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miércoles, 30 de enero de 2013

Real Madrid 1 F.C. Barcelona 1. Varane y mucho más


Varane y mucho más, sí. Se destapó el francés con un partido superlativo, de una jerarquía imponente ante un tipo como Messi. Y lo coronó con un testarazo que dejó el 1-1 en la eliminatoria para que el misterio se resuelva en el Nou Camp. Eso será dentro de mucho tiempo y para entonces puede que Mou disponga de toda la plantilla en un estado efervescente de forma. La mejor noticia de la ida fue la sensación de igualdad en un enfrentamiento que pudo acabar de cualquier forma, pues ocasiones hubo para que el resultado hubiera sido casi cualquiera.
Tuvo mérito el Madridd ante un equipo que juega de memoria y con una precisión milagrosa. Con una defensa de circunstancias y en la que no figuraba ninguno de los habituales, especialmente dos laterales de circunstancias, empató en el resultado y, salvo un tramo de la segunda mitad, en el juego. De hecho, hubo minutos de presencia más peligrosa alrededor de Pinto, que tuvo que sacar un par de balones cargados de veneno durante la primera parte. Uno de ellos llevó nada más empezar la firma de Cristiano Ronaldo, que lanzó misil en libre directo que hizo una curva casi mortal. Otra fue en un balón colgado por Essien que tropezó en una pierna para morir en las yemas de los dedos del portero culé.
Hubo más: Benzema lanzó al lateral de la red en una aproximación nítida y Alves sacó minutos después con la involuntaria mano un centro raso que se paseaba frente al marco azulgrana. Eso por un lado. En el otro hubo también movimiento, especialmente cuando Carvalho afeó la impresionante actuación de su compañero Varane con una impresentable cesión a Diego López, que fue titular. Disparó a puerta vacía Xavi pero llegó como un trueno para evitar el tanto el espigado francés, que se mueve con la agilidad de una gacela y el vigor de un búfalo. 
No marcó el capitán barcelonista ni en ese momento ni en una falta que murió en el larguero. De hecho, era un milagro que el marcador viviera tanto tiempo con la nada en el marcador. Así hasta que Callejón despejó malamente con la zurda y se quedó inevitablemente enganchado en el fuera de juego. Cesc, con un mundo para pensar, batió a Diego. Sin duda fue un mazazo, pues la victoria momentánea dio paso a un trecho de palmaria superioridad del vigente campeón. Solo Varane, providencial ante Fábregas y Messi en un par de oportunidades, más la falta de acierto de Pedro, evitaron que las semifinales quedaran prácticamente sentenciadas. 
No fue así porque este Madrid es muy competitivo. Cuando más coartada tenía para flaquear sacó el orgullo e insistió, aunque ya un poco roto, en la ofensiva. Cristiano se quedó a centímetros de marcar de cabeza tras un fallo inesperado de Piqué. Sus lamentos tuvieron minutos después el bálsamo del golazo de Varane, que lo hizo todo y todo impecable, incluida una elevación majestuosa y un giro de cabeza impecable. Gol y empate. 
Prueba de la vocación ambiciosa de la plantilla fueron los arreones finales, con llegadas al filo del gol conducidas sobre todo por un Özil que atraviesa un excelente estado de forma. Modric, ya sobre el terreno de juego, puso las dosis de calidad que le faltan a Callejón, si bien el once se partió por la mitad. Cualquiera podía desnivelar la balanza, por ejemplo Jordi Alba en un desmarque en ruptura que acabó con una parada de reflejos del re-debutante bajo los palos del Bernabéu. Ya no se alteraría más el electrónico, que deja la resolución del relato para una noche barcelonesa a la que está por verse en qué circunstancias se llega. De momento, hay eliminatoria. 

