclismo de la ida.

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martes, 9 de abril de 2013

Galatasaray 3 Real Madrid 2. A semifinales con sufrimiento

Seguimos en formato videoblog hasta que el dedo herido vuelva a su funcionalidad de siempre.
Comentamos de todo: susto, Mourinho, Arbeloa, prensa deportiva...
Y noticia feliz en el epílogo... ¡a semifinales!



miércoles, 3 de abril de 2013

Real Madrid 3 Galatasaray 0. Todo bien

Seguimos con el formato videoblog hasta que termine nuestro periodo de baja por fractura del índice de la mano izquierda. Lo sentimos... aunque hoy todo es alegre por motivos que contamos en nuestro comentario. Por cierto, en él parece que se dice que el resultado es "remontable" por los turcos... pero es un error de dicción porque, afortunadamente, lleva una "i" delante.
¡Hala Madrid!




martes, 5 de marzo de 2013

Manchester United 1 Real Madrid 2. Roja para la gloria


Pasar sin merecerlo. Pero pasar. Adquirió el pasaporte el Madrid en una noche en la que acumulaba una presión brutal, con casi toda la temporada por justificarse en 90 minutos. Y pinta tuvo durante una hora de que se le iba la vida por la inteligencia del rival y las incapacidades propias. Entonces sucedió lo inesperado. Una injusta expulsión del tal Cakir a Nani por una fea entrada sobre Arbeloa cambió el paisaje. La decisión, con 1-0 en contra y el juego enquistado, abrió varios minutos para un cambio radical de escenario. En breves minutos apareció Modric para marcar un soberbio gol que igualaba las cifras globales y  poco después Cristiano para lo que parecía el cierre de la eliminatoria.
Una eliminatoria que los madridistas no merecieron pasar porque durante la mayor parte de estos octavos europeos se jugó a lo que Ferguson quiso. Por esa razón, el peso de la decisión arbitral resultó mayor si cabe, si bien es cierto que hace tanto que el Madrid no es claramente beneficiado en una cita de las gordas que uno puede perderse en lo más profundo del pozo del pasado. Es más, la equivocación tuvo el contrapeso de un penalti por manos de Rafael y un fuera de juego no señalado a Van Persie en el gol del United. Por lo demás, de golpes de suerte y de pases accidentales están las vitrinas del planeta fútbol llenas. El sueño de "la Décima" sigue vivo. 
Eso es así gracias también al mérito de algunos de sus jugadores. Uno de ellos fue, sin duda, Modric. El croata de los 40 kilos saltó al césped en la segunda mitad y con el equipo metido en un marrón bastante serio. Pidió la pelota, la cosió al pie y puso el criterio que le había faltado a todos sus colegas, incluidos Kaká y Özil. Su tanto fue fruto de una operación pletórica de técnica, con un recorte y un disparo preciso y potente desde fuera del área. El alivio que aparejó fue mayúsculo, hasta el punto de que los visitantes se montaron sobre la ola favorable que llevó consigo. De pronto, pareció que el sufrimiento terminaba con una triangulación en la que Özil dejó su único destello de la noche con un taconazo magistral que habilitó a Higuaín. En el segundo palo apareció Cristiano para anotar el gol de la gloria, que no celebró en respuesta a la ejemplar conducta de un público excepcional en un estadio que tiene bien ganado su carácter legendario. 
El madridismo estalló de alegría, aunque lo que vino después fue una inseguridad preocupante. Con superioridad numérica y espacios abiertos el Madrid pudo matar con el tercero, eso es verdad. El punto y final pudo llegar con Cristiano en varias contras o con Kaká en un disparo que tras un tropiezo murió en el poste. Pero, incomprensiblemente, los pupilos de Mou no supieron cerrar las vías de penetración a un Manchester que murió en el campo con una vergüenza épica. De hecho, se repusieron de todas las contrariedades y sumaron hasta tres o cuatro aproximaciones de peligro real. 
No fueron, sin embargo, capaces de materializar ninguna. Entre otras razones porque se chocaron con un muro llamado Diego y apellidado López. El canterano se agigantó cuando más lo necesitaron los suyos y sacó un par de manos milagrosas que mantuvieron a los ingleses a la distancia de seguridad de las dos dianas que necesitaban para su particular gesta. Solo el guardameta se interpuso en ese ascenso hacia una cima ya imposible, pues sus compañeros cedieron todos los espacios imaginables y titubearon, especialmente Xabi Alonso, en un duelo en el que casi todos estuvieron por debajo de su nivel. 
Desde luego así había sido hasta el empate de Modric. Espeso, torpe y lento, los de verde sumaban eternos minutos sin merodear el área de De Gea. Los de rojo, sin embargo, recitaban la lección de Ferguson al dedillo. El veterano técnico supo jugar sus bazas, en general, mejor que Mourinho, a quien por contra hay que darle la reacción de los cambios como un acierto táctico con gran incidencia en el desenlace. Hasta entonces, sin embargo, el plan que se impuso fue el ideado por el escocés. 
El asunto puede describirse, por enésima vez, apelando a la ausencia de circulaciones rápidas en un lado y recordando las contras de vértigo en el otro. No generó muchas ocasiones el Manchester pero pisó mucho más las inmediaciones de Diego López que al contrario. En una de esas hubo un córner que terminó en el palo del gallego y, ya comenzada la segunda parte, una acumulación de absurdas decisiones de los miembros de la zaga madridista acabó con el gol en propia puerta de Ramos. 
En esa acción falló hasta Varane, que en general estuvo bien y que fue de los pocos que mantuvo el tipo. Lo mejor que puede decirse de los demás -y no es poco- es que se comportaron con innegable coraje competitivo durante el rato posterior al punto de giro del relato, tras la polémica expulsión, Con todo, evidenciaron que tienen un margen de mejora importante por delante. Tendrá que apelar a él Mourinho, sin duda. La buena noticia, excelente más bien, es que podrá hacerlo porque su equipo sigue vivo en Europa. Hace dos semanas parecía que el mundo podía terminarse en quince días. Y ahora el equipo está en mitad de un pasillo cada vez más corto y alumbrado, al fondo, por la atractiva luz de la gloria.

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miércoles, 13 de febrero de 2013

