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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Auxerre 0 Real Madrid 1. Victoria de plomo


Hay madridistas muy felices con la seguridad defensiva que transmite el Mou Team.  Otros, sin embargo, concebimos el bienestar futbolístico de manera más amplia. Para quienes formamos este segundo grupo el Real Madrid es un equipo extraño, poseedor de algunas virtudes poco cuestionables pero cuyo peaje puede tomarse como un desafío a los códigos genéticos de la casa. La valiosísima victoria de ayer en tierras francesas fue tan útil en lo práctico como plomiza en lo estético. Los blancos siguen sin jugar bien en ataque. Para ser sinceros, juega bastante mal, sin imaginación ni fluidez ni ritmo. Duele pensar en los libros que uno ha dejado de leer, las películas que se ha perdido y las risas que le ha robado a los suyos por entregarse a este arranque de temporada. Cosas de la pasión, que a veces es masoquista. 
Lo único salvable del Auxerre-Real Madrid fue el resultado, al que por cierto hay que concederle sus evidentes cuotas de fortuna. Pocos minutos antes del solitario gol del envite Pepe remató contra la portería de Casillas y el poste salvó una probable derrota. Di María, con un zurdazo bajo y seco, echó los tres puntos al zurrón tras una jugada precedida de una mano involuntaria de Sergio Ramos. A esos dos lances se reduce el lánguido resumen de la visita a Francia, que refuerza algunas de las dudas que acompañan a la plantilla merengue en este inicio del curso. 
Una de ellas tiene que ver con la circulación del esférico. Mourinho probó con un trivote en el que Xabi Alonso quedaba por detrás de Lass y de Khedira. El resultado del experimento fue un fiasco. Entre el inane alemán y el alocado francés no generaron ni medio gramo de continuidad ofensiva. Pone los pelos como escarpias imaginarse una lesión duradera del mediocentro donostiarra, el único en esta plantilla capaz de dejar a sus compañeros en ventaja con un pase largo.  En concreto dio tres  antológicos por ninguno de sus compañeros en la parcela nuclear del campo, si bien al señor feudal del banquillo no parece preocuparle en demasía. Mou no dejó pasar muchos minutos de ventaja en el marcador para retirar a Higuaín y dar entrada a Diarrá. En casa del Auxerre, un pequeñísimo conjunto de la débil liga francesa, el Madrid se aferraba desesperadamente a una victoria plúmbea y se despedía con dos centrocampistas defensivos sobre el verde más otro que hace de todo. Molesto a la vista, como poco.
Antes, y por enésima vez, los jugadores se marcharon al descanso con la bicicleta en el marcador. El 0-0 pudo romperse en algunos momentos, tampoco demasiados. En el área francesa, Higuaín resolvía un saque de esquina con un paso de baile sobre una loseta, aunque un defensa sacó su remate cuando empezaba a cruzar la línea. El argentino tampoco acertó a rematar un balón que el cielo llovió al dudar a cuenta del fuera de juego. Y Marcelo mandó al cuerpo del portero un magnífico y eterno envío que Xabi Alonso puso a la espalda de la defensa. El resto de la versión constructiva durante el primer tiempo sólo sirvió para que continuara la colección de disparos desatinados de un Cristiano Ronaldo que siguió, tras el receso, comprometido aunque obstinado en derribar los muros a cabezazos. Y de eso sólo pueden surgir jaquecas. Porque, el que quiera espectáculo, ya sabe que de momento su exhibición se reserva a las convocatorias de prensa.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Levante 0 Real Madrid 0. Insulto al fútbol