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domingo, 27 de enero de 2013

Real Madrid 4 Getafe 0. Özil y Cristiano no mienten


En una mañana de domingo gris y pesado emergió la verdad del fútbol. La verdad de Özil y de Ronaldo. Tras una nueva semana de dimes y diretes, pan nuestro de cada día para la prensa escandalosa desde hace demasiado tiempo, el alemán de ojos saltones puso la luz en el juego en la misma medida en la que Cristiano puso los goles, tres de los cuatro. Uno y otro fueron sustituidos ante la entrega generalizada de una grada que en ellos sí cree. 
Las pruebas que esgrimieron no fueron unos vulgares mensajes guasaperos, sino el arte del pase y de la pegada. Ellos fueron sin duda lo mejor de un partido mañanero y sin demasiada tensión, que dejó por cierto una primera mitad para olvidar. La dupla Essien-Modric no funcionó durante ese período, quizás por la nula aportación ofensiva de uno y por la intermitencia del segundo. Los minutos caían sin que el monopolio de la posesión significara nada fértil. Adán, que fue titular, se convirtió en simple testigo de los hechos, si bien sus colegas de la vanguardia tampoco llegaban en demasía a las inmediaciones del peligro. En un par de ocasiones pudo desnivelar la igualada Özil, pero lo suyo es más la apertura de espacios y las generosas entregas que el acierto ante el marco. 
Los papeles volvieron a los mejores actores y la película subió en acción dramática después del receso. Ingresó Khedira en el tapete y, a pesar de que no parecía intervenir mucho, la cara general mejoró. Cierto es que el gol de Ramos a la salida de un polémico córner, con una posible falta de Carvalho sobre Moyá, despejó definitivamente el horizonte. 
A partir de ahí todo fue coser y cantar. Özil y Ronaldo se sobraron para rubricar una contra tan sencilla como asesina, con el medipunta cediendo la pelota en el momento justo y en el lugar exacto. El portugués firmó un zurdazo seco, cruzado y marca de la casa. En muy breve sumó otro par en variantes que demostraban de nuevo su tremenda versatilidad goleadora: de cabeza a centro medido de Di María y de penalti con un golpeo fuerte y pegado al palo. 
Con el 4-0 y con los mejores jugadores ya en el banquillo para ahorrar energías de cara al clásico copero del miércoles, los hechos se relajaron. Callejón casi cerró la manita poco después de entrar en el campo. Y Di María exigió a Moyá una estirada notable en un libre directo. Pero no hubo más. La gente se marchó a comer con la sensación de haber encontrado sobre el césped y en las botas de Özil y de Ronaldo la verdad del fútbol que ya le cuesta encontrar tanto en los quioscos.

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miércoles, 23 de enero de 2013

