Oh la la! es una expresión que revela sorpresa. Posee ese aroma de la lengua francesa que se mueve entre la sonoridad elegante y el amaneramiento ridículo. Sorpresa. Oh la la!, por fin ganó el Madrid en Lyon. Oh la la!, Sergio Ramos es irremplazable como central. Oh la la!, Lass puede jugar, con suma corrección, en cualquiera de los dos laterales. Y oh, la, la!, Cristiano Ronaldo ya es goleador centenario de una institución gloriosa.
La expresión también denota júbilo y el equipo dirigido por Mourinho tiene motivos para una contenida celebración. Su esperada victoria ante un correoso Olympique despeja el horizonte de la primera plaza del grupo y permite administrar esfuerzos y concentrarlos en una Liga que se presume muy exigente. El 0-2 constituye además otro golpe de autoridad, pues se produjo en un escenario por lo general exigente, de esos que aprietan. Salieron los blancos bien parados de los arreones franceses y se llevaron con merecimiento tres puntos, aunque costara algunos litros de sudor.
Compareció el once con algunas novedades y apenas se resintió por ello. Dominó durante la primera parte sin necesidad de imprimir el diabólico ritmo de citas todavía frescas en el recuerdo. Controlaba los hechos el Madrid sin grandes aspavientos cuando CR7 mandó un misil de vuelo semirasante contra el marco de Lloris. El golazo de libre directo sirvió para adueñarse más de los tempos de un partido que no quedó resuelto antes del descanso porque Di María tiene la pierna derecha solo para apoyarse y porque Özil estuvo blandito en la definición.
No obstante, la imagen de algunos madridistas como Benzema o el mismo Lass fue óptima. El delantero no mojó pero hizo alarde de su sobresaliente visión de juego. Cuando se marchó al banquillo entre aplausos lo hizo con el deber más que cumplido. Antes y después de ese cambio sus compañeros demostraron también mucho compromiso, especialmente en las no siempre vistosas artes del repliegue. El Olympique embestía con una mezcla de músculo y voluntad, pero las maniobras defensivas de los visitantes les cerraban todas las puertas. Y cuando quedaban entreabiertas aparecía un ángel vestido de amarillo apellidado Casillas.
Así las cosas, el árbitro se tragó un penalti clamoroso por mano en el área del Lyon y, preso de una conciencia turbia, se apresuró a señalarlo poco después en una acción bastante más discutible sobre CR7. El portugués lo transformó y acabó con cualquier duda sobre si lleva 100 goles vestido de blanco o no. Los lleva y la cifra es brutal. A todo esto, y con las dudas del triunfo en tierras galas ya resuelto, sus colegas se dieron el lujo de dormitar un rato. Con Lass en la banda izquierda y con Albiol en la derecha la retaguardia propició varias ocasiones que el Olympique no llegó a concretar. El marcador sin embargo quedaría a cero. Si las cuentas no fallan, cuatro partidos sin encajar un gol continental. Y eso merece, sin duda, un último y rotundo oh, la, la!
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