 
Sí, es el comienzo de temporada y hay que tener paciencia, pero esto degenera. Con 'esto' me refiero al fútbol, ese deporte sagrado en el que gana quien más goles marca. El Madrid no hizo ayer ninguno contra un recién ascendido agobiado por las deudas porque sencillamente no eligió los caminos que conducen a la red. El juego ofensivo fue paupérrimo, casi insultante. Lo fue tanto que, pasados 450 minutos -cinco partidos- de escenografía del Mou Team, pueden extraerse ya algunas conclusiones. La primera, y más grave, es que sobre el césped se ve cada vez con más exactitud lo que profetizaban los escépticos del portugués: tanto rigor, orden y seguridad como primitivismo ofensivo. Ver un partido de este Madrid te condena a asistir a un desprecio aberrante de la elaboración del juego, especialmente en el centro del campo. Hay salas de espera en consultas de dentistas donde uno lo ha pasado muchísimo mejor. 
Nada de lo expuesto significa que esto no prospere, por poco previsible que pueda parecer. Pero la sensación que dejó el partido contra el Levante es que el club se ha entregado a una emoción en las ruedas de prensa que es inversamente proporcional a la que generan los deportistas sobre el campo. Durante toda la segunda parte el Madrid mostró una versión pequeña e impotente. Sólo se asomó con peligro a la portería enemiga cuando pasaban dos minutos del noventa, instante en el que Higuaín estuvo a centímetros de conquistar tres puntos que hubieran sido como tapar la Luna llena de Valencia con un dedo. Antes de eso, la nada. El vacío. Un vacío intensificado por Mou, quien tras comprobar que a su conjunto le faltaba imaginación decidió sustituir a un intermitente Özil para colocar a Benzema de media punta. Por si fuera poco, también sustituyó a Di María, uno de los pocos que hasta ese momento habían desbordado, aunque sin presumir. Entró Pedro León, que al menos la pidió.  En suma, el que pasa por ser el mejor entrenador del mundo arruinó cualquier opción futurible de que un destello mágico y soprendente del turco-alemán desequilibrara el duro trance.
Una patada a destiempo de CR7 y el show de Mourinho en el banquillo habían sido los episodios más excitantes del primer tiempo. Los dos portugueses son sin duda la salsa de un equipo que, en el plano exclusivamente futbolístico, es de una sosería insufrible. El Madrid sólo genera peligro cuando roba el balón en el campo contrario y pilla desordenado a su enemigo. Y eso sucede muy pocas veces. Con las posiciones fijadas el ataque blanco es previsible y espeso. El balón sufre hasta que llega a las botas de Özil, lo cual no ocurre a menudo porque los rivales también estudian. Por eso, en cuarenta cinco minutos sólo un remate de cabeza de Ronaldo y dos llegadas con la puntera del propio Cristiano y de Di María inquietaron la portería valenciana.
Así las cosas, el resultadismo sin matices salió derrotado del Ciudad de Valencia. O lo mismo no. Quizás sigamos viendo portadas que recuerden lo de Invictus, título de una notable película del gran Clint Eastwood. Puede incluso que algunos, como Carvalho, continúen satisfechos porque lo importante es dejar la portería a cero. O que se reclame una clamorosa mano de Del Horno dentro del área. Aunque, en el fondo, lo más probable es que muchos rivales hayan adquirido la fe necesaria para arrancarle puntos a este Madrid. Conquistado uno con las elementales armas del ánimo y la aspereza por el modestísimo Levante, da la impresión de que cualquiera puede.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Real Madrid 3 Español 0. Oda al tedio