Valencia 1 Real Madrid 1. Vienen curvas


Pasó el Madrid, que ya está en semifinales de Copa. Allí espera un nuevo clásico si el Barça supera la prueba malacitana. Vienen las curvas de la temporada, sin duda. Y vienen después de que la vuelta copera se convirtiera en un trámite marcado por la humillación liguera y dominical, además de por la ventaja adquirida en el partido de ida. Marcó Benzema y un solo gol madridista obligaba a cuatro a su rival. La celebración de la diana lo era, pues, del pase en un partido sin relato. 
Por buscarle algo fue, sin duda, la noche de los porteros. Iker tuvo que retirarse por un trompazo en la mano y le sustituyó Adán. Un fallo del 'suplente ex-titular' prolongó la vida valencianista concedida por Coentrao en una estúpida mano que suponía su segunda amarilla. Tino Costa sacó la falta lateral con un zurdazo raso que iba muy centrado pero que el guardameta se comió lastimosamente. Tocaba pasar casi cuarenta minutos en inferioridad, si bien la distancia en la eliminatoria era mucha gracias al gol de Benzema poco antes del descanso. El acierto del francés, a pase de Alonso, valía su peso en oro. 
Mucha historia no tuvo tampoco el duelo durante la primera parte. El Valencia, mucho más entero que el pasado domingo, se comportó con dignidad general aunque no fue capaz de generar demasiado peligro. Su única vía para la inquietud consistió en los balones parados, siempre cabeceados por Valdez. Resulta difícil de entender que su pareja de baile fuera Xabi Alonso, mucho más débil por alto. Eso y las dificultades de Casillas para conjurar el peligro cada vez que hay un balón colgado en el área pequeña.
En una de esas, por cierto, llegó la lesión por patada involuntaria de Arbeloa. Era el gran detalle, junto al gol, de 45 minutos que solo habían dejado una ocasión de Cristiano que Guaita sacó en el palo corto, si es que vale la expresión. Las emociones, de haberlas, quedaban emplazadas para la reanudación por el oxígeno que suponía la expulsión de Coentrao y el empate de Costa. 
Una de ellas consistió en la entrada de Sergio Canales, una joven promesa que no merece el sufrimiento que ha acumulado en sus rodillas. Otra se la llevaría a casa Nacho, que jugó en el lateral derecho y que reemplazó a Özil. El asunto ya estaba para el empuje valencianista y para el intento de alguna contra madridista que matara el poco nervio que aún pudiera imaginarse. Nadie, sin embargo, parecía cerca de mover el marcador. Tampoco Pérez Lasa estaba por la labor de tomar otra gran decisión expulsando a Joao Pereira, que lo merecía por una fea falta sobre Arbeloa. 
Pero nada. Los minutos caían a peso muerto y la eliminatoria se iba apagando poco a poco. Modric picó unos minutos un tanto estériles pues el partido no quería protagonismos... hasta que emergió por enésima vez la figura de un personaje lamentable que se apellida Pérez Lasa. Disculpó una tarjeta a Banega por una falta equivalente a la hecha por Cristiano un rato antes y que sí supuso cartulina. A continuación expulsó por roja directa a Di María, que se equivocó lanzando una coz a Pereira que, sin embargo, no llegó a impactar al lateral. Hay quien quiere ser siempre la salsa de todos los platos. Y generalmente suele ser algún tipo acomplejado y perdonavidas como Pérez Lasa.

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domingo, 20 de enero de 2013

Valencia 0 Real Madrid 5. Tormenta perfecta


Desató el Madrid la tormenta perfecta sobre Mestalla. Si el resto del territorio nacional parecía una Iberia sumergida por las adversidades climáticas, el mal tiempo en el estadio solo lo fue para el ánimo de los aficionados ché. La frecuencia de sus quejas, como si existiera una rivalidad deportiva de categoría especial, quedó zanjada con la única realidad de los últimos años: que un mundo separa a las dos plantillas, por mucho que la imagen en la ida copera fuera de una ficticia igualdad. Y es que en solo una mitad le llovió de todo al valencianismo.
Se fueron los jugadores al refrigerio con una manita en el marcador. 0-5, se dice pronto. Un quinteto rotundísimo que pudo ser más abundante. Si Khedira, uno de los más entonados por llegadas y asociación, hubiera acertado ante el marco los guarismos hubieran sido de un estruendo apocalíptico. Eso, en los números. En el juego el repaso fue igual de escandaloso e incluyó todas las variedades imaginables, aunque sobresalió la especialidad de la casa: el ataque vertiginoso y en velocidad. 
Así, pues, a enumerar, que hay mucha tarea: el electrónico lo abrió Higuaín al culminar con la zurda una contra de Di María, que ganó la línea de fondo tras un desmarque en profundidad. El delantero no perdonó lo que había disculpado unos minutos antes y a puerta casi vacía tras pase de Arbeloa. Su velocidad y la de su socio "El Fideo" generaron una permanente jaqueca en la línea defensiva, si es que merece tal nombre, del Valencia. 
De hecho, fue Di María quien anotó el segundo sobre la línea de gol y al aprovechar una acción sobresaliente de Cristiano, que demostró también su precisión en el recorte y la asistencia desde los terrenos más apremiantes. Ya puesto, fue el mismo luso quien solo un minuto después hizo el tercero, en nueva contra que terminó cocinándose él solito con un zurdazo al palo de Alves, que a esas alturas ya no sabía por dónde le venía el peligro.
Tal era la coyuntura que el Madrid se dio un lujo colectivo también en ataque estático. Una larga combinación en la frontal la concluyó Özil con un toque sutil y con la espuela que CR7 violentó con un zarpazo imparable: 0-4. Y quedaba, antes del descanso, la guinda del quinto, que nunca es malo según reza el tópico. Özil, de nuevo, asistió, esta vez a Di María, que sumó de paso el segundo particular de la noche. Por citar a Albelda, podría decirse que fue el mejor de los suyos. De mantener este nivel en la recta final de la temporada sería para empezar a soñar. 
Lo normal, con todo lo sucedido, es que una legión de parroquianos desfilara hacia el calor del hogar y que el Madrid cayera en la relajación. Los valencianistas pusieron en la reanudación la vergüenza torera de ir a por cada pelota con cierto riesgo y los visitantes no se jugaban ya nada en la disputa. Los locales apremiaron a Casillas en algunas llegadas y en varias intentonas desde fuera del área. Uno disparo de Piati acabó empotrado contra el larguero sin que nadie se inmutara. Mou empezó, además, a administrar esfuerzos y retiró a Xabi Alonso para dar entrada a Essien. Modric ingresó en lugar de Özil. Y lo mucho que restaba quedaba para un entrenamiento con -poco- público y la sospecha de que algún contragolpe ocasional agrandara la ventaja. Solo hubo dos o tres aproximaciones más, especialmente una de Cristiano que falló a un metro de la meta por mala posición del pie. Daba igual: para la memoria quedaba el húmedo recuerdo de una borrasca vibrante.

