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sábado, 26 de mayo de 2012

Notas de fin de curso (II): Centro del campo


Pasa por ser el centro del campo la línea menos atendida por Mourinho, quien suele preferir que el balón esté lo menos posible en esa parcela tanto en el juego de ataque como en el defensivo. Poco presto a la elaboración paciente, los centrocampistas buscan con velocidad la asociación con los delanteros. Eso impide la acumulación de los obstáculos que tienen delante, tipos que suelen sufrir sobre todo por las llegadas en fugaces oleadas de los búfalos blancos. De igual modo, quizás el equipo ha estado más partido y menos equilibrado que en la temporada anterior, seguramente por la confianza en la capacidad resolutoria de la vanguardia. Y si uno examina las cifras goleadoras no le queda más que admitir la necesaria implicación de la medular, pues las ocasiones para tanto no pueden surgir de la nada, salvo que se crea excesivamente en los milagros. 
Así las cosas, vamos con las calificaciones:

Xabi Alonso: 7,5, notable
Cualquier día le da la vuelta al cuentakilómetros. Desde que llegó al vestuario no ha tenido apenas descanso y lo ha jugado todo. La búsqueda de un relevo de garantías es la eterna asignatura pendiente en la planificación de la plantilla. Ha cumplido un año más, ha perdido velocidad -nunca fue su gran fortaleza- y a menudo concentra las energías defensivas de unos rivales que le impiden entrar en contacto con la pelota. Cuando lo hace tiene que ser, sobre todo, muy cerca de los centrales. Sin embargo, mantiene intacta su calidad en el desplazamiento inteligente y los cambios de orientación. Quizás haya pasado los meses más discretos de blanco, pero aunque sea por su condición de irremplazable merece un notable y ningún reproche.

Lass: No presentado
Sumó escasos minutos y se lo ganó a pulso. Su inteligencia es inversamente proporcional a su vigor en el césped, razón por la que fue justificadamente castigado por el jefe: el francés, enfadado por una sustitución, se borró de una convocatoria posterior en señal de protesta. Cuando saltó al campo cumplió, incluso en el lateral derecho. Por polivalencia es un tipo aprovechable pero su actitud se antoja incorregible.

Khedira: 7, notable
Dadas sus condiciones no se le puede pedir mucho más. Cubre una parcela extensísima del campo y contribuye a la solidez de un bloque en el que no siempre los de arriba recuperan la posición con urgencia. Especialmente en determinadas citas su presencia se agranda, por ejemplo en los clásicos. En otras, sin embargo, las carencias se hacen evidentes. Su principal problema es que al fútbol se juega con un objeto redondo que se llama balón. Con él en los pies es torpe, por lo que tiende a no complicarse. Sin duda potente, llega a puerta con frecuencia aunque tampoco el disparo a puerta sea una virtud. Cuando tuvo que llevar el peso ante equipos pequeños o en ausencia de Xabi se retrató como lo que es: un centrocampista imprescindible en el plantel pero cuyo protagonismo debe bajar  cuando se trata de mandar.

  
Sahin: No presentado
El gran fracaso de la temporada. Vino como solución para la omnipresencia de Xabi Alonso y con la lujosa vitola de 'mejor jugador de la Bundesliga'. La complicada relación con sus rodillas y la supuesta fragilidad mental le dejaron en el banquillo durante casi todo el curso. Solo apareció en minutos intrascendentes y está por descubrir. Al parecer, Mourinho confía en recuperarlo para la causa, misión que se torna en una de las más importantes para el 2012-2013.

Altintop: No presentado
No añadió nada. Gastar líneas con su caso sería llenar el vacío con la nada.

Granero: 7, notable
Si su carácter estuviera a la altura de su talento sería un fijo en el once. Por desgracia no hay coincidencia en esos dos méritos y tuvo que conformarse con un rol secundario. Fue titular en una de las mejores actuaciones del equipo, con goleada en Pamplona cuando el objetivo liguero se puso más tenso. Posee movilidad y ayuda mucho a la circulación, si bien a veces se evade o se atasca. El once gana en posesión y pierde en nervio y simetría con su presencia. Ha demostrado ser tan irregular como útil.