Real Madrid 1 Manchester United 1. Al borde del precipicio


Lo confió casi todo el Madrid a la ansiada "Décima" y la noche en la que se jugaba media vida reprodujo las carencias de la temporada. Con un lateral derecho inoperante, delanteros en discutible estado de forma, incapacidad para abrir espacios a una defensa cerrada y, sobre todo, con una debilidad terrible en los balones aéreos logró un empate con goles en su propio campo. Los blancos no fueron capaces de imponer la teórica superioridad de su plantel y los acontecimientos revelaron un nivel más bien parejo con el United. Lo peor es que el equipo está colgando del precipicio también en Champions y, de este modo, por detrás en las dos únicas vidas que le quedan. Asusta pensar en la posibilidad de que al curso 2012-2013 le quedan solo un par de partidos. Y mucho.
Empataron Real Madrid y Manchester aunque pudieron ganar los dos. Lo intentaron más los de casa, sobre todo porque sus rivales decidieron echar el cierre a su marco en la segunda mitad. Como tantas otras escuadras, le sobró con acumular dos líneas defensivas frente a la frontal de su área. Durante más de media hora las ofensivas de los de casa se empotraron contra un muro y no abrieron apenas fisuras en él. Las conducciones verticales de Khedira y los disparos lejanos eran las únicas y grises bazas para el gol. Y la sobria actuación de De Gea era la guinda que le bastaba a los ingleses para no caer en el Bernabéu. 
Con 1-1 en el marcador, el guardameta español le sacó una pelota con el pie a Coentrao y blocó los disparos de Cristiano y Di María, que se pasaron media noche chutando desde lejos. El portugués también lo intentó en sus típicos lanzamientos de faltas, uno de los cuales describió una curva venenosa que casi acaba dentro. Pero ese fue todo el balance ofensivo de la segunda mitad, francamente pobre para quien se tiene por aspirante. 
Durante ese tiempo el United trabajó para llevarse las tablas pero estuvo a punto de llevarse un premio más gordo. Sus ataques fueron tan contados como teñidos de peligro. De hecho, Van Persie pudo marcar dos veces en un minuto, aunque entre Diego López, el larguero y Xabi Alonso evitaron la doble oportunidad. Y ya en el tiempo añadido, el portero merengue le sacó al artillero una mano que pudo empeorar gravemente el resultado.
Los 45 minutos del arranque habían sido un poco distintos, pues Ferguson colocó su defensa un poco más adelantada. De todas formas su plan, con Wayne Rooney concentrado en tareas defensivas, era obvio: contener las contras blancas y aprovechar alguna de las ocasiones que la rutina pudiera generar, especialmente a balón parado. En uno de ellos llegó el gol de siempre. La pelota voló, un defensa no saltó y un portero -que esta vez no era Casillas- se quedó a media salida. La reiteración en el error es pertinaz e impropia de un bloque que debería aspirar a todo. 
Menos mal que a las carencias habituales le acompañó la virtud de siempre: Cristiano Ronaldo. No tardó el portugués en igualar la ventaja británica con un salto portentoso y un cabezazo certero. Lo celebró de forma mínima, por respeto a su pasado, si bien siguió inténtandolo con ganas. El problema es que las arremetidas siempre viajaban desde lejos ya que dentro del área el bosque de piernas resultaba impenetrable. En territorio tan frondoso se metió Di María, que pidió un penalti de Jones que bien pudo cobrarse Brych.
El árbitro, por cierto, no permitió la salida de un córner del United cuando apenas se había cumplido el tiempo añadido. Se quejaron los ingleses, que evidentemente no protestaron la injusta señalización del saque de esquina que acabó con el tanto de Welbeck. La única verdad es que para explicar lo sucedido no había que mirar al juez sino a las limitaciones que se llevan arrastrando desde que empezó todo esto. Ni Modric ni Higuaín, por cierto, sumaron más de lo que habían puesto sus compañeros reemplazados, Di María y Benzema. Las prestaciones fueron discretas por mucho que la entrega pareciera innegable. Una vez más. Y así hasta asomarnos al precipicio de dos partidos que podrían acabar con un largo y estéril futuro en pleno mes de marzo. Solo pensarlo genera una presión insoportable.

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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Manchester City 1 Real Madrid 1. Perdón y Rocchi


Aseguró el Madrid su pase a los octavos de la Champions en la noche de Manchester, donde sucedió de todo para apelar al eterno tópico: hubo perdón y castigo por la clemencia, aunque llegó por el peor camino imaginable y en forma de arbitraje funesto. Después de una exhibición de las fortalezas de la escuadra dirigida por Mou durante tres cuartos de hora de ensueño, se abrió el duelo y un trencilla lamentable obligó a recordar las ocasiones perdidas. Menos mal que quedó el buen sabor de la clasificación y la descarga de toda presión para la última jornada de la liguilla.
Cierto es que el nivel fue de más a menos hasta que llegó la puntilla arbitral. Por mucho menos de lo que le habían hecho a CR7 y que había quedado sin penalización se cobró el de amarillo un penalti a Agüero, que se fue al suelo en cuanto sintió la mano de Arbeloa. Por si fuera poco, el canterano se fue al vestuario y sus compañeros se quedaron en inferioridad. La injustica era notoria, por lo disciplinario y por el rendimiento de los dos oponentes. Solo quedaba margen para el sufrimiento cuando el asunto debería estar completamente liquidado.
Hasta entonces, y sobre todo durante la primera mitad, el Madrid le dio un repaso al City con sus mejores armas: tensión y una circulación vertiginosa de la pelota. Sin miramientos ni especulaciones, los de verde se plantaban una y otra vez en el área de Hart, casi siempre con un peligro palmario. Acertaron en una de las primeras pero perdonaron de forma clamorosa después. El que la embocó fue Benzema tras un centro preciso de Di María. Y los que fallaron fueron CR7 y Khedira, el primero en un mano a mano que sacó la defensa sobre la línea de gol y el segundo en un remate de cabeza y en una llegada franca. 
Los visitantes hilvanaban un fútbol de muchos quilates cosido con el agudo hilo de la velocidad y la precisión. Y solo le faltaron más dianas. Superaron a sus oponentes en todo pero adquirieron una ventaja mínima, que igualó el City en la segunda mitad gracias a dos factores básicos: la entrada de Javi García, que igualó las fuerzas en el centro del campo cuando Modric perdió todo el gas, y un tal Rocchi, juez infame que arrastró su vulgaridad por el terreno de juego. Se cebó con CR7, fue indulgente con Zabaleta y abrió de par en par las puertas al empate con una pena máxima inmerecida. Solo así logró Agüero batir a Casillas, que antes le había tapado la red en una intervención espectacular en la misma raya de gol.
En inferioridad, el Madrid se sobrepuso al trauma con oficio, mérito del que fue un gran exponente Coentrao, oportuno durante todo el envite y especialmente al final. Con el público metido y ante jugadores de la talla de Tévez, Silva, Agüero o Touré no se padeció prácticamente nada. Ya era mucho, dado que en Holanda el Borussia había hecho sus deberes y cerrado su liderazgo. La clasificación en el "grupo de la muerte" quedó sellada y ahora toca pensar en las eliminatorias y cruzar los dedos para que los octavos no sean más exigentes de lo debido a las primeras de cambio. Aunque antes hay que cerrar el trámite del Ajax y enjuagarse el mal sabor de boca del tal Rocchi.

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martes, 6 de noviembre de 2012