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miércoles, 16 de enero de 2013

Real Madrid 2 Valencia 0. Pegada y nada más



Mal partido y excelente ventaja. En eso se resume lo acontecido en la ida de los cuartos coperos ante un Valencia en evidente crecimiento desde que lo entrena Valverde. El tono de la actuación del Madrid demostró que el rendimiento de Pamplona fue fruto de algo más que la indolencia. Física y futbolísticamente el equipo ofrece unos síntomas de lo más preocupantes. Por resumir, parece a años luz de la mejor versión del curso pasado.
Podría pensarse como una de las hipótesis que el trío Xabi-Özil-Modric, con el que se compareció en escena, no mezcla. Los tres, tipos de una calidad contrastada, se restan entre sí. Cuando lo normal sería disfrutar de un poco más de dañina posesión ninguno de ellos entró en contacto con la pelota ni lo suficiente ni en las mejores circunstancias. Se adueñó de la posesión el Valencia, con más criterio en la circulación. De hecho, casi podría decirse que con más criterio en todo salvo en lo único que cuenta al final: el gol. 
El que abrió el marcador lo anotó Benzema en un contragolpe letal que, ojo al dato, habían cocinado Essien y Khedira. Ni siquiera eso le dio oxígeno a los blancos, que sufrieron algunas llegadas francas de sus enemigos. Una de ellas, de Jonás, la salvó Casillas con unos reflejos portentosos bajo los palos cuando todavía había tablas. Fue una de sus pocas intervenciones y fue, sin duda, decisiva. 
Jonás dispuso de más, pues lo intentó desde fuera del área y, ya en la segunda mitad, desaprovechó un remate a puerta vacía tras el rechace de Casillas a un tiro de Soldado. Además, los hechos sustantivos sucedían muy lejos del marco ché. Modric dejó el campo y sus compañeros tampoco ganaron en equilibrio ni en mando. Con un juego pesado e impreciso, sin elaboración ni llegada, los de casa hacían todos los méritos para acumular un peligroso 1-1. 
Pues no. La lógica del fútbol consiste en su ilógica y, justo cuando peor aspecto tenía la velada, llegó el tranquilizador 2-0. Una subida de Coentrao -que suplió en el descanso al felizmente reaparecido Marcelo- acabó con un centro peligroso que fruto de un barullo acabó en las mallas. De un barullo y de una mano de Higuaín que nadie vio hasta la tercera repetición. 
No debió subir el gol al casillero, aunque sus efectos benéficos sobre el ataque blanco fue escandaloso. A partir de ahí, con espacios y el bajón anímico de los visitantes, el tercero no llegó por los milagros que obró un tipo llamado Guaita. Le sacó dos ocasiones clamorosas a Cristiano, con unas manos espectaculares cuando pintaba que no tenía nada que hacer. Lo ilógico de la lógica balompédica, pues cuando el Madrid hizo méritos no tuvo puntería. Con todo, el resultado fue tan espléndido como enorme el margen de mejora de una escuadra cuyo potencial es ahora mismo impropio de un aspirante a empresas más exigentes.