En lo que va de Liga, el juego del Madrid es como el césped del Bernabéu: una realidad muy poco agradable a la vista. La diferencia es que el verde se levanta, se cambia por uno nuevo y en quince días queda como un tapete pluscuamperfecto. Con un equipo de fúbol no se puede. Necesita tiempo para echar raíces y hacerse fuerte. En eso anda Mourinho, favorecido por el viento a favor de un comienzo de calendario ciertamente cómodo. La debilidad del Español facilitó una holgada victoria de los madridistas y la aparición de algún indicio de rehabilitación en su delantera. Marcaron CR7, Higuaín y Benzema. Los datos, sobre la fría pantalla, parecen benignos. Pues no. El aficionado, que una vez más dejó asientos libres en la grada, se llevó más dudas a la cama.
El primer tiempo fue un ejercicio de tosquedad difícil de digerir. Sin la menor capacidad para la presión, el once blanco se partió en dos y vio cómo la pelota circulaba sin cesar por parcelas nada trascendentes. Con cuentagotas asomaba algo de claridad o de veneno, o, lo que es igual, se hacían partícipes Özil y Di María. El gol llegó de nuevo a regañadientes, tras una concatenación de circunstancias rugosas en forma de rechace de una falta con la mano, penalty repetido y  transformación postrera de Cristiano Ronaldo. Poca cosa, muy poca cosa, para un equipo que se pretende aspirante. Por eso, y porque ver a Casillas iniciar el ataque a balonazo limpio es un espectáculo en absoluto edificante, el público murmuró, inició una leve pitada y salió en busca del refrigerio como si fueran a apagar un fuego en la cocina. Y eso que ni Callejón ni Verdú acertaron con el lanzallamas en dos ocasiones muy nítidas del Español. 
El que soñó con una cerilla y un bidón de gasolina fue Clos Gómez, presunto juez del duelo. Expulsó a quien no debió y perdonó a quien de verdad lo merecía. Primero Pepe, tras una segunda amarilla demasiado exigente, y después Galán, por una roja que debió ser amarilla, enfilaron el vestuario en el primer tramo del segundo tiempo. Antes Marcelo se fue de rositas tras un codazo con el que debió haber coleccionado la letal pareja de amonestaciones. Y en la recta final Duscher también sacó el brazo a pasear con destino a la boca de Higuaín, pero el árbitro estaba metido en faenas más importantes como liquidar a Forlín por entregarle el balón con un punto de sorna tras el tercer tanto madridista. Desde luego, cómo son.
A falta de juego, las imprecisiones del trencilla animaron el encuentro y dejaron a los periquitos sin vuelo.  El Madrid con espacios tiene un instinto asesino que suele acabar en masacre. Higuaín, tras una asistencia del "individualista y egoísta" del que tanto se habla en el Programa de Ana Rosa, y  Benzema, en un magnífica maniobra dentro del área, redonderaron un guarismo tan holgado como engañoso. El equipo de Mou carece de personalidad en el juego y, sobre todo, aburre muchísimo. De momento, la generosidad del calendario permite que los resultados sean muy distintos a las sensaciones. Falta por ver si con toros en lugar de novillos el tema no termina en los corrales.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Real Sociedad 1 Real Madrid 2. Victoria estresada



Mourinho y algunos de sus jugadores descubrieron ayer en Anoeta lo que significa para muchos equipos de la Liga española la visita del Real Madrid. La Real Sociedad saltó al césped como si el mundo fuera a acabarse en un suspiro y quisiera despedirse de la vida con un gesto épico. Le exigió al Madrid toneladas de sudor para llevarse un triunfo que ni por juego ni por actitud mereció. De nuevo un gol extraño le solucionó la papeleta, pero los partidos de tanta sobreexcitación tienen mucho de azarosos y no está la cosa competitiva como para ir dejándose puntos. Quizás por ello, y estando todavía en los preliminares de la fiesta, tenga derecho el madridismo a saborear estos tres con la fruición que quiera. 
El caso es que el Madrid mandó durante los diez primeros minutos para, a continuación, diluirse como un azucarillo. El once blanquiazul le apretó en una sinfonía de coberturas que tenían continuidad en ataque, especialmente por los costados. Un hombre, Xabi Prieto, fue clave para convertir la entrega física en la materia prima de algo mucho más elaborado y venenoso. El donostiarra confirmó ayer que la Segunda división se hizo más grande con su presencia, destinada sin duda a niveles de más enjundia e incluso a clubes aspirantes. Frente a él, y quizás presa de un ataque de sentimentalismo, Xabi Alonso se tornó más pequeño y errático. Ni él ni Khedira supieron juntar unas líneas madridistas continuamente traspasadas durante la primera parte. Al descanso el empate a cero era, sin duda, la mejor noticia de un Madrid romo en ataque y al que le habían hecho dos ocasiones clamorosas. 
Sólo el excelente gol de Di Maria, tras una incursión por la izquierda que remató con un derechazo preciso, le dio oxígeno. Con el marcador a favor apareció algo más Özil, que tiene por delante el desafío de hacer fuera lo mucho que demuestra en casa. De hecho, debió matar el duelo un Madrid que resucitó a la Real poco después en un  despiste a balón parado, muy bien aprovechado por Tamudo tras robarle la cartera a Carvalho. Hay tradiciones que no fallan y da la impresión de que ni el aura de perfeccionismo que rodea a Mou ha terminado con una de ellas: falta o córner colgado al área chica, peligro infinito para Casillas.
Los útimos minutos, con el marcador de nuevo a favor tras una falta de CR que rebotó en la espalda de Pepe, fueron un vaivén estresante para todos. Higuaín, Ronaldo y Marcelo pudieron zanjar la cuestión en contragolpes mortales, igual que Sergio Ramos jugó con fuego en uno de sus típicos despistes. Casillas le salvó el cuello sacando una pelota de trayectoria endiablada mientras Mourinho estrellaba con fiereza una botella contra el banquillo. No le gustan al portugués las distracciones y el lateral derecho es propenso a sus versiones más notorias a lo largo del año. Claro que el de Camas siempre podrá decir que al menos él no mareó la perdiz coqueteando, absurdamente, con la Federación portuguesa de fútbol, tema inexplicable que seguía vivo entrada la madrugada. 