Real Madrid 2 Borussia Dortmund 2. El Madrid no carbura


Dependía el Madrid de sí mismo para ser primero en la liguilla de Champions y, debido a sus deméritos, perdió esa ventaja en la visita de un Borussia que ahora mismo es, sin duda, el mejor de los cuatro del "grupo de la muerte". Cierto es que los noventa minutos del Bernabéu se repartieron entre unos y otros, con el campéon germano haciendo un alarde de solidez futbolera que, muchos minutos después, dejó paso al carácter merengue de siempre. Porque los hombres dirigidos por Mourinho solo tuvieron eso, carácter. Fútbol tuvieron más bien poco.
Los 45 minutos iniciales fueron propios de un automóvil al que le fallan casi todas las piezas, que anda, pero mal, a tirones. Las claves fueron varias, además de la sabida plaga de lesionados. La pareja de centrales formada por Pepe y Varane no funciona y sufrió de forma constante. Ramos de lateral derecho baja su rendimiento lo que todo el mundo sabe. Y Arbeloa en el izquierdo es un parche. Si a eso se le suma la fragilidad de la dupla Modric-Alonso, el sufrimiento está servido cuando tienes delante a un equipo con la entereza del Borussia. 
Los alemanes superaron netamente a los de casa, sobre todo táctica y físicamente. Exigieron a Casillas en todas las formas imaginables y siempre mandaron en el duelo cuando no iban por delante en el marcador. La ventaja la puso Reus con una contra rapidísima que pilló a trasmano a toda la retaguardia, especialmente a Arbeloa. Su remate seco al primer palo lo rozó Iker, que no evitó lo que ya se antojaba inevitable. El empate posterior en un testarazo de Pepe fue, de hecho, un espejismo. Volvió a tomar la iniciativa el Dortmund y, justo antes del refrigerio, anotó Götze, un jugadorazo, el 1-2, aunque la UEFA se lo cargó a Arbeloa en propia puerta. Un resultado justo dado lo visto hasta ese instante. 
Solo la entrada en la segunda mitad de dos jugadores de refresco, uno obligado por la enésima lesión y otro por las enormes carencias en el centro del campo, mejoró la cara del Madrid, inyectado de pronto con una dosis de energía. Callejón suplió a Higuaín y burbujeó por la banda y entre líneas. Marcó un gol mal anulado por fuera de juego y estuvo a punto de forzar las tablas un par de veces y gracias a unos desmarques inteligentes. Sólo le faltó el remate. 
El otro que entró fue Essien, que le dio más entidad a la medular. Las fuerzas se igualaron en esa parcela y, sobre todo, mejoraron de forma evidente las prestaciones de Xabi Alonso, un don nadie cuando tiene al lado a Modric. El plan improvisado trataba de rebajar la pérdida en la punta de una referencia, labor que tuvo que desempeñar un Cristiano Ronaldo que no atraviesa su mejor momento desde que viste de blanco. 
De pronto hubo varios minutos en los que ocurría poca cosa. Solo faltaba el arreón heroico, que consistió esta vez en la entrada de Kaká por Arbeloa: defensa de tres, renuncia a los territorios intermedios y acumulación de media docena de atacantes móviles, ninguno un 9 puro. Con esos ingredientes llegó la oportunidad más clara de la noche, que Cristiano desaprovechó a tres metros del marco. Poco después Di María no alcanzó a remachar una pelota peinada previamente por el portugués. El empate no llegó ni cuando Callejón volvió a disparar para que un defensa sacara el esférico bajo los palos. 
A esas alturas el Madrid merecía más por pura persistencia. Así que el golazo de Özil en un libre directo certificaba en números los méritos de unos y de otros. Desgraciadamente no dio tiempo a más y el agradable sabor que dejó la reducción de daños del último suspiro no oculta las realidades de un bloque que deja síntomas preocupantes en muchos conceptos básicos y que está un peldaño por debajo del Borussia a estas alturas de la película. 
Y es que el Madrid no carbura.

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jueves, 25 de octubre de 2012

Borussia Dortmund 2 Real Madrid 1. Maldición eterna


Perdió el Madrid en Alemania y ya van demasiadas. La maldición se prolonga tanto que parece una condena a perpetuidad, esta vez fortalecida por el Borussia Dortmund, campeón germano y equipo serio que tampoco necesitó un alarde de virtuosismo para doblejar a su lujoso visitante. Hincó la rodilla el equipo de Mou -quien no había perdido todavía con los blancos en fase de grupos europea- víctima de sus errores defensivos y de una falta de profundidad en ataque que le impidió generar oportunidades de gol. Menos mal que perdió el City en Amsterdam y que el resbalón propio tiene remedio si se ganan los dos envites que quedan en el Bernabéu. 
A la luz de lo visto ayer se hace tan urgente la recuperación de los lesionados como dramático el crecimiento del número de heridos. De momento, se confirmó la precipitación en el regreso de Khedira, hombre de confianza del entrenador que recayó en su lesión muscular sin haber llegado al minuto 20. Su lugar lo ocupó Modric y el bloque no ganó tanto en ataque como perdió en fortaleza. Los germanos a esas alturas ya habían vencido en el establecimiento del tono de la disputa, basado en una presión constante y en un ritmo sin decadencias. Y en eso Khedira mejora de largo las prestaciones del croata, superado en oleadas cada vez que tocaba volver. 
Además, Essien sufrió lo que no padeció en Liga frente al Celta. Su conversión en lateral izquierdo es un remedio circunstancial, por lo que a medida que se prolonga genera más opciones para el rival a poco inteligente que éste sea. Sufrió tanto como sus compañeros del centro de la zaga, pues Pepe y Varane son dos excelentes defensas pero de un corte muy similar. Especialmente el portugués se enredó en la salida de la pelota y fracasó en numerosos pases. Uno de ellos fue letal y supuso el 1-0, certificado por Lewandowsky, uno de esos delanteros que agradece todos los regalos. 
La única buena noticia fue la capacidad de reacción demostrada ante ese bofetón. No se habían apagado los ecos de la celebración cuando el intermitente Özil le dio un pase largo a Cristiano, que unió velocidad y precisión para batir por arriba a Weidenfeller. Lo celebró el portugués con ese gesto de calma que popularizó en el Nou Camp. Pero la noche no estaba para tranquilidades. 
El Borussia no alteró sus planes en ningún momento. Apremiado por un estadio coqueto y empujado por un ambiente de una calidez con la que muchos madridistas sueñan para su gélido templo de La Castellana, la escuadra amarilla mantuvo la fe. La mantuvo incluso durante el escaso rato en el que, recién iniciada la segunda parte, Benzema entró un poco más en juego y activó levemente a sus colegas. Durante diez minutos el Madrid pareció algo más y merodeó el área rival. No obstante, fue entonces cuando llegó el mazazo del 2-1, en un centro colgado desde el costado que defendía Essien y que Casillas despejó de forma un poco blanda. El rechace lo aprovechó Schmeizer para marcar con la zurda con algo de fortuna. 
La acción empañó levemente la actuación del portero de Móstoles, que tuvo bastante trabajo y que lo despachó esta vez con seguridad. Fue exigido al menos tres veces, una de ellas con evidente peligro. El Dortmund tocaba bien, sin adornos, aunque por encima de todo demostraba una disciplina muy rigurosa que desactivó a los jugadores blancos. Ni Di María, el más participativo, ni Cristiano, estrechamente vigilado, sorprendían por las bandas. Benzema y después Higuaín apenas entraban en juego. Xabi Alonso y Modric vivían agobiados. Y Özil estaba asediado de oponentes cada vez que recibía de espaldas, por lo que no podía darse la vuelta. 
Gracias a su disposición táctica y a su rigor físico el Borussia parecía dsiputar el duelo con más de once. Enfrente, una defensa de circunstancias. Esa diferencia fue decisiva en un encuentro igualado y decantado por la leve superioridad que los alemanes demostraron en las facetas más aguerridas del juego. Mientras la enfermería siga tan cargada parece que toca sufrir y quién sabe si después también. Ahora corresponde saber si los circunstanciales remedios son suficientes para la Liga. Después tocará arreglar el problema europeo, que de momento se queda en un aviso a navegantes y en trauma alemán.