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sábado, 12 de enero de 2013

Osasuna 0 Real Madrid 0. Contra los valores


Los cacareados valores madridistas, tan aludidos como nunca especificados del todo, fueron ofendidos en Pamplona. Y no solo por el rácano empate a cero en casa del último, que ya está bien. No. Sobre todo fue ese otro intangible al que llaman "imagen". El balonazo desde atrás, perpetrado por Casillas o por Albiol, fue el principal plan futbolístico que esgrimió el once madridista en ataque. Un plan picapedrero, durísimo para la vista, la inteligencia y la sensibilidad de cualquiera. Con la baja de Cristiano y en una competición perdida, sí. Pero nada puede justificar la mezcla de vulgaridad e impotencia que dejó el Madrid en su visita a Osasuna. Sencillamente, ese escudo es demasiado grande para tolerarlo. 
Mientras millones de madridistas se robaban a sí mismos y a sus seres queridos un par de horas de tiempo, un grupo de chicos millonarios vestidos de blanco y dirigidos por el mejor técnico del mundo -IFFHS dixit- convirtieron ese lapso en un monumento a la nadería más absoluta. El balance atacante se redujo a un par de salidas despistadas del portero rojillo que dilapidaron Higuaín y Coentrao en la primera parte. A eso y a un gol anulado a Callejón por un fuera de juego muy justito. Y punto. El vacío, la sosería, la nada. Nada. Palabra repetida por sumar letras a lo que apenas puede describirse porque careció completamente de interés. Algo que debería estar prohibido en el diccionario del mejor club de la historia.
Por rescatar algo, solo hubo orden... aunque muy poco concierto. Modric apenas entró en juego y Alonso contactó escasamente con la pelota por el estilo siempre apremiante de Osasuna. Solo los errores puntuales de los rojillos o los escasos robos arriba de la pelota abrieron alguna opción al peligro. Nulo balance. 
Nada cambió, además, con los cambios de la segunda mitad, que incluyeron el ingreso de un Kaká que sigue levantándose más de 10 kilos al año sin que nadie lo remedie y que como hecho más singular dejó su insólita expulsión. Por otro lado, ni los argentinos que abandonaron el campo -Higuaín y Di María, a los que siguió Modric-, ni Özil ni Benzema, que completaron los refrescos, mejoraron la cara del pálido enfermo. Y cuando ni unos ni otros están enchufados toca buscar responsabilidades en el banquillo. Si Mourinho parecía garantía de motivación los síntomas de incumplimiento son tan obvios como preocupantes. La degeneración liguera es escandalosa y pudo serlo más si en cualquiera de las muchas pifias de Albiol el humilde colista hubiera acertado.
Da la impresión, sin embargo, de que eso les hubiera importado poco a los habitantes del vestuario visitante, desde su jefe hasta el último suplente. Y eso debería estar prohibido. Dan ganas de ser hiperbólico y advertirlo: es casi tan importante la Champions como la imagen que se ofrezca en lo mucho que queda de un torneo en el que la distancia con el líder amenaza con rozar ya la veintena de puntos. Su ampliación o, mejor dicho, la indiferencia ante su probabilidad, es una humillación inaceptable. Demasiados millones de seguidores gastando tiempo y dinero en este espectáculo. Que frene alguien esto tal que ya.