Kaká: 5,5, aprobado
Fue sin duda su curso más destacado, algo bastante fácil de conseguir dados los penosos antecedentes. A cada uno hay que exigirle en función de distintas variables y en su caso la presupuestaria no se puede eludir. Es el suplente más caro del fútbol mundial y su calidad emergió a cuentagotas. Al menos jugó y lo hizo con empeño. No obstante, su fracaso ante el Bayern, entrando de refresco con una prórroga por delante, puede ser el último. Carente de ritmo y de regularidad, parece obvio que ya no habrá milagros, incluido que algún equipo ofrezca una millonada por él.

Özil: 8,5, notable
Es uno de los jugadores más especiales del planeta fútbol. Su sola presencia y conducción del esférico devuelven el precio de la entrada, convertida en papel de lujo gracias a su corretear con la cabeza arriba y su estilo basado en la caricia. Ha vuelto a demostrar una extraordinadaria visión de juego y una precisión brillante para la asistencia. Le falta mejorar las cifras goleadoras y quitarse de encima la acusación -solo fundada en parte- de ser un tipo inconstante y con cierta propensión a desaparecer. Este año dejó una acción para el recuerdo: en la vuelta copera del Nou Camp destapó el tarro de las esencias más exquisitas e incluyó un zapatazo al larguero desde su casa que puso en solfa al Barcelona. Su evolución es indiscutible, se entrega en defensa como el que más y por su juventud lo tiene todo para marcar una época. Está en el club más adecuado para lograrlo.


Callejón: 7,5
Fue titular en el Sánchez Pizjuán y abrió la puerta de una goleada espectacular. Lo fue también en la vuelta copera contra la Ponferradina y se descolgó con unos minutos pletóricos de acierto. Conclusión: se puede contar con él en casi cualquier circunstancia. Asumió una función subsidiaria en silencio y dejó que hablara su entrega sobre el césped. Es vivaracho, listo y competitivo, si bien anda por debajo de la media de calidad en cuanto se le compara con los grandes cracks de la plantilla. Como escudero no merece ningún reproche. 

Di María: 7,5
Una inoportuna lesión divide su rendimiento en dos: hasta que se rompió brilló gracias a su velocidad y su acumulación de pases de gol. Se comportó como un afilado cuchillo para las defensas rivales, a las que descoloca con sus incursiones por dentro y a pierna cambiada. Es desequilibrante y uno de los primeros defensores cuando se pierde la pelota, así que no extraña que Mou lo considere uno de sus preferidos. Quizás por ello volvió precipitadamente de su última lesión muscular y se comportó de forma un tanto obstinada y carente de recursos físicos. A poco que le respeten las fibras de su delgado cuerpo, los de arriba tienen en él a un socio de primera categoría mundial.  



sábado, 19 de mayo de 2012

Notas de fin de curso (I): Portería y defensa


Todavía envueltos por los ecos de la fiesta de fin de curso en el Bernabéu, engalanado de blanco para celebrar el trigésimosegundo campeonato nacional de Liga -qué rimbombante y agradable suena-, llega el momento de hacer balance y entregar las notas. Uno ya sabe, por experiencia docente, lo complicado y discutible que es reducir el rendimiento de alguien a una gélida cifra. Se trata sin duda de un recurso simplificador que solo sirve para entendernos porque nuestras neuronas no suelen dar para más. Pero lo vamos a intentar con la única intención de promover el debate, reflexionar sobre lo hecho y otear los desafíos de futuro. Además, por limitaciones de espacio y de tiempo, dividiremos las entregas por líneas. Empezamos por la portería y la defensa. 
Se abre el telón: 

Casillas: 7, notable
Cumplió. Y tiene su mérito. Cerca de la treintena de edad y acomodado en una titularidad en absoluto discutida, su rendimiento se mantuvo en una línea de evidente regularidad. Mantiene sus virtudes y quizás se percibe un leve agravamiento de sus tres debilidades más importantes: los balones por alto, la tendencia a no abandonar el marco y el manejo de la pelota con los pies. Cuando tuvo que aparecer, lo hizo, aunque su brillante tanda de penaltis contra el Bayern -paró dos de cuatro- la convirtieron sus compañeros en un ejercicio estéril. Dejó para la retina una parada en Sevilla que algunos le contaremos a nuestros nietos, si es que llegamos a abuelos. 