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miércoles, 3 de octubre de 2012

Ajax 1 Real Madrid 4. Plácida goleada


Alisó el Madrid el camino hacia el Clásico en un escenario de feliz recuerdo y con una goleada. No es el Ajax el equipo lúdico y vistoso de hace décadas. No lo es desde hace tiempo, por lo que es lógico que el 'rey de Europa' se dé un homenaje últimamente cada vez que visita su espectacular estadio. La segunda jornada de la liguilla de Champions deparó un pequeño banquete, cocinado con un fuego ágil aunque algo discontinuo. El menú incluyó otro triplete goleador de Cristiano, que vuelve a estar canino. Solo quedó como regusto el enésimo error de Casillas, legendario portero que se encuentra, de lejos, en el momento más bajo de su carrera. 
Una pésima salida en un saque de esquina sirvió para inquietar con un 1-2 el resultado final. Antes los visitantes habían sido superiores, incluso con una nómina de lujosas ausencias en el once inicial. Si no ser titular equivale a un severo castigo -y según la gloriosa prensa deportiva ése es el canon- Mou está ahora enfurecido -y viceversa- con Khedira, Di María, Özil, Modric e Higuain. Vamos, que los creativos culebroneros pueden sacar 100 capítulos más si así lo desean, que tarde o temprano lo desearán.
Los que escucharon el himno de la Champions fueron Kaká, Essien y Callejón. Uno, espectacular. El segundo, aseado. El tercero, irrelevante. Llama la atención el estado de forma del brasileño, que dejó una actuación sobresaliente en casi todo, pero especialmente en pases y asistencias. Una de ellas sirvió para que Benzema marcara el 0-2 en la segunda mitad con una media chilena espectacular. El francés, muy participativo y dinámico, ampliaba lo que había inagurado Cristiano hacia el minuto 40 de encuentro. 
Durante la primera mitad solo faltó el gol, pues las llegadas fueron tan variadas como evidentes. Casi todos lo intentaron y casi todos lo hicieron contra el muñeco. Solo CR7 aprovechó un balón suelto para acertar a placer con la diana, cosa que repitió para matar los nervios con el 1-3 y con el 1-4 en dos acciones de una soberbia rematadora incuestionable. Enfila el crack portugués el envite del Nou Camp con la mira telescópica en su sitio, razón por la que la cojera con la que abandonó el terreno de juego tras el pitido final resultara un tanto inquietante.
Él fue quien repuso la serenidad hurtada por la lastimosa acción de Casillas, que abrió diez minutos de suspense que animaron a los holandeses, hasta el punto de se acercaron al empate. Las tablas sin embargo no llegaron porque, sencillamente, hay un mundo que separa a unos y a otros. El 'grupo de la muerte' parece despejarse para el Madrid, que se va con seis puntos a sus duelos contra el campeón de Alemania. Aunque eso llegará después de saber si la Liga se marcha al limbo tras el Clásico del domingo.

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martes, 18 de septiembre de 2012

Real Madrid 3 Manchester City 2. Raza de campeón


Estalló el Bernabéu en un grito unánime y extasiado: ¡Así, así, así gana el Madrid! Unos tipos vestidos de blanco y reventados por el esfuerzo habían reconciliado a esa parroquia fría y exigente con sus señas históricas de identidad, cosidas con el hilo fino del buen fútbol pero, por encima de todo, con un orgullo competitivo a la que ninguna otra escuadra del planeta puede ni siquiera envidar. Así ganó un Madrid que venía con cornadas muy serias encima y que se vio dos veces por debajo en el marcador de una manera totalmente injusta. A la pésima actuación de Casillas, prisionero de un alarmante bajón que propició las ventajas provisionales del City, contestaron sus compañeros con una fe inquebrantable no solo para igualar la contienda sino para lograr un triunfo que vale mucho más que tres puntos en el partido que abre la liguilla de una Champions cuya estación de destino queda a un mundo. Porque así, sí.
El desenlace fue tan eléctrico que el relato exige un primer flashback hacia el prólogo: como el Madrid parecía haberse instalado en el esperpento, la UEFA se hizo un lío con la alineación y convirtió los minutos previos al partido en una locura de dimes y diretes. Había motivo para el caos y la confusión, pues Mourinho sorprendía con un once con un par de retoques que, aunque fueran solo dos, aparentaban ser un tsunami. Sergio Ramos pagaba los muchos platos que se han roto en el inicio liguero y dejaba el puesto a Varane. Y Essien debutaba sacando a Özil, el otro señalado de la comparecencia. 
Todavía perplejo el personal con la decisión del técnico, sobre el césped mejoraron los locales en una faceta hasta ahora inédita: la presión arriba. Con la energía entusiasta del arranque la cara del enfermo mejoró considerablemente, tanto que por larguísimos minutos cogió un color muy salubre. Fruto de la mejoría, Cristiano exigió a Hart dos intervenciones espectaculares que lo erigieron en el mejor de los suyos. La estrella lusa, por su parte, lo siguió intentando una y otra vez. Compromiso no le faltó, ni a él ni a sus compañeros, que metieron al City en su frontal. Un mal control de Higuaín, que tuvo su continuidad en disparos de CR7 y de Khedira, una puntera que metió el argentino y que se marchó alta, y un disparo con rosca de Di María que se fue por poco completaron el ramillete de aproximaciones blancas antes del descanso. En el otro lado, el Manchester solo mostraba las galopadas ocasionales de Touré y un par de destellos de Silva. En realidad, muy poca cosa para el potencial que se le supone.
Y todo siguió en ese tono general hasta que se desataron los acontecimientos, el vértigo y la pasión. Justo antes de que eso ocurriera, Marcelo había intentado dos trallazos que pudieron abrir la lata, mientras que Silva se había retirado entre aplausos de quienes hubieran querrían verlo con la zamarra inmaculada. Dicho esto, la tormenta. La empezó Dzeko finalizando una contra de Touré, ante la complacencia de un Iker que se venció con una estampa impotente. El mazazo fue terrible, por injusto y por los antecedentes de los que se venía. Apareció entonces el rumboso Marcelo, que insistó desde fuera del área para encontrar el tesoro del empate por la vía del empeño.
Ya con Özil, Modric y Benzema en el campo el Madrid se fue arriba con todo en busca de los tres puntos, aunque la aventura comportó sus riesgos. A falta de cinco minutos, Kolarov sacó una falta lateral con rosca desde muy lejos y la pelota se coló malamente por el palo del guardameta. Conviene añadir que si alguien se ha ganado crédito en esta plantilla es Iker Casillas, aunque también que en el fútbol nada es ilimitado, por mucho que dé esa impresión por la penosa falta de competencia que se observa en el banco. 
Eso ya no era un mazazo, era la muerte definitiva y eternos días de duelo. Nadie podría imaginarse que una situación como esa, perdiendo a falta de casi nada y con la confianza hecha jirones, tuviera un desenlace feliz. Nadie salvo los tipos que correteaban sobre el tapete de Chamartín. Todo orgullo y ambición, eligieron morir matando. Conquistaron la supervivencia gracias a una acción mágica de Benzema, que se dio la vuelta en el balcón del área y batió a Hart con un disparo raso y ajustado al palo. Pero quedaba más. La guinda, el éxtasis. Como el deseo era ilimitado, Cristiano aceptó una vez más la responsabilidad y su enésimo intento acabó en las mallas. Lo celebró con rabia. Mou se tiró de rodillas. Los aficionados entraron en trance. Un grito unánime inundó la noche madrileña y premió la raza de campeón de sus chicos a la antigua usanza: ¡así, así, así gana el Madrid!

