Existen muchas clasificaciones posibles, pero, básicamente, hay dos formas de jugar al fútbol: con la cabeza erguida o con la vista puesta en el suelo. El Madrid dio ayer sus primeros pasos en Champios de forma esperanzadora siempre que lo hizo de la primera manera. Eso sucedió durante bastantes fases de un partido en el que fue muy superior a un Ajax con más prestigio histórico que potencial. El equipo blanco, quizás espoleado por la energía del inconmesurable y presente Nadal, lo puso todo para ganar sin contemplaciones. Pero le ha salido un lunar inesperado, con forma de egoísmo y obsesión, cuando a algunos de sus jugadores franquicia les entra el síndrome de la cabeza agachada.
Salió el Madrid enchufado y le duró la electricidad largo rato. Desplegó durante el primer tiempo un ramillete versátil de posibilidades ofensivas, fruto de un empuje aliñado con el lubricante de la continuidad. El aceite virgen extra, de textura y aroma sublime, se llama Özil, sin duda la mejor noticia del Real Madrid en el pistoletazo de salida de la temporada. El alemán no toca ni conduce el balón, lo acaricia. Es sutil y se mueve con una inteligencia superdotada. De sus botas brotó un caudal de juego al que se sumó durante muchos minutos de la primera parte Xabi Alonso, otro que siempre mira al horizonte cuando está en posesión de la pelota.
Eso sí, las ocasiones se acumulaban y el gol no llegó hasta una carambola de rechaces en un saque de esquina al primer palo. Caprichos, benditos sean, de este invento imprevisible que se vuelve rutinario cuando se compite sin mirar al compañero. Di Maria, todavía más Higuaín y especialmente Ronaldo se empeñaron después en llevarles la contraria a Özil y a Alonso. Entraron en un inexplicable trance de ansiedad, virus peligroso que se propaga fácilmente. Primero la infección llegó a una grada que arrancó entregada y terminó dando algunos síntomas de impaciencia. Y después se contagiaron algunos compañeros, que fueron apagándose durante la segunda parte.
De hecho, en un par de ocasiones pensaron los tres delanteros en sus compañeros. Una de ellas acabó en el tanto de Higuaín y la otra no lo hizo por bien poco. El bombardeo, la mayor parte de la veces intrascendente, a la portería holandesa mereció sin duda el premio de un resultado más holgado. Por si fuera poco, se refrendó la solidez defensiva y se sumó el tercer encuentro consecutivo sin que Casillas recogiera el balón de la red. Asoma la luz en un Bernabéu que será feliz con Özil, pero que lo será mucho más cuando sus delanteros levanten la cabeza y maten su desasosiego.
¡Cómo no iba a salir el "fatiguitas"a relucir! Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Se puede decir posiblemente que el Madrid es difícil que juegue igual contra equipos de la liga española. Y que no será tan aburrido como el sábado ni tan tremendamente ofensivo como vimos ayer. Pero que le dediques las mismas líneas a lo bueno de ayer y a lo que pueda resultar preocupante, y que titular del post sea el que es, dice mucho del bloguero al que seguimos.
ResponderEliminarUn bloguero al que honran todas las versiones de los hechos de quienes se pasan por aquí, especialmente las del padrino. Creo, francamente, que la crónica está compensada, no se empeña en lo negativo y refleja en gran medida lo sucedido ayer. Pero, por fortuna, todo esto es muy subjetivo.
ResponderEliminar"pero lo será cuando sus delanteros levanten la cabeza..." y no sea para posar ante los flashes...
ResponderEliminarVale, sí, lo siento, estoy resentida con Cristiano... Me tocó contar cómo 80.000 personas acudieron al Bernabéu entregándole su hambre de títulos y buen juego hace poco más de un año... Y él ha respondido más bien con migajas de fútbol...
Además, ha robado el 7 de una camiseta blanca impoluta.
Lo siento.
Estoy dispuesta a rectificar en cuanto se saque un as de las botas, pero sigo viendo la Décima taaan lejos...
Un beso, brothers.
Natalia A.