jueves, 16 de septiembre de 2010

Real Madrid 2 Ajax 0. Cabeza arriba, cabeza abajo



Existen muchas clasificaciones posibles, pero, básicamente, hay dos formas de jugar al fútbol: con la cabeza erguida o con la vista puesta en el suelo. El Madrid dio ayer sus primeros pasos en Champios de forma esperanzadora siempre que lo hizo de la primera manera. Eso sucedió durante  bastantes fases de un partido en el que fue muy superior a un Ajax con más prestigio histórico que potencial. El equipo blanco, quizás espoleado por la energía del inconmesurable y presente Nadal, lo puso todo para ganar sin contemplaciones. Pero le ha salido un lunar inesperado, con forma de egoísmo y obsesión, cuando a algunos de sus jugadores franquicia les entra el síndrome de la cabeza agachada.
Salió el Madrid enchufado y le duró la electricidad largo rato. Desplegó durante el primer tiempo un ramillete versátil de posibilidades ofensivas, fruto de un empuje aliñado con el lubricante de la continuidad. El aceite virgen extra, de textura y aroma sublime, se llama Özil, sin duda la mejor noticia del Real Madrid en el pistoletazo de salida de la temporada. El alemán no toca ni conduce el balón, lo acaricia. Es sutil y se mueve con una inteligencia superdotada. De sus botas brotó un caudal de juego al que se sumó durante muchos minutos de la primera parte Xabi Alonso, otro que siempre mira al horizonte cuando está en posesión de la pelota.
Eso sí, las ocasiones se acumulaban y el gol no llegó hasta  una carambola de rechaces en un saque de esquina al primer palo. Caprichos, benditos sean, de este invento imprevisible que se vuelve rutinario cuando se compite sin mirar al compañero. Di Maria, todavía más Higuaín y especialmente Ronaldo se empeñaron después en llevarles la contraria a Özil y a Alonso. Entraron en un inexplicable trance de ansiedad, virus peligroso que se propaga fácilmente. Primero la infección llegó a una grada que arrancó entregada y terminó dando algunos síntomas de impaciencia. Y después se contagiaron algunos compañeros, que fueron apagándose durante la segunda parte.
De hecho, en un par de ocasiones pensaron los tres delanteros en sus compañeros. Una de ellas acabó en el tanto de Higuaín y la otra no lo hizo por bien poco. El bombardeo, la mayor parte de la veces intrascendente, a la portería holandesa mereció sin duda el premio de un resultado más holgado. Por si fuera poco, se refrendó la solidez defensiva y se sumó el tercer encuentro consecutivo sin que Casillas recogiera el balón de la red. Asoma la luz en un Bernabéu que será feliz con Özil, pero que lo será mucho más cuando sus delanteros levanten la cabeza y maten su desasosiego.