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jueves, 26 de abril de 2012

Real Madrid 2 Bayern de Múnich 1. La suerte para el que se la trabaja


Dilapidó el Madrid una oportunidad de oro para conquistar la 'Décima', que se le va circunstancialmente en una tanda de penaltis y en general porque ha sido menos que el Bayern durante la mayor parte de la eliminatoria. Los indicios eran otros, pues antes de encarar las semifinales se antojaba un plantel superior en casi todas las facetas del juego. Sin embargo, en muy pocas fases de los 210 minutos disputados sometió a su rival. Casi siempre parecieron más los germanos, más sólidos pero, sobre todo, más ambiciosos. Apenas durante el arranque de la vuelta en la Castellana tuvieron los blancos ese carácter que privilegia el deseo de ganar sobre el temor a perder. Cayó quien más especuló y venció quien con más decisión buscó la otra portería. Así de sencillo. 
De tal forma que en la lotería de las penas máximas los locales pusieron el miedo y los visitantes las muchas papeletas que habían adquirido. El único que estuvo a la altura del temple que se exige en esos casos fue Iker, que sacó dos pelotas. Ni con esas estuvieron sus colegas cerca de verse acariciados por la diosa Fortuna. Fallaron Cristiano, Kaká y Ramos, tirando por la borda unos sueños europeos que, sin embargo, se habían ido rompiendo en mil pedazos durante un duelo infinito que arrancó una mala noche de Múnich y durante el que los blancos han estado muy por debajo de lo que se espera de ellos.
La primera mitad fue un monumento a las enfermedades cardíacas. El sobresalto fue permanente en uno y otro lado, como si los dos púgiles quisieran llevar al límite de la capacidad emocional a sus respectivos parroquianos. De arranque le tocó sufrir a los alemanes. Enfrente tenían a un conjunto racial que aprovechaba la inercia de la pasión. Solo le llevó dos minutos y medio al Madrid la creación de una oportunidad gracias a un pase largo de Xabi que controló Di María, quien desbordó en velocidad por dentro para cedérsela a un Khedira que no tuvo la puntería suficiente. Solo fue el aviso del golpe inicial, que los blancos estaban obesionados en propinar. Marcelo le dio un pase a Di María y este convirtió el centro en un disparo que chocó contra una mano demasiado suelta. Penalti. Y CR7 transformó el 1-0. 
Lejos de asentar los ánimos, el gol desató una tempestad que incluyó una ocasión de Robben a puerta vacía que mandó por encima del larguero. Sin solución de continuidad, Gómez probó desde fuera y Khedira evitó milagrosamente que el rechace se convirtiera en el empate. Los germanos le querían dar la vuelta a la situación pero entonces volvió a aparecer Cristiano, cómo no, a asistencia de Özil. El portugués paró la pelota, levantó la cabeza y batió con la derecha a Neuer. El éxtasis llegaba a las gradas aunque quedaba un mundo por delante y la disposición sobre el terreno de juego no pintaba nada bien. 
Lo que ocurrió a continuación fue un dominio aplastante de los rojos. El bloque de Mou presentó excesivas fisuras y se sometió a una exigencia que abrió la puerta de la fragilidad. El aspecto empeoró cuando Pepe derribó en carrera a Mario Gómez dentro del área y Robben convirtió una pena máxima que Casillas tocó con los dedos. La eliminatoria quedaba empatada cuando todavía no se había llegado a la media hora de duelo. Y el Bayern siguió apretando. Delante se topó con una oposición tan nimia que con tres combinaciones podía dejar solo a su delantero centro, que no tuvo su noche rematadora hasta que se sacó la espina durante los penalties del final. Por otro lado, y prueba de la angustia que atenazaba a los de casa, Robben ejecutó un saque de banda ante una parsimonia generalizada que exigió un cruce milagroso de Pepe.
La segunda mitad fue tensa aunque vino cargada de menos sustos. Las llegadas bajaron de intensidad y los alemanes se contagiaron del temor a echar por la borda toda una temporada planificada para la finalísima en su propio feudo. Los hombres dirigidos por Mourinho, mientras tanto, demostraban una incapacidad notable para sacar la pelota jugada desde atrás y solo vivían de algún robo muy ocasional que pudiera pillar descolocado a sus enemigos. La espesura era manifiesta y apenas un disparo de Benzema alteró los biorritmos germánicos. 
En semejante tesitura llegó la prórroga. Curiosamente ahí se entonó un poco el Madrid, si bien algunos de sus efectivos terminaron de naufragar estrepitosamente. Hay pocas dudas de que ese fue el caso de Kaká, que entró de refresco y que gozó del privilegio de recibir una pelota franca dentro del área, darse la vuelta y buscar a algún colega. La resolución de la jugada fue impropia del dinero que costó, solo justificable en grandes citas como la que es motivo de estas líneas. Tuvo otra Granero, que entró muy tarde en el campo y que prefirió invitar al árbitro a picar con un penalti salvador cuando tenía fuera del marco a Neuer. No logró más que la amarilla y la prolongación de unos nervios que señalaban el camino a la perdición. Los once metros de distancia obsequiaron al que más cortejó al azar. Y dio al traste con una de las opciones históricas más evidentes para sumar otra Copa de Europa. Un adiós muy amargo.

miércoles, 4 de abril de 2012

Real Madrid 5 APOEL 2. Trámite a golazo limpio


Ha habido ediciones del Trofeo Santiago Bernabéu más rigurosas y tensas que el Real Madrid-APOEL de cuartos final de toda una Copa de Europa. No es demérito de nadie, ojo. Es la explicación natural de una ida en la que los blancos certificaron su pase a las semifinales e hicieron de la vuelta un trámite para turistas. A pesar de todo, acabó el asunto de la vuelta en goleada, otra más, aunque el partido desde luego no pasará a la historia. El recuerdo sólo conservará, si acaso, la estética de los goles merengues, de una belleza variopinta y excepcional. 
El que abrió la cuenta lo firmó CR7, que cometió la vulgaridad de anotarlo con la rodilla. Marcelo, de lejos el jugador más inspirado durante el tiempo que estuvo sobre el césped, puso el centro. El lateral brasileño fue persistente en sus habilidosos juegos de pies, tan alegres como vistosos. Un rato después, Kaká perfeccionó una rosca que había ensayado antes y que se le había marchado fuera por centímetros. A la segunda intentona la coló desde fuera del área por toda la escuadra. Su disparo fue perfecto por su dañina curva, preciosista en su trayectoria. Pero el mediapunta quiso más y terminó estrellando otra pelota en la base del poste. Lo cierto es que casi siempre que juega deja alguna perla.
Muy por encima de la continuidad en el juego, la actitud del Real Madrid fue irreprochable hasta que llegó el descanso. La aparente ausencia de implicación del arranque se convirtió en una excitación asesina, propia de un tiburón, cuando hizo sangre con los goles. La reanudación, sin embargo, supuso un cambio brusco en el tono. La sosería se apoderó de la lluviosa noche, hasta el punto de que lo más espectacular parecía que iban a ser los dos dientes voladores de Paulo Jorge, rudo defensa del APOEL que necesita con urgencia un dentista por un violento choque con un colega de la zaga. Por si faltaba algo, Mourinho se dedicó a rotar y a hacer probaturas en la situación más propicia para ello que imaginarse pueda por la inexistencia de riesgo. Albiol ocupó el mediocentro y Altintop el lateral zurdo. Callejón, que también entró, sí ocupó su sitio. 
Con semejante diseño, el que peor lo pasó fue el turco. Silbado por una grada que debería demostrar más generosidad, propició el 2-1 con un despiste de colocación y provocó el penalti que permitió a Solari (junior) maquillar el marcador con un 4-2. Entre medias, CR7 botó el enésimo tiro libre de la temporada... y lo embocó por las telerañas de la meta chipriota gracias a un misilazo espectacular. Callejón se había sumado al festival anotador con una incursión en la zona de peligro que adornó con un recorte y un remate certero. Pero lo mejor estaba por venir. Antes del final Di María recuperó una pelota, encaró a la defensa y se inventó una vaselina sutil que llevó el balón hasta la red a cámara lenta y de manera sublime. 
En una de las repeticiones se pudo ver a un aficionado en el fondo norte echarse las manos a la cabeza. Es lo que tienen los genios, que siempre nos sorprenden a los pobres mortales con sus ocurrencias. Por ellas y por convertirlas en realidad, claro. Eso al menos sí se lo pudo llevar el aficionado a su casa mientras acaricia el sueño de lo que viene. Si el APOEL, al que hay tributar con las convenientes dosis de respeto, ha supuesto un aperitivo ligero, las semifinales traen consigo un cartel con ganadería de las duras. El Bayern aguarda en Munich para recuperar un duelo que es tan histórico como áspero. Llegan las emociones fuertes, amigos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Real Madrid 4 CSKA de Moscú 1. Solvencia en espera de la pasión