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miércoles, 9 de enero de 2013

Real Madrid 4 Celta de Vigo 0. Ronaldo es de oro


Ni ruido ni polémicas. Resolvió Cristiano en una actuación estelar, con tres golazos que llegaron en los momentos decisivos y con la guinda de una asistencia sutil a Khedira. Es un jugador descomunal, estratosférico, cuya calidad queda muy por encima de trofeos particulares y de ceremonias enmoquetadas. Su alfombra de gala es el césped del Bernábeu, un lugar del que solo debería salir cuando ya no pueda más. Si hay algún socio que lo quiere lejos a cambio de dinero que devuelva el carnet. El portugués se sobró para rematar lo que ya inició en Vigo, cuando marcó un tanto que daba un oxígeno vital a los suyos en una mala velada.
El revolcón se lo llevó un Celta que concedió de saque la superioridad anímica con un once que ahorraba munición, si bien el Madrid cuajó varios de los mejores tiempos que se le recuerdan en lo que va de temporada. Con un Modric más móvil y asociativo que nunca, un Özil en estado de gracia y un Cristiano impío, el rival se quedó en nada. Juego veloz y dañino. Despliegue por las bandas. Llegada, llegada y llegada. Todo ello, claro, gracias a la pronta recuperación de la pelota. 
Ayudó a que la maquinaria funcionara de forma perfecta la prontitud del gol que concedía la delantera en la eliminatoria. La jugada fue muy simple. Sacó de banda Arbeloa, la controló CR7 y lanzó un misilazo teledirigido, que describió una curva que le hizo la vida imposible a Sergio. No pasó mucho tiempo para que firmara el segundo, en esta ocasión con un desmarque y una puntera a pase medido de Modric. Parece que el asunto del Balón de Oro no ha dejado secuela alguna, pues solo un error gravísimo del juez de línea impidió que cerrara su trío de dianas en apenas cuarenta minutos. Poco importan los galardones individuales o que se utilicen cada curso los argumentos que no valían en el anterior para concederlos. Su peso en este Madrid y en el fútbol mundial es incomparable. 
A todo esto, Casillas pasaba afortunadamente inadvertido con un Celta que apenas se asomaba al balcón de su área. Solo quedaron dos malas noticias antes del descanso: la fea lesión de rodilla de Hugo Mallo y la -aparentemente menos grave- de Xabi Alonso, herido en el cuello por un enredo fortuito con De Lucas. Entró Varane en lugar del tolosarra y se recompuso el once con Essien en el centro del campo y con Ramos de lateral derecho, si bien pronto intercambió su nuevo rol con el joven francés. 
La cara del partido cambió. La relevancia de Xabi es desproporcionada y el principal síntoma -junto al lateral derecho- de descompensación de la plantilla. Se perdió el control del juego en una nueva demostración de nadería en la medular por parte de Essien. Con él por la parcela central se diluyeron también Modric y Özil. No hubo ningún control. Por si fuera poco entró Aspas y la defensa sintió que una avispa les merodeaba demasiado cerca. 
Los blancos empezaban a jugar con fuego y la quemadura se hizo más probable con la expulsión de Sergio Ramos por una entrada involuntaria aunque desmedida. Ayza no disculpó lo que sí había pasado por alto en el primer tiempo, en una falta de Asier cuando era el último defensor. Con uno menos se empezó a ver a Iker, obligado a sacar dos buenas manos a disparos secos de los tipos que iban de rojo. Si todo pintaba plácido en el arranque tocaba sin duda sufrir al final, aunque con Higuaín y Di María de refresco y sumando bastante en la presión. 
Y apareció él. Un Ronaldo 'de oro' liquidó con la zurda una contra rauda conducida por el Pipa. Los parroquianos le arroparon con su adhesión, que agradeció con la propina de un toque preciso y suave que dejó solo a Khedira ante la puerta para cerrar la goleada. La superioridad general en la vuelta copera fue evidente aunque los seguidores tendrán que entregarse al ritual del deseo de que Xabi no pille ni medio resfriado. Ni él ni Cristiano, claro, un jugador de época cuyo recuerdo debe quedar en la memoria de todos por siempre jamás. Incontestable.  

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martes, 8 de enero de 2013

Mis preguntas al AS... y una última de propina

Día 8 de enero de 2012, 16.45 horas. Me doy de bruces con la edición web del diario AS. Y así, de forma un poco improvisada, me asaltan algunas dudas que me encantaría poder plantear a los responsables de su publicación. De no ser posible, espero que los fieles del blog o que algunos visitantes ocasionales las contestaran. Cada una vendrá precedida de una imagen de apoyo. Vamos allá.