Adán: No presentado
Nunca le discutió el puesto a Casillas y sus comparecencias fueron irrelevantes. Al parecer se le busca sustituto, aunque en sus circunstanciales minutos apuntó a portero sobrio y seguro. 

Arbeloa: 6,5, aprobado
Suplente de probada solvencia que se convirtió en titular por obligación. Su compromiso y profesionalidad son impecables. Lo da todo en el campo, como un espartano dispuesto a morir el primero por los suyos. Sus condiciones, sin embargo, resultan un poco limitadas para la brutal exigencia del club y los excesivos minutos en los que tuvo que hacerse cargo de la banda derecha. A veces lento y desde luego cortito en sus incorporaciones ofensivas, verle poner un centro en condiciones roza lo milagroso. Tiene ocasionales lagunas de concentración, lo que compensa con habituales arranques de presión en la frontal del área rival para recuperar la posesión en cuanto se pierde en esa zona del campo. Justo cuando más se le discutió -vísperas del partido liguero en el Nou Camp-, se descolgó con una actuación sobresaliente. Soporta, pues, la presión. Un jugador de plantilla, que hace grupo, imprescindible pero al que hay que aligerar de responsabilidades.

Sergio Ramos: 7,5, notable
¿Cómo ha sucedido? ¿Por qué se ha tardado tanto en convertir lo que era un grito a voces en rutina? Siempre ha sido, es y será un central, pero solo en la 2011-2012 y casi por accidente se ha asentado en el centro de la zaga. Las grandes lagunas que tenía en la banda derecha se convierten en sentido espacial y concentración casi inquebrantable en su hábitat natural. Rápido e intuitivo en el corte, ayuda además a sacar la pelota jugada, si bien tiende a abusar de los balozanos a sus delanteros. Ayudó, por confianza en sus rápidas condiciones, a adelantar la línea defensiva y a hacer el equipo más compacto. Un baluarte que dejó, sin embargo, el borrón del infame penalti que mandó a las nubes contra el Bayern y que contribuyó al fin de las esperanzas europeas. Al menos se atrevió.


Pepe: 7, notable
Cuajó una de sus mejores temporadas. Contundente y ágil, se agiganta en las disputas aéreas. En eso no hay un defensa como él. No cambió, sin embargo, su proverbial coqueteo con la polémica, algo en lo que su escasa prudencia se mezcla con el sensacionalismo periodístico para componer un cóctel explosivo. El reprobable pisotón a Messi en la ida copera se repitió hasta la naúsea para multiplicar sus efectos. Tuvo que disputar la vuelta en un ambiente de hostilidad casi insufrible aunque salió bien librado. A partir de ahí exageró las faltas de las que fue objeto en una inercia preocupante, mientras su aplicación se mantenía en un nivel alto. La compañía de Ramos le vino muy bien. Componen una pareja musculada, vigorosa y segura, aunque a veces las luces de la inteligencia del dúo pongan en un brete al conjunto.

Marcelo: 8, notable
No deja de crecer como jugador, hasta el punto de estar sin duda entre los tres mejores del mundo en su puesto. Alegre y descarado, su forma de entender el juego contagia emociones vivaces en cualquier espectador. Es un puñal en ataque, hábil con la pelota en los pies y se asocia adecuadamente con sus colegas de vanguardia. Ha mejorado atrás, pues a pesar de algunas lagunas evoluciona defensivamente a fuerza de concentración. No alcanza el sobresaliente por déficit de minutos en muchas de las citas decisivas del año, momentos en los que el entrenador prefirió a su compañero y competidor en el puesto. 