martes, 14 de septiembre de 2010

Rafa Nadal y los valores madridistas


Rafa Nadal es al deporte español individual lo que el Real Madrid al colectivo: el mejor de la historia. Su triunfo de ayer completa la leyenda con el matiz de la última conquista. El palmarés es incontestable, jalonado con el Grand Slam, la Copa Davis y el oro olímpico. Apenas le queda techo, quizás ganar los cuatro grandes en un solo año. La hazaña es irrebatible e incomparable. Nadie puede, ni seguramente podrá, igualar su currículo. Nadie.
Evidentemente la alegría por sus éxitos es patrimonio de quien quiera hacerlos suyos, independientemente de aficiones o nacionalidades. Pero Rafa no ha desaprovechado ocasión para manifestar su pasión madridista, siempre con un respeto admirable y un talante conciliador. Da la impresión de que él sí "ha nacido para el Madrid", pues encarna eso tan manido de los "valores" como casi ninguno de los que con tanta gratuidad han portado el eslogan florentiniano. Por eso tenemos derecho a sentir un pellizco de suplementaria alegría.
Nadal ha ganado todo con esfuerzo y en buena lid. Teniendo peores dotes naturales y técnicas que el número uno que se encontró por el camino, un tipo de clase superdotada como Federer, no aguardó a que el suizo se saciara de victorias para sucederle: le derribó él. La fortaleza mental, el afán de superación, la inexistencia de la rendición, el deseo y la vergüenza propia son algunas de las muchas cualidades que explican su éxito. De hecho, quien esto firma jamás ha visto una puesta en práctica tan memorable ni un espectáculo deportivo de la magnitud de la final de Wimbledon de 2008.
Seguramente la comparación no venga a cuento, pero ahora que en parte se han vacíado de contenido las señas identitarias del madridismo de toda la vida en el vestuario del Bernabéu, muchos seguidores blancos tenemos en Rafa un referente para explicar a nuestros hijos qué entendemos por los valores del Real Madrid. Con su ejemplo, el tenista superlativo demuestra que nada tiene sentido si no se humaniza tanto el triunfo como la derrota. Él nunca ha dejado escapar una oportunidad para felicitar al rival ni para elevarle un poco. Y ésa es la clave de su grandeza, resultado también de una naturalidad sin límites, una fe inquebrantable y una ambición legítima.
"Nacido para el Madrid", en un día histórico, se suma con una emoción profunda a la alegría de todos los seguidores de Rafael Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos. ¡Enhorabuena, Rafa!

domingo, 12 de septiembre de 2010

Real Madrid 1 Osasuna 0. La máquina no arranca


Butragueño pidió paciencia esta semana y el Bernabéu le concedió media hora. Ése ha sido el tiempo que el coliseo madridista ha tardado en silbar al equipo de Mou, una música de viento que se hizo mucho más intensa cuando el árbitro decretó el descanso. El espéctaculo había sido tan infumable que ni siquiera el inesperado regalo del Hércules en el Nou Camp sirvió de bálsamo para el parroquiano, individuo que en esto del fútbol tiende a ser muy cambiante. Tanto que, después de un segundo tiempo más entonado, despidió a los jugadores entre aplausos.
Lo cierto es que el partido ante el Osasuna deja más dudas que motivos para la ilusión. El Madrid ha jugado dos partidos contra equipos más bien mediocres y sólo ha marcado un gol. Como si el destino se empeñara en ser caprichoso, el único en 180 minutos lo tuvo que hacer Carvalho en una jugada que era el epílogo de un contragolpe. El equipo tiene raza y espíritu. También orden defensivo, pues no le marcan y apenas le llegan. Pero padece infinitos problemas con el balón en su poder.
En esas lides el Madrid se empantana. Ayer lo hizo durante cincuenta minutos con una alineación que parecía una respuesta de Mourinho a quienes le acusan de ser un entrenador defensivo. El once acumuló dimanita ofensiva con Ronaldo, Özil, Benzema e Higuain, un cuarteto que lejos de dar dinamismo creó un atasco cuyas raíces estaban unos metros por detrás. Allí, en el lugar donde se cuece el juego de ataque, Khedira no sumaba y le restaba a un Xabi Alonso casi invisible. Sin bandas, sólo los errores defensivos de un Osasuna timorato pero espartano le dejaron a Higuain una ocasión clara para abrir el marcador. 
Con el viento a favor tras el contragolpe mortal que culminó el central Carvalho brilló algo más el talento madridista, especialmente un Özil que necesitó espacios libres para exhibir algo de lo mucho que se supone lleva dentro. Él abrió la llave de un caudal atacante que, sin embargo, también se estrelló contra un obstáculo inesperado: Higuaín empieza a enfadarse con el mundo y el mundo empieza a enfadarse con Cristiano Ronaldo. Ayer escuchó el portugués sus primeros pitos como madridista por ofuscarse e insistir en la jugada individual y en el lujo a destiempo. Los directivos tendrán que pedir más paciencia aunque sean ellos quienes alimentan las urgencias cada temporada. Y el Bernabéu las tiene porque, además, quiere ganar pero también llevarse a los ojos la versión opuesta a una máquina que no termina de arrancar.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La vida sigue igual: plantilla descompensada