En memoria de D. Ángel Sánchez, todo un señor madridista: 

D. Ángel Sánchez fue -maldito sea el pretérito- un madridista que siempre que se cruzaba contigo hacía un alarde de humor y pasión. Descontada la puntual actualidad del club apenas tratabas más temas, siempre secundarios. La conversación solía girar alrededor del último fichaje, la esperanza de una nueva temporada o el reproche formulado desde la lealtad al escudo de nuestros amores. Hasta el final le pidió a sus hijos un ejemplar de su diario deportivo. Fue merengue hasta el último aliento, que coincidió en fecha con la clasificación de su Madrid a unos cuartos de final que aproximan la recta final de la Décima, sueño por el que nos conmovería brindar en su memoria.
El objetivo se logró lejos de los alardes estéticos y con una eficacia probada. En un partido algo falto de tensión y carente de exigencias de primer orden, los pupilos de Mourinho le endosaron una goleada al animoso CSKA de Moscú. Sin dominar con claridad y con un tono más bien irregular, entregado al apetito de Cristiano Ronaldo y a la sobrenatural puntería de sus delanteros, los locales ganaron por 4-1 y aguardan un sorteo con varias novias apeticibles y solo un par de enemigos de aparente entidad. Con la mala noticia, eso sí, de la baja por sanción de Xabi Alonso.
No fue buena la imagen del Madrid en el tramo inicial. Es más, todo arrancó con un tremendo susto protagonizado por Doumbia, que se quedó solo ante Casillas en una contra urgentísima. Tuvo otro acercamiento el CSKA unos minutos después, pues la mínima descolocación blanca era reprendida con una velocidad centelleante del bloque ruso. Precisamente esa fue la virtud de la que se valió CR7 para forjar el primer riesgo de su equipo. Presionó, robó y se fue. Lo hizo todo bien menos el pase, franco para un defensa que, sin embargo, le regaló a Kaká una segunda opción que se marchó fuera en un tiro seco y raso. Lo malo es que ya habían pasado largo rato y solo entonces se inauguraba el balance de las ocasiones.
Tampoco hubo muchas más en los 45 minutos iniciales, ni por un lado ni por el otro. El juego de los de casa era discontinuo, estéril en la posesión y únicamente peligroso cuando robaba la pelota en campo contrario. Durante algunos minutos Marcelo entró como un estilete punzante por su banda aunque estuvo fallón en la entrega definitiva. Así las cosas, fue el Madrid quien golpeó en forma de gol. Llegó de una forma inesperada, pues Khedira se soltó el pelo con un recurso técnico francamente inédito: tras recibir dentro del área un envío de Özil, se dio media vuelta y le dio un pase con la zurda a Kaká, que rompía solo en el lado contrario de la jugada. El brasileño tocó la pelota con dañina intención para que Higuaín mejorara sus excelentes promedios anotadores.
Encararon los madridistas la reanudación con el viento a favor del resultado y ganas de resolver un trámite que ya se sabía poco virguero. El viento además decidió soplar a favor cuando un disparo lejanísimo y venenoso de Cristiano se lo comió un portero que al parecer se llama Chepchugov. Con 2-0 se vieron los mejores momentos del partido gracias a un dominio que ya sí era incontestable. No obstante, la mejor virtud seguía siendo la efectividad, tanta que a Benzema no le llevó ni medio minuto marcar desde que saltó al césped como relevo de Higuaín. Asunto liquidado. 
El rato que restaba fue un postre curiosillo para una comida solvente aunque poco memorable. Tosic firmó un golazo desde fuera del área que la afición rusa festejó como si el mundo fuera a acabarse en un suspiro. Y Benzema demostró su variado repertorio cuando le cedió de forma generosa el 4-1 a Ronaldo, que sigue engordando sus números de forma insaciable. Poco más. La funcionalidad lo había presidido todo como en un prólogo de encargo. En breve seguro que llega la proverbial pasión del madridismo profundo, esa virtud de la que suele hacer gala en Europa el escudo más glorioso del planeta. Virtud que con tanto carisma representó también D. Ángel Sánchez. Va por él.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Ajax 0 Real Madrid 3. Con la mente en otra parte


El Barça. Enfrente estaba un equipo histórico, el Ajax, y las botas recorrían un escenario impresionante, el Amsterdam Arena. Pero no había madridista ayer que, desde el portero Adán hasta el aficionado más disperso, no tuviera su mente puesta en el Fútbol Club Barcelona y en el sábado por la noche. Llega el clásico, la madre de todos los duelos. Y el Madrid tenía los deberes europeos más que resueltos. Así que Mourinho dispuso en la última jornada de grupos una alineación plagada de suplentes. Tanto fue así que las únicas dudas se repartían entre el suspense propio del marcador en cualquier partido y, sobre todo, las hipótesis que de la alineación y de los cambios podían formularse de cara al fin de semana. Así de claro.
Ganó el Madrid y ganó con un guarismo holgado. De hecho, el 0-3 fue excesivo. La brutal pegada que tiene su ataque y un par de graves equivocaciones arbitrales explican lo ruidoso del resultado. No generó demasiado caudal ofensivo el once madridista, seguramente porque Granero ocupó una posición para que la que no está en absoluto dotado. Por mucho que ciertos sectores de la prensa y del público se empeñen, el canterano no es mediocentro y punto. Ayer ocupó esa parcela junto a Sahin y los vestidos de negro se resintieron de evidentes carencias en el control del juego.
Es pronto para sacar conclusiones, además, alrededor del fichaje más ilusionante de la temporada. Está todavía con su pretemporada particular, si bien da la impresión de que el turco no es Xabi Alonso. Desde luego no posee el desplazamiento en largo ni la presencia física de quien tiene la misión de sacar la pelota justo por delante de los centrales. Puede que sea más mediapunta que mediocentro organizador. Pero, insistimos, es pronto para sacar conclusiones.
El caso es que el Madrid fue letal a la contra y gracias sobre todo a su velocidad. Callejón volvió a brillar, especialmente en el arte del demarque en velocidad y el remate seco. Inauguró el marcador en el primer tiempo y lo cerró en el segundo con dos acciones casi gemelas, colándose entre unos defensas titubeantes en el achique y demostrando una habilidad pasmosa ante el marco. Entre medias, Higuaín aprovechó un pase lejano y en profundidad de Benzema, ese tipo que un día coqueteó con el autismo y que ahora puede jugar de lo que se proponga. Su visión, destreza y calidad le permiten jugar en infinitas parcelas del campo. Eso, más el estreno del canterano de origen portugués Mendes, fue de lo poco noticioso de la noche.
La velada, por otro lado, resultó especialmente cómoda gracias a dos fueras de juego que el árbitro se inventó durante la primera parte y que hubieran acabado en legítimo gol. Seguramente el Ajax no hubiera sacado un empate en cualquier caso, único resultado que le hubiera sido útil habida cuenta de lo que estaba sucediendo en Zagreb. Allí, el Lyon le endosó siete goles al Dinamo y se metió en octavos gracias a las diferencias goleadoras. La grada holandesa no daba crédito. Y menos mal que los seguidores no estaban contemplando los hechos con sus propios ojos, pues hubieran pasado de la sorpresa a la ira. Lo sucedido en tierras balcánicas tiene toda la pinta de un enjuague infame que debería investigarse a fondo. Sería lo último que le faltaba a la vieja Europa: un escándalo estruendoso e inmoral en la Champions.
Y el Barça. Uno se iba con la mente a Zagreb, e incluso a Basilea para sorprenderse con la precipitada caída del Manchester United. Puede que incluso viajara al mismo Manchester para comprobar la eliminación del multimillonario City. Pero el cerebro volvía una y otra vez al clásico. Si Benzema era el primer sustituido, todos lo veían como un indicio de probable titularidad en el duelo de los duelos. De igual modo, y en ausencia de un fútbol espectacular, los deseos y las interpretaciones se cruzaban en un vuelo hacia el futuro. El futuro inmediato de un Real Madrid-Barcelona que lo eclipsa todo, incluida una Champions que parece trazar otro choque de gigantes en la estación de destino. Ya veremos.