  
Coentrao: 6, aprobado
Jugó más de lo que mereció por rendimiento. Tuvo que soportar varios estigmas injustos, como el de la nacionalidad, el precio que se pagó por él y el origen de su representante, circunstancias de las que en absoluto se le puede culpar. En lo estrictamente futbolístico, se trata de un buen complemento para equilibrar la plantilla aunque demostró estar muy lejos de la polivalencia que se le buscó. Disputó duelos exigentes de la temporada en el centro del campo e incluso en el lateral derecho -el clásico liguero de Chamartín-, además de en su puesto natural. Por momentos le pudo la presión y tuvo lagunas defensivas en pasajes decisivos y muy visibles. No mejoró ninguna prestación de Marcelo, al que solo debería complementar en un papel secundario. Igual que Arbeloa, jugó de titular el partido clave del Nou Camp con la etiqueta de sospechoso habitual y se descolgó con noventa minutos excepcionales en los que contribuyó a secar a Messi. Su nivel le da para ser una ayuda estimable y no para tanto protagonismo en un club de la exigencia del Madrid. 

Carvalho: No presentado
La edad y las lesiones convirtieron su temporada en un desierto. Nadie puede dudar de su profesionalidad pero está claro que como jugador blanco solo tiene pasado. Deja un buen recuerdo, a pesar de que lo pocó que jugó fue en partidos de relumbrón que destacaron sus limitaciones.

Albiol: No presentado
Jugó poco y no termina de ganarse la confianza de Mourinho. Es el más lento de los centrales y a veces le cuesta anticiparse a los oponentes. Sin embargo tiene clase suficiente para ser un secundario estimable, rol que seguramente no quiera aceptar. Es muy dudoso que continúe. 

Varane: No presentado
Apunta maneras. A pesar de su insultante juventud, transmitió los minutos que le dieron una sobriedad elegante, además de una zancada potente, buena colocación y capacidad por alto. Es un proyecto muy interesante al que se le están administrando las actuaciones adecuadamente. Debería progresar jugando más para confirmar que Zidane no se equivocó con la insistencia en su fichaje. 


Hasta aquí la primera de las cuatro entregas que iremos publicando durante los próximos días y que culminaremos con un balance general y de conjunto. Evidentemente, abrimos aquí espacio para el debate en los comentarios del blog, pues las calificaciones siempre admiten un período de revisión. El 'profesor' puede equivocarse.
 ¿Es así?

domingo, 13 de mayo de 2012

Real Madrid 4 Mallorca 1. Cien y fiestón


A veces hay que empezar por el final, sobre todo cuando lo mejor llega a los postres. Se apagaron los focos, se vistió de blanco el verde del césped y recibió Casillas el trigésimosegundo trofeo nacional de Liga. Ni más ni menos. El museo de la Castellana, el segundo más visitado de la capital de España, se queda pequeño ante tanta gloria. El Madrid confirmó en la última actuación del curso 2011/2012 que ha sido el mejor y que, además, lo ha sido de una forma bestial. Ganó y acumuló los cien puntos, una suma inédita. Goleó además en cuatro ocasiones y se fue a los 121, un número capicúa y de ciencia ficción. La noche, de primavera-verano, se tornó hermosa y emotiva. No faltó ni un solo detalle para el gozo.