¿Sugiere el AS que Mou mintió cuando declaró que no acudiría a la ceremonia de entrega del Balón del Oro porque tenía que trabajar, pues finalmente no lo hizo?

En realidad, los redactores Carlos Forjanes y Álvaro de la Rosa contestan amablemente, pues en el interior de la 'noticia' (es tan sencillo usar la comilla simple: ') explican a sus lectores que







O sea, que Mourinho se "tomó la tarde libre".

Como ya hemos salido de dudas, sigamos con el interrogatorio:

¿Cabe la posibilidad de que Mou estuviera trabajando en el duelo contra el Celta desde las 13.30 horas, momento de salida de la expedición blanca a Zúrich, hasta -digamos- las 19 horas, momento probable de salida hacia el lugar donde entrenaba su vástago?  En caso afirmativo, ¿se podría seguir considerando que el técnico se tomó la "tarde libre"? ¿Han contrastado los redactores ese dato? En caso negativo, ¿no se estaría construyendo un titular interpretativo y tendencioso con la intención de presentar como irrebatible una conclusión tan parcial? 

Vaya, hemos tenido suerte: de estas últimas dudas nos saca Tomás Roncero, redactor jefe de la sección del Real Madrid del AS, en su cuenta de twitter: 


Puede que no se lea del todo bien. La portada del AS, según Tomás Roncero, es un "EJERCICIO DE PERIODISMO Y VERACIDAD". Por cierto, estaría bien que se nos aclarara de igual modo eso de "que hay que ir", pues ignoramos si forma parte de las obligaciones contractuales de los empleados del club.

Pero hay más. Por otro lado, la portada del As en su edición web también incluye la siguiente pieza.


Se trata de un video que, por falta de tiempo, no podemos colgar completo. Confíe en nuestra capacidad transcriptora el lector cuando aseguramos que la locutora pronuncia textualmente al final la frase: "Mismo brazalete, distintos protagonistas, distintos partidos, distinto criterio... lo dicho: ¿importarle el brazalete a Mourinho... o no importarle?". 

Y aquí va nuestra pregunta: ¿Por qué no se incluye en la síntesis final la expresión "distinta situación", tratándose de una circunstancia de partido tan divergente en los dos casos que equipara?

Vamos rematando. Según la organización jerárquica de los hechos noticiosos de AS en su portada (ejercicio de periodismo y veracidad) el siguiente ocupa la posición número 18: 


Atención, pregunta: ¿Es propio de un medio especializado en información deportiva relegar a dicho emplazamiento un dato como éste en vísperas de un partido de tanta trascendencia como la vuelta copera entre Real Madrid-Celta?

En fin, bien pensado, da igual que nadie me conteste, pues Sara Carbonero está ideal en las fotos y Messi ha tenido un tremendo gesto de personalidad estética con la elección de su esmoquin. Hoy dormiré sintiéndome muy bien informado porque me he dado todo un baño de "periodismo y veracidad". 

PD. Bonus para fieles de "Nacido para el Madrid". Durante el partido contra la Real Sociedad mantuve la siguiente conversación en twitter con Sergio Fernández, del diario Marca, quien al rato de entrar Iker en el campo escribió lo siguiente. 

Vista la repetición televisiva en la que Casillas rechaza el ofrecimiento de Cristiano me dirijo a él en los siguientes términos: 

Y ésta es la contestación que recibo:


Pregunta de propina: ¿Qué diablos está pasando?