Parece que la idea filosófica del "eterno retorno" se ha apoderado de la planificación deportiva del Real Madrid. Pasan los años, los entrenadores y los ejecutivos que gobiernan esa parcela y, por decenas de fichajes que se hagan y millones de euros que se inviertan, los seguidores parecemos condenados a arrancar la temporada con la misma sensación: la plantilla está descompensada. Hasta tal punto es así que nos hemos acostumbrado a una anomalía inexplicable, consistente en comentar con naturalidad en el mes de septiembre las necesidades -clamorosas- que el equipo debe cubrir cuando se abra el mercado de invierno. Algo que, en fin, jamás se permitiría una empresa medianamente seria que moviera una tercera parte del presupuesto que tiene la entidad blanca. 
Hacen falta pocas luces para darse cuenta de que el Madrid 2010-2011 arranca muy corta de efectivos y de calidad en algunas posiciones del campo. La delantera es una de ellas, pues la marcha de Raúl no se ha cubierto con incorporación alguna. Ese asunto tiene un tercio de pase, ya que CR7, aunque no le apetezca, puede jugar en punta. Él haría goles aunque jugara de portero, así que de referencia arriba sería un valor estadístico seguro. Pero el problema más serio radica en el centro del campo, parcela en la que Mourinho cuenta con los dos Diarrá, Gago y un tal Khedira. Pensar en una lesión duradera de Xabi Alonso pone, sencillamente, los pelos de punta ante la perspectiva de que cualquiera de sus colegas tenga que llevar el peso del equipo en la medular. Salvo, claro está, que a Mou no le interese nada el centro del campo para montar su juego ofensivo, por llamarlo de alguna manera. Y luego está lo del lateral izquierdo, que se comenta viendo los resúmenes de los partidos de Sevilla y Lyon de la temporada pasada. En fin. 
Siendo justos, al menos los pensadores del año han recordado que el terreno de juego tiene sus dimensiones a lo ancho y que se pueden utilizar las bandas. Si Di Maria y Pedro León poseen la calidad y el temperamento suficiente para adueñarse de las del Bernabéu, eso es otro cantar. Y luego está lo del mediapunta: Kaká, Canales, Ozil y en gran medida Granero. La saturación es indiscutible y genera un problema serio en la gestión del vestuario si se tienen en cuenta el coste del primero, la proyección del segundo y la gran apuesta de los fichajes del verano que ha sido el tercero. El cuarto, evidentemente, no cuenta. Ninguno de ellos, por cierto, tiene el empaque suficiente para reconvertirse en mediocentro y ser  el sólido nexo -atacante y defensivo- que en el fútbol moderno marca las diferencias. 
O sea, que lo de siempre: plantilla descompensada y a pasar la temporada con el soniquete de los retoques que hacen falta.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Jorge Valdano, de poeta idealista a ejecutivo cínico