Hora y media antes los acontecimientos empezaron con un Bernabéu precioso y coloreado de blanco a petición del club. Las camisetas inmaculadas fueron un chute de energía, confirmada al grito de "Campeones", sin duda el hit de las últimas semanas. El lúdico ambiente se vio acompañado de inmediato por el juego del equipo, que lejos de acomodarse fue reincidente en la virtud de la ambición. Enchufadísimo, el once de casa metió al Mallorca en su campo y empezó a llegar una y otra vez a las inmediaciones de un agobiado Aouate. 
Tres perdones, uno del árbitro que anuló injustamente un gol a Higuaín, otro de Khedira por su inoperancia en la definición y uno último de Benzema por reflejos del portero precedieron al primero de la tarde. Lo marcó, vaya novedad, CR7. La rúbrica tuvo uno de sus trazos predilectos, el del salto por encima de todo el mundo y el testarazo inapelable a la red. Lástima que le separara una distancia imposible del Pichichi, pero sus 46 goles valen mucho más que el Pichichi particular, pues su balance se ha revelado mucho más influyente para la consecución del gran objetivo. 
El campeonato ha sido centenario en puntos y extremadamente goleador con un guarismo de 121. Algunos han sido de gran belleza, como el anotado por Benzema después de que toda la delantera se asociara a un veloz toque y en la frontal del área. Cristiano se llevó a media defensa consigo e Higuaín habilitó a Benzema, que definió con un tiro raso y exacto. De ahí al descanso las tornas siguieron más o menos igual, si bien la intensidad empezó a decaer a medida que pasaban los minutos. 
Sin embargo, hubo más. El refrigerio no trajo dejadez sino una insistencia en la búsqueda del espectáculo. Este equipo domina muchas más suertes de las que algunos le suponen y, si los anteriores tantos habían sido un ejemplo de potencia y de asociación, Özil marcó el tercero con la bondad de la sutileza. Higuaín, que de espaldas hace infinito daño, le cedió la pelota al alemán, que con un toque leve mandó el esférico mansamente a la red. Según las frías estadísticas, el mediapunta lo tiene todo menos instinto asesino, algo que sí lució en la despedida liguera. Antes había acortado distancias Castro en un contragolpe, pero Özil marcó con la derecha el 4-1 sin dejar caer la pelota tras un lejano centro de Marcelo, que sumó una nueva asistencia. 
El motor bajó de revoluciones, como si quisiera ahorrar combustible para la ceremonia del final. Todavía quedaban algunos detalles sustanciosos sobre el césped. Entró Di María por Higuaín y el delantero se marchó entre vítores y bajo una ovación estruendosa. Él correspondió a la parroquia con un sincero agradecimiento. Da para mucho el tema pero es evidente que su no continuidad sería una mala noticia. 'El Pipa' es un fajador, siente la camiseta, asegura datos estadísticos, tiene apariciones decisivas y parece todo un "nacido para el Madrid". En el reino de la meritocracia no quedaría el menor atisbo de duda.
Pasaban los minutos, aunque cada vez con menos circunstancias reseñables. Se entretuvo Cristiano en un mano a mano, seguramente lastrado por la convicción de que los cincuenta quedaban a años luz. Faltaba alguna llegada ocasional del Mallorca y un detalle de Casillas. Pero, en realidad, el protagonistmo ya era para miles de testigos de una función de luces y sonidos, celebración justísima de un campeón histórico al que no se le puede exigir más. Quizás se le pueda pedir que mantenga la línea, se empeñe en la confirmación del cambio de ciclo y de atrás cuanto antes el número 32 para gloria del club más grande de la historia.
Que así sea.