domingo, 6 de enero de 2013

Real Madrid 4 Real Sociedad 3. Remontada mágica contra la crispación


Parecía empezar la tarde de Reyes metida en carbón y acabó con el regalo para el madridismo de un partido vibrante y una victoria de un mérito incuestionable, con un Özil gigantesco y un Cristiano espectacular. A vueltas con el flamígero debate de la portería y en inferioridad numérica desde el minuto seis, el Madrid impartió una lección de raza y pundonor, doblegó a la Real Sociedad por un 4-3 que se hizo corto y devolvió parte de la fe perdida en el potencial competitivo del equipo. Eso dicen los números finales, tan fríos. Pero antes ocurrió de todo.  
Como el fútbol hace tiempo que interesa bastante menos que el artificioso ruido que lo envuelve, todo estuvo condicionado por la nueva suplencia de Casillas y por la desproporcionada reacción que provocó entre quienes antes se dedicaban, simple y llanamente, a constatar la realidad. El público estaba tan pendiente de la subtrama del portero y el técnico que el caprichoso guionista que cincela las escenas del destino quiso que Adán cometiera una pifia a la que dio continuidad Carvalho y que terminó rubricando el árbitro, que señaló un justo penalti y que expulsó al guardameta de forma injusta. Poco importaba si no era el último defensor -y no lo era- o que la pelota en el recorte de Vela se fuera hacia un costado -que se iba-, pues lo único que importaba era que Iker volvía por obligación al marco. Morbazo. 
La sola posibilidad de que Casillas detuviera la pena máxima era un corolario que hubiera hecho correr océanos de tinta. Pero no. Marcó Xabi Prieto. Y el capitán -CR7 le devolvió el brazalete pero el legítimo poseedor lo rechazó- se mostró a partir de entonces fallón con la pelota en los pies y titubeante en las que le venían colgadas. Puede que la causa de sus errores radicara en el estado nervioso contagiado por Mou, pero la realidad es que las carencias descritas las viene demostrando con indisimulable asiduidad durante toda la temporada. Al menos es así para quien las quiera ver.
Con uno menos y con todo un mundo por delante los blancos remaban contra las tablas en el marcador. Porque a todo esto Benzema había anotado el 1-0 nada más arrancar. La respuesta de los jugadores, con la competición perdida y con el ambiente muy enrarecido, fue ejemplar. Özil y Cristiano, inagotables y casi siempre certeros, se echaron el equipo a sus respectivas espaldas y fueron los máximos responsables de que los blancos superaran a una Real liderada por Xabi Prieto.
El donostiarra volvió a empatar tras un rechace poco después de que Khedira sacara un lujoso recurso con la espuela a la salida de un córner para adelantar durante escaso tiempo a los suyos. Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar. Los diez de casa saltaron al césped tras la reanudación presos de un coraje rebosante y dieron un repaso a su oponente por precisión y velocidad. Nada les importó que justo antes del descanso Benzema empotrara un derechazo en el palo que les pudo poner por delante. Inistieron hasta que llegó el tanto de Cristiano a pase de Karim, que se aprovechó de una recuperación portentosa de Carvalho, imperial desde su fallo en el infernal prólogo. Lejos de especular con la mínima ventaja, el Madrid lo siguió intentando, tanto que el Ronaldo dobló las manos de Bravo en un libre directo y amplió los guarismos hasta el 4-2. 
La falta que propició el tiro, por cierto, debió acabar en expulsión de un jugador realista que el árbitro perdonó de forma clamorosa. Poco después, sin embargo, las fuerzas acabaron equilibrándose al ver Estrada la segunda tarjeta amarilla de forma merecida. Cuando eso ocurrió el marcador ya reflejaba un 4-3, habida cuenta de que Prieto había cerrado con su tercera diana una tarde sobresaliente. Sin embargo, no fue suficiente para que los suyos sacaran nada positivo de La Castellana. De hecho, podían darse por contentos con la falta de acierto goleador que tenían enfrente, a veces por culpa de los palos y otras por intervenciones milagrosas de Bravo.
El vibrante thriller se cerró con una victoria que dejó, también, la vuelta de Higuaín, que estuvo muy activo a pesar de que le llevará un tiempo recuperar el ritmo. También saltó Modric, que supo retener el esférico y dar pausa cuando hizo falta. Fruto de ese control no hubo susto al final. Ahora solo queda contestar con juego, ambición y acierto a toda la crispación que los medios están generando alrededor de lo que es, guste o no, una decisión técnica que el entrenador tiene todo el derecho a adoptar. Y mejor empezar el miércoles, dando la vuelta a la eliminatoria copera.
Que así sea.