martes, 22 de noviembre de 2011

Real Madrid 6 Dinamo de Zagreb 2. Grupo salvaje

 
Sahin. Sahin y Xabi Alonso. Por separado y juntos. A falta de suspense, pues el Madrid ya tenía virtualmente resuelta su clasificación europea como líder del grupo, la noticia sobrevolaba el centro del campo y tenía por protagonistas a sus ocupantes. Pero este Madrid no está para lo particular, ni siquiera por parejas. Funciona el todo, el organismo completo, el bloque. Todas las piezas están al servicio de la obra entendida en su globalidad. Pronto, de inmediato, se olvidaron los detalles y se puso en escena un superlativo ejercicio de ambición, compromiso y solidaridad. Lo mejor no fue el set que le hizo a los croatas. Lo mejor fue, una vez más, la actitud.
El árbitro dio la orden de salida y los jugadores dirigidos por Mourinho, que en principio no ponían mucho en juego, se comportaban como si sus vidas corrieran grave riesgo. Fruto de esa necesidad autoimpuesta, el equipo pareció una botella de champán recién sacada de una centrifugadora. Todavía con el eco del pitido inicial en los oídos de los espectadores, Benzema desvirgó al Dinamo de Zagreb al final de una sinfonía de pases horizontales que acabó con la pelota en su pie derecho y con la rúbrica del 1-0. El cántico ritual a la memoria de Juanito del minuto 7 ya estaba arropado por el 2-0, cobrado por un Callejón asistido generosa y precisamente por Benzema. Y no se había llegado a la redonda cifra de los diez cuando Higuaín se había incorporado a la fiesta con un recorte magnífico y un toque genial. Visto lo visto, casi hubo que esperar una eternidad para que llegara el cuarto. Fue a los veinte minutos y lo certificó Özil, suelto y elegante en todo lo que hizo. El portero rechazó una pelota y el germano-turco detuvo el tiempo dentro del área con un estilo que recordó al mejor Butragueño. Serenidad y gol. 4-0.
El descanso sirvió para que Mourinho les pusiera la alfombra a los meritorios. Entraron Albiol, Altintop y Granero, con el consiguiente ahorro para Ramos, Özil y Xabi. Sahin se quedó solo al mando del timón. Solo quedaba por ver si la segunda unidad era capaz de desempeñarse con la misma motivación dada la eterna diferencia que reflejaba el luminoso. De momento, Callejón despejó cualquier duda y anotó su segundo chicharro y el quinto de la noche en una acción en la que alardeó de desmarque, paciencia y remate. Al poco, encima, el canterano se inventó una vaselina excepcional que el guardameta sacó milagrosamente con la yema de los dedos. 
Todos quisieron. Ése parece el gran secreto de este Madrid solvente y concentrado, cualidades que sumadas al indiscutible talento individual componen un cóctel embriagador. Talento les sobra desde luego a Higuaín y a Benzema. Además, los dos poseen unas habilidades que casan bien. De la suma nació el sexto, anotado por el delantero francés al aprovechar un pase con el tacón de su colega argentino. Como si tuviera la sensación de que al pastel le faltara una guinda, Karim se adornó a continuación con un globito a sí mismo y al que dio continuidad con una espectacular chilena que estrelló contra el poste. Que antes los croatas hubieran anotado el gol del honor -e incluso que después maquillaran el repaso con un segundo tanto- era una anecdotilla sin importancia: el Bernabéu estalló en una ovación cerradísima a la ocurrencia acrobática, borracha de calidad, que tuvo quien hace no tanto era protestado en todo lo que intentaba. Así, y en la noche de Sahin -correcto, sin más, a falta de coger ritmo en las piernas-, sobresalió la entrega de un grupo que se comportó de forma salvaje y que parece infundir terror en la ribera del Manzanares.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Olympique de Lyon 0 Real Madrid 2. Oh la la!

 
Oh la la! es una expresión que revela sorpresa. Posee ese aroma de la lengua francesa que se mueve entre la sonoridad elegante y el amaneramiento ridículo. Sorpresa. Oh la la!, por fin ganó el Madrid en Lyon. Oh la la!, Sergio Ramos es irremplazable como central. Oh la la!, Lass puede jugar, con suma corrección, en cualquiera de los dos laterales. Y oh, la, la!, Cristiano Ronaldo ya es goleador centenario de una institución gloriosa. 
La expresión también denota júbilo y el equipo dirigido por Mourinho tiene motivos para una contenida celebración. Su esperada victoria ante un correoso Olympique despeja el horizonte de la primera plaza del grupo y permite administrar esfuerzos y concentrarlos en una Liga que se presume muy exigente. El 0-2 constituye además otro golpe de autoridad, pues se produjo en un escenario por lo general exigente, de esos que aprietan. Salieron los blancos bien parados de los arreones franceses y se llevaron con merecimiento tres puntos, aunque costara algunos litros de sudor.
Compareció el once con algunas novedades y apenas se resintió por ello. Dominó durante la primera parte sin necesidad de imprimir el diabólico ritmo de citas todavía frescas en el recuerdo. Controlaba los hechos el Madrid sin grandes aspavientos cuando CR7 mandó un misil de vuelo semirasante contra el marco de Lloris. El golazo de libre directo sirvió para adueñarse más de los tempos de un partido que no quedó resuelto antes del descanso porque Di María tiene la pierna derecha solo para apoyarse y porque Özil estuvo blandito en la definición. 
No obstante, la imagen de algunos madridistas como Benzema o el mismo Lass fue óptima. El delantero no mojó pero hizo alarde de su sobresaliente visión de juego. Cuando se marchó al banquillo entre aplausos lo hizo con el deber más que cumplido. Antes y después de ese cambio sus compañeros demostraron también mucho compromiso, especialmente en las no siempre vistosas artes del repliegue. El Olympique embestía con una mezcla de músculo y voluntad, pero las maniobras defensivas de los visitantes les cerraban todas las puertas. Y cuando quedaban entreabiertas aparecía un ángel vestido de amarillo apellidado Casillas. 
Así las cosas, el árbitro se tragó un penalti clamoroso por mano en el área del Lyon y, preso de una conciencia turbia, se apresuró a señalarlo poco después en una acción bastante más discutible sobre CR7. El portugués lo transformó y acabó con cualquier duda sobre si lleva 100 goles vestido de blanco o no. Los lleva y la cifra es brutal. A todo esto, y con las dudas del triunfo en tierras galas ya resuelto, sus colegas se dieron el lujo de dormitar un rato. Con Lass en la banda izquierda y con Albiol en la derecha la retaguardia propició varias ocasiones que el Olympique no llegó a concretar. El marcador sin embargo quedaría a cero. Si las cuentas no fallan, cuatro partidos sin encajar un gol continental. Y eso merece, sin duda, un último y rotundo oh, la, la!