sábado, 5 de mayo de 2012

Granada 1 Real Madrid 2. Resaca y ambición


La fiesta es la fiesta y cuando uno se entrega a ella suele dejar secuelas. Benditas desde luego las causadas por las celebraciones que siguieron al pitido final en San Mamés de hace tres noches. Más de 24 horas seguidas de bailes, cánticos, gritos y algunas copas son mucha tela para cualquiera. Cuando todo eso queda atrás, aparecen las jaquecas y el cansancio. Si encima eres deportista y no te juegas nada en la siguiente cita, lo normal es que lo pagues con dureza. Eso le sucedió al Madrid en Granada, si bien el espíritu competitivo de este equipo es de tal calibre que supo sobreponerse y llegó a los minutos finales con el ánimo a tope para vencer. Lo consiguió milagrosamente, con una profesionalidad proporcional a la desidia de los minutos iniciales. Los tres puntos abren así la puerta a los 100 definitivos, aunque con casi toda seguridad no irán acompañados de un Ronaldo Pichichi, prácticamente desenganchado de su lucha con Messi y a pesar de sumar otra anotación.
Una alineación plagada de suplentes y el mal cuerpo fueron un combinado tan comprensible como mortal. El ímpetu y la concentración son valores decisivos, capaces de nivelar las evidentes desigualdades técnicas. Fruto de esas circunstancias, el Granada abrió el marcador con solo cinco minutos de juego. Falló en una entrega Marcelo y se hizo con la pelota Jara, todavía en su propio campo. Defendió de pena la zaga, primero con un Carvalho que se fue de forma impotente al suelo y después por los indecisos Varane y Albiol, que no se repartieron los roles por el centro. Jara se vio tan solo que fusiló a Adán e instaló el éxtasis en Los Cármenes. 
Ni siquiera el sonoro golpe sacó al campeón de su letargo. Casi a continuación, Ghalo se quedó sin obstáculo tras la apatía generalizada de sus marcadores y disparó a bocajarro contra el cuerpo de Adán. El rechace lo convirtió en un nuevo tiro que sacó Marcelo de milagro. El sufrimiento era una evidencia, entre otras razones por la fragilidad defensiva de la dupla Sahin-Granero, aunque las sensaciones parecieron igualarse poco a poco. De pronto, Cristiano tuvo un amago de ocasión gracias un remate de cabeza que se le marchó alto. Sus compañeros se hicieron algo más con la posesión, aunque los locales sigueron con una tensión altísima que dejó de verse acompañada de llegadas al marco madridista.
Así se alcanzó el descanso, momento en el que Mourinho demostró que no se conformaba como parecían haber hecho la mayor parte de sus hombres. Pagaron la factura dos de los sospechosos habituales: uno fue Sahin, clamorosamente falto de confianza, que dejó su puesto a Xabi Alonso tras dejar como única aportación un disparo desde fuera del área. El otro fue, para variar, Kaká, uno de los mayores fiascos por relación calidad-precio de toda la historia del club. Valorar su paso por Granada sería hacer tanta leña del árbol caído que, con la Liga en el bolsillo, casi es mejor mirar para otro lado. Valga con notificar que dejó paso a Higuaín.
Se entonó el bloque en la segunda mitad, más metido en la dinámica del juego y con una apariencia mejorada, aunque sin excesos. Pudo empatar Benzema con un derechazo, que sacó Julio César con unas sólidas manos. Después rozó el gol CR7. No llegó primero en la línea de gol a un balón que se había envenenado y empotró después la pelota sobre el cuerpo del guardameta granadino, que le había tapado el ángulo tras un robo del portugués.
Con Xabi e Higuaín, así como con Callejón, los visitantes pasaron mucho más tiempo en el campo del rival. El empate, sin embargo, tuvo que llegar gracias a un regalo injustificado de Moisés Hurtado, que placó a Cristiano cuando volaba el esférico desde el banderín de córner. Ejecutó Ronaldo después de dos penas máximas erradas en las últimas citas, quitándose así el regusto desagradable de la suerte de los once metros. 
Pudo llegar el segundo del Madrid y la victoria que hicieran posibles los cien puntos finales. Corrían los jugadores para sacar de banda o de puerta y terminaron acorralando a los andaluces. Julio César salvó la jugada más peligrosa cuando el esférico viajaba manso hacia las redes. Tal fue el empeño, sin duda meritorio por ambicioso, de los hombres dirigidos por Mou que Cortés acabó metiéndose en propia puerta el tanto del triunfo. 1-2. 
Hecho el trabajo, solo faltaba asistir al ataque de nervios del Granada, prisionero de sus errores con un penalti innecesario y un mal despeje. Clos Gómez pitó el final cuando quedaba la posibilidad de un saque de esquina y recibió insultos e inlcuso una impresentable agresión de Dani Benitez. El espéctaculo, con varias expulsiones incluidas, fue en la despedida tan poco edificante como festivo será el que disfrute el Bernabéu en la última jornada contra el Mallorca. El centenar en el puntaje y la entrega del trofeo número 32 esperan a la vuelta de la esquina. A gozarlo.

jueves, 3 de mayo de 2012

Athletic de Bilbao 0 Real Madrid 3. ¡Campeones!