“Mourinho es un carisma andante que no se sabe muy bien lo que representa”. El autor de la frase es Jorge Valdano, quien la escribió, con la premeditación que suelen tener los textos impresos, en septiembre de 2008. La oración, que forma parte de un artículo más amplio sobre el entrenador portugués, la publicó un periódico el día 6 del citado mes, justo hace dos años. Se da la circunstancia de que el diario que lo hizo es el de mayor difusión en los quioscos españoles. El Marca lo lee mucha gente. Tanta que, imagino, el columnista Jorge Valdano no cobró del todo mal su creación, cincelada con la elocuencia y precisión que suele demostrar cada vez que hace uso de la palabra, sea en forma escrita u oral.
Hoy Jorge Valdano vuelve a ser el Director General Deportivo de un Real Madrid que tiene al “carisma andante” como entrenador, hasta el punto de que hay quien habla del Mou Team y del Real Moudrid. Sé que han pasado ya tres meses desde su contratación, pero este blog, nacido de un espíritu regenerador de la ética madridista, no puede pasarlo por alto. Valdano aprovechó el acto de presentación del técnico para lanzarse al tema sin necesidad de que se lo inquirieran y vino a decir algo así como que “cuando uno es comentarista habla de muchas cosas, de lo divino y de lo humano”. De esa forma, el argentino rebajaba implícitamente el valor de la palabra para convertirla en algo menor, fruto de la irreflexión o de un calentón.
Lo malo es que a Valdano el calentón de Marca le duró desde mayo de 2005 a septiembre de 2008, por lo que cabe sospechar que la decisión de fichar a Mou contaba con su radical oposición cuando el presidente y la junta directiva –valga la redundancia– pusieron su nombre encima de la mesa. Pero en su primera aparición juntos, y durante todas las semanas que han pasado desde entonces, tocaba aparentar lo contrario. El Director General Deportivo, el mismo que hizo del idealismo y del sentido utilitario de la belleza su bandera tanto personal como profesional, ha cambiado su floreado discurso por conceptos como “liderazgo”, “personalidad” y “sacrificio”. El malabarismo retórico es lo suyo, desde luego. Pero “el rapsoda” al que –eso sí que es una caverna mediática– muchos insultaban por sus aires intelectuales y a quien algunos defendíamos por lo propio, vino a hacer bueno aquello de “ni una mala palabra, ni una buena acción”. Quién nos lo iba a decir a quienes defendíamos al hoy portavoz de desgracias deportivas. El poeta del balompié resultó ser un cínico que, eso sí, sigue sin cobrar del todo mal.

El Real Madrid se juega la hegemonía

(Publicado como Carta al Director en el Diario AS el día 22 de mayo de 2010. Su vigencia, tres meses después, justifica que sea la primera entrada de este blog)

En la gestión de Madrid y Barça se está disputando mucho más que la supremacía deportiva de los próximos años, que ya es decir. Por desgracia para nosotros, los madridistas, se están poniendo las últimas bases para dilapidar definitivamente la idea de que el Madrid "es el equipo de España". El Barcelona evita caer en la comodidad del altísimo nivel alcanzado y ficha a los mejores jugadores nacionales que todavía no estaban en su plantilla. El juego que practica el equipo, la personalidad de la mayoría de sus miembros -empezando por el entrenador- y el hecho de que tengan a los mejores de la selección sólo puede generar simpatía entre los aficionados más jóvenes, que son la base de la fidelidad futura. 
El Madrid, desde unas estrategias de mercado en desuso, vacía de contenido sus señas históricas y se decanta por traer a un entrenador antipático y a supuestas figuras internacionales que sólo contagian desafección en el corazón del madridismo de toda la vida, ese que no es esclavo de las modas ni de la venta de humo. A eso se le suma el despido de un entrenador al que, por primera vez en mucho tiempo, la masa social le perdona los fracasos deportivos mientras el presidente se entrega a un líder en el banquillo que hace ostentación de un estilo barriobajero, resultadista y ramplón. Las estrategias de propaganda, por mucho que se empeñe la cautiva prensa deportiva, no van a servir esta vez. Los socios y seguidores tenemos ojos y neuronas como para entender lo que está ocurriendo en un sitio y en otro. La desilusión no es pasajera, es nuclear. Tiene mucho más que ver con que la pelota entre o no. El partido que estamos perdiendo es muy serio y es la peor derrota que podemos sufrir. Siento verdadera lástima.