martes, 18 de octubre de 2011

Real Madrid 4 Olympique de Lyon 0. Adiós, fantasmas, adiós


Uno escucha el nombre del Olympique de Lyon y es como si una muela olvidada te recordara que existe. Sí, la temporada pasada el molar quedó anestesiado con la eliminatoria de octavos, pero el recuerdo de los dolores pretéritos permanece en ocasiones como un trauma. Para muchos éste es el caso. Pues bien, quizás un 4-0 sea ya más que suficiente como para ir zanjando las cuentas pendientes del pasado. Las diferencias hoy por hoy son enormes entre las dos plantillas y el Madrid lo dejó patente devolviéndole a su incómodo enemigo un serio correctivo. De paso, el primer puesto del grupo de la liguilla de la Champions empieza a antojarse incuestionable, así que el equipo técnico puede ir programando plácidamente los próximos meses de competición europea. 
Antes de nada el espectáculo arrancó de partida con dos hechos sorprendentes si se tienen en cuenta las previsiones: el enrachadísimo Higuaín le cedió el puesto a Benzema, en un gesto que parecía una caricia simbólica de Mourinho al francés, mientras Kaká se tomaba un descanso tras la acumulación de minutos, algo que ni su más acérrimo seguidor hubiera creído hace un mes. Di María recibió el premio de su fulgurante actuación del sábado y ocupó la banda derecha. Así las cosas, el francés devolvió la confianza abriendo el marcador con el típico gol del delantero oportunista que aprovecha en saque de esquina lo que queda suelto en el segundo palo. Y el argentino tuvo una actuación discreta y  desdibujada, especialmente por comparación por lo que pasaba en el otro lado del campo. 
Allí, Marcelo se daba un festín. Generoso en el despliegue, el lateral zurdo se incorporaba una y otra vez y enredaba a la defensa gala, excesivamente aculada. Las embestidas del brasileño eran solo uno más de los síntomas que gobernaban el destino de un partido en el que el Madrid era tan compacto como largo su rival. Khedira, incansable en despliegues y repliegues, liberaba a un Xabi Alonso que se gustó a libre conveniencia con toda suerte de desplazamientos, algunos de ellos eternos. El resultado de todo fue un monopolio de la posesión y una sensación de dominio mucho más escandolosa que el número de oportunidades acumuladas, que tampoco fueron tantas.
Un par de disparos de CR7 sobre el lateral de las mallas y una pelota sacada con la punta de los dedos por Lloris fue lo más peligroso que generaron los de casa durante el primer tiempo. Mientras, el Lyon solo se acercaba a las inmediaciones de Casillas durante un titubeo de Pepe, que dejó a Gomis solo y frustrado por un mal control. De cualquier forma, los madridistas buscaban el vestuario con la sensación del deber sobradamente cumplido en el ejercicio de la presión, parcela poco vistosa del juego que los paladares exigentes también saben disfrutar en casos como éste. Sensación a la que había que sumar la frustración causada por un árbitro torpe que anuló un gol a Benzema y amonestó a Xabi por sacar una falta para la que no había pedido pasos en modo alguno en el origen del lance.
Preliminares. Todos esos acontecimientos no fueron más que preliminares. Nada más reanudarse el encuentro Khedira aprovechó la generosidad de Benzema y al 2-0 le sucedió pronto el 3-0 obra de Özil, tras una sucesión de rechaces. Al Olympique se le abrieron las costuras y el Madrid con espacios disfrutó de esa situación tan propicia a sus cualidades. Kaká entró por Özil y dejó más muestras de su evidente cambio de ritmo y de unas sensaciones magníficas. Higuaín relevó a Benzema aunque no tuvo tiempo para prolongar su idilio con el gol, mientras CR7 se afanaba sin éxito de todas las formas posibles. La mala suerte quiso, además, que cuando lo tuvo se cruzara en su camino Kaká y ejerciera la fatídica influencia que separa la legalidad del fuera de juego. Anécdotas, todas ellas, para un duelo sin más historia que el regreso de Mourinho a los banquillos europeos y la huida de unos fantasmas con acento francés que ya empiezan a quedar lejos.

martes, 27 de septiembre de 2011

Real Madrid 3 Ajax 0. De repente, el arte


Los no futboleros jamás lo entenderán, pero este deporte a veces coquetea con la dimensión artística. Lo inesperado, lo bello, lo sorprendente y lo evocador puede emerger en cualquier momento, por ejemplo durante el arranque europeo del Madrid en su hogar de Chamartín. Minuto 25: Özil arranca la jugada en su campo y pone en ventaja a CR7 y a Kaká, quienes veloces se asocian, la pelota vuelve a Özil, que abre a la derecha para Benzema, quien sube la cabeza y la pone en el área para que Ronaldo fusile a placer. Descrita con tan torpe prosa parece nada. Visto es un fogonazo sublime de talento colectivo. Todo sucedió con un solo y exclusivo toque por barba. Y a una velocidad de vértigo. Una sinfonía perfecta, con un tono melódico electrizante. Un lujo, o sea. 
El invitado al evento era el Ajax, un histórico venido a menos que a punto estuvo de emular al Rayo Vallecano en su primeriza aproximación al marco de Casillas. A diferencia del sábado, Iker sacó la pelota y no la dejó muerta en el área chica. Durante quince minutos más, los holandeses se aprovecharon de la titubeante actitud de los madridistas, algo rígidos en su disposición sobre el terreno de juego, debilidad que no arregló Benzema al dilapidar pronto una oportunidad clarísima. Mourinho había renunciado a una de las bandas al relegar a Di María en favor de Kaká. El brasileño respondió con la que seguramente fuera su mejor actuación continental con la camiseta blanca,  lo que tampoco era una misión imposible. Ocurrió sobre todo a partir del brillante gol que había roto el marcador, especialmente durante un pasaje en el que Xabi Alonso destapó el tarro de las esencias con sus pases en largo. Uno de ellos acabó con el balón en los pies de Ronaldo, quien se lo facilitó a Kaká para que de un zurdazo seco agrandara la diferencia. Lo celebró con una rabia incontenible, como si se sacara un terrible peso de encima. La mejor noticia para él es que pocos aficionados cuestionan ahora una condición de titular que empieza a hacerse habitual. 
Todo, desde luego, resulta mucho más cómodo cuando las misiones son tan plácidas como tumbar al risueño aunque inocente Ajax. La segunda parte se movió en parecidos derroteros al final de la primera, sin la salsa de la emoción y con la curiosidad de las acciones puntuales. Quedó gozosamente satisfecha con otro zarpazo blanco, nacido en la lejanía gracias a la precisión de Xabi, continuado por Arbeloa en la banda izquierda, prolongado por Kaká con una incursión en el área y resuelto por Benzema tras una excelente asistencia del mediapunta. Éste jugó tan bien que a nadie le importó un fallo posterior a puerta vacía, o eso se deduce de la entregada ovación que recibió cuando le dio el relevo a Di María.
Con el 3-0 el partido se desinfló. Quedaba disfrutar todavía con la rapidez y serenidad de Varane. O con un paradón excepcional de Iker a un exigente cabezazo. O con el debut de Altintop, que empezó a ganarse el salario al que renunció hasta que no reapareciera. También faltaba confirmar la cabezonería con la que Mourinho se empecina en no gestionar los minutos de sus empleados más exigidos cuando los puntos están en el zurrón. A nadie pudo extrañar, por ello, que Benzema se retirara con molestias musculares y miedo, mucho miedo, da reparar en que Xabi Alonso ha disputado todos los minutos oficiales en lo que va de temporada. Que la diosa Cibeles le conserve la salud por mucho tiempo.