Campeones y por la puerta la grande. El título número 32 de Liga llegó en un templo futbolístico que presume de hostilidad al madridismo. De San Mamés ningún visitante salió nunca con semejante conquista. Tenía que ser el Real Madrid, el club más grande de la historia, quien sumara también ese mérito histórico. Luego están las maneras. La victoria definitiva llegó con una actuación formidable, pletórica de todas las virtudes que han hecho de la plantilla gobernada por Mourinho una escuadra ganadora: ambición, solidez y velocidad. Desde el paso por el Nou Camp, no existe ni el más mínimo pero a largos meses de liderazgo y goles. Y todavía quedaba un 0-3 en Bilbao para poner la guinda a un pastel inolvidable.
Campeón. El empuje inicial del Madrid fue propio de un equipo con alma de tal. El ambiente flamígero del estadio no le intimidó en absoluto y tampoco se dejó llevar por una ventaja que permitía administrar los ánimos. Los blancos buscaron con ahínco la portería de Iraizoz, primero con una llegada de Higuaín que sacó por los pelos el guardameta y después con un para de subidas de Coentrao. Por si fuera poco se sobrepuso al fallo de CR7 en el lanzamiento de un penalti que fue una especie de 'Panenka' infumable. Nada importó. Higuaín, ese delantero discutido que suele dejar su firma en las grandes noches ligueras, enganchó un derechazo inapelable desde la frontal para rubricar una jugada de tiralíneas entre Cristiano y Özil. 
El alemán de origen turco premió a la retina más exigente con otra exhibición de magia. Esta vez le añadió a las caricias de la pelota el remate final a contragolpe iniciado por Xabi Alonso y continuado por Ronaldo con una asistencia tan lejana como precisa. 0-2, aunque no se conformó el sedoso danzarín y propuso un paseo horizontal con la pelota cosida al pie para terminar sorprendiendo con un disparo con la derecha que besó el larguero. Todo lo que intentó le salió bien y con belleza. Fue sin duda el mejor sobre el campo, seguido de cerca por un Xabi Alonso entonado y un Khedira que puso grandes dosis de equilibrio y movilidad.
Casi todo resultó en la primera parte, incluida la falta de sufrimiento. Empujó el Athletic con lo que pudo, que no fue mucho por la entidad de lo que tenía delante y por las bajas propias, que le obligaron a jugar con Javi Martínez de lateral derecho y con Toquero por Muniaín. El empuje propio de su orgullo fue conjurado por Casillas, que sacó de puños las escasas pelotas que merodearon sus inmediaciones. Tampoco faltó la gotita de suerte que suelen tener los equipos ganadores, con un larguero salvador y una probable mano de Khedira que no acabó en pena máxima, en un lance tan polémico como el que debió suponer la expulsión de San José por doble amarilla, que tampoco llegó.
No dio nada por hecho el Madrid, que encaró la segunda mitad con la misma concentración e intensidad. A los pocos minutos, Higuaín regateó a varios jugadores dentro del área y no marcó un gol de bandera porque se cruzó Javi Martínez. Estaba escrito, sin embargo, que CR7 se sacara la espina y sumara otro gol de cabeza a la salida de un córner. Era el 0-3, que certificaba definitivamente el título y que coincidía en el tiempo con unas declaraciones infames de Guardiola, sugiriendo algo de "silencios" y acontecimientos que "se tapan". Es lo que tienen los valores, el saber perder y el monopolio de la ética. 
A esas alturas faltaban solo los detalles. El Athletic, que es un señor equipo, se comportó con tremendas dosis de vergüenza. No se dejó llevar y apretó ante la algarabía entregada de su parroquia. De Marcos mandó un misil al travesaño e insistió en maquillar los guarismos. En esos momentos, los visitantes parecían acusar la intensa concentración previa y atravesaron un comprensible bajón de juego. La presión de los de casa disminuyó, no obstante, con la rigurosa expulsión de Javi Martínez, que vio la segunda tarjeta por una mano involuntaria. En superioridad, el Madrid se hizo con la posesión y anestesió el partido. Entraron Benzema y Granero, dos tipos diseñados para sobar el esférico. El primero, por cierto, lo hizo por Higuaín, recibido en el banquillo con el afectuoso cariño de todo el cuerpo técnico, que uno por uno lo felicitaron en un gesto cargado de dignidad. En el reino de la meritocracia, que sería el mejor mundo posible, un currante como el Pipa se merecería la continuidad con todos los honores. No hay duda de que se lo merece.
Al final, los jugadores lo celebraron como una piña sobre el césped. El himno volvía a sonar en las emisoras de radio, que se hacía eco de esa melodía tan familiar para una afición acostumbrada a esto, a ganar. Esta vez se logra con un poderío inapelable, demostrando ser el mejor equipo de España, con marca de dianas a favor y la épica toma de estadios como Mestalla, Sánchez Pizjuán, Calderón, Camp Nou y San Mamés. No hay mucho más que hablar. Desde el que más minutos ha disfrutado hasta el que más calentó la banqueta, desde el último ayudante hasta el entrenador, todos han estado estelares en la competición de la regularidad. 
Ya van 32, casi nada. 
¡Hala Madrid!