Parece que la idea filosófica del "eterno retorno" se ha apoderado de la planificación deportiva del Real Madrid. Pasan los años, los entrenadores y los ejecutivos que gobiernan esa parcela y, por decenas de fichajes que se hagan y millones de euros que se inviertan, los seguidores parecemos condenados a arrancar la temporada con la misma sensación: la plantilla está descompensada. Hasta tal punto es así que nos hemos acostumbrado a una anomalía inexplicable, consistente en comentar con naturalidad en el mes de septiembre las necesidades -clamorosas- que el equipo debe cubrir cuando se abra el mercado de invierno. Algo que, en fin, jamás se permitiría una empresa medianamente seria que moviera una tercera parte del presupuesto que tiene la entidad blanca.
Hacen falta pocas luces para darse cuenta de que el Madrid 2010-2011 arranca muy corta de efectivos y de calidad en algunas posiciones del campo. La delantera es una de ellas, pues la marcha de Raúl no se ha cubierto con incorporación alguna. Ese asunto tiene un tercio de pase, ya que CR7, aunque no le apetezca, puede jugar en punta. Él haría goles aunque jugara de portero, así que de referencia arriba sería un valor estadístico seguro. Pero el problema más serio radica en el centro del campo, parcela en la que Mourinho cuenta con los dos Diarrá, Gago y un tal Khedira. Pensar en una lesión duradera de Xabi Alonso pone, sencillamente, los pelos de punta ante la perspectiva de que cualquiera de sus colegas tenga que llevar el peso del equipo en la medular. Salvo, claro está, que a Mou no le interese nada el centro del campo para montar su juego ofensivo, por llamarlo de alguna manera. Y luego está lo del lateral izquierdo, que se comenta viendo los resúmenes de los partidos de Sevilla y Lyon de la temporada pasada. En fin.
Siendo justos, al menos los pensadores del año han recordado que el terreno de juego tiene sus dimensiones a lo ancho y que se pueden utilizar las bandas. Si Di Maria y Pedro León poseen la calidad y el temperamento suficiente para adueñarse de las del Bernabéu, eso es otro cantar. Y luego está lo del mediapunta: Kaká, Canales, Ozil y en gran medida Granero. La saturación es indiscutible y genera un problema serio en la gestión del vestuario si se tienen en cuenta el coste del primero, la proyección del segundo y la gran apuesta de los fichajes del verano que ha sido el tercero. El cuarto, evidentemente, no cuenta. Ninguno de ellos, por cierto, tiene el empaque suficiente para reconvertirse en mediocentro y ser el sólido nexo -atacante y defensivo- que en el fútbol moderno marca las diferencias.
O sea, que lo de siempre: plantilla descompensada y a pasar la temporada con el soniquete de los retoques que hacen falta.
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