(Publicado como Carta al Director en el Diario AS el día 22 de mayo de 2010. Su vigencia, tres meses después, justifica que sea la primera entrada de este blog)
En la gestión de Madrid y Barça se está disputando mucho más que la supremacía deportiva de los próximos años, que ya es decir. Por desgracia para nosotros, los madridistas, se están poniendo las últimas bases para dilapidar definitivamente la idea de que el Madrid "es el equipo de España". El Barcelona evita caer en la comodidad del altísimo nivel alcanzado y ficha a los mejores jugadores nacionales que todavía no estaban en su plantilla. El juego que practica el equipo, la personalidad de la mayoría de sus miembros -empezando por el entrenador- y el hecho de que tengan a los mejores de la selección sólo puede generar simpatía entre los aficionados más jóvenes, que son la base de la fidelidad futura.
El Madrid, desde unas estrategias de mercado en desuso, vacía de contenido sus señas históricas y se decanta por traer a un entrenador antipático y a supuestas figuras internacionales que sólo contagian desafección en el corazón del madridismo de toda la vida, ese que no es esclavo de las modas ni de la venta de humo. A eso se le suma el despido de un entrenador al que, por primera vez en mucho tiempo, la masa social le perdona los fracasos deportivos mientras el presidente se entrega a un líder en el banquillo que hace ostentación de un estilo barriobajero, resultadista y ramplón. Las estrategias de propaganda, por mucho que se empeñe la cautiva prensa deportiva, no van a servir esta vez. Los socios y seguidores tenemos ojos y neuronas como para entender lo que está ocurriendo en un sitio y en otro. La desilusión no es pasajera, es nuclear. Tiene mucho más que ver con que la pelota entre o no. El partido que estamos perdiendo es muy serio y es la peor derrota que podemos sufrir. Siento verdadera lástima.
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