Uno que las pare y otro que las meta. Todos los debates, florilegios periodísticos y cabriolas adjetivadoras en torno al fútbol se pueden encapsular en un principio elemental: uno que las pare y otro que las meta. Son dos soledades, la del portero y la del tipo que ocupa la vanguardia, distintas aunque similares en algo. Detrás y delante no suele haber nadie y el margen de incidencia en que los numeritos del marcador varíen es altísimo. En tan evidente circunstancia recae la grandeza y la miseria de sendos puestos, que te convierten en un fácil candidato a la gloria o al fracaso, según te vaya.
El Real Madrid y las selecciones nacionales de España y Portugal tienen el privilegio de contar en lugares tan delicados con Iker Casillas y Cristiano Ronaldo. El primero disfruta de una larga y merecida fama de salvador que sigue agigantándose. De nuevo, cuando sus compañeros y entrenador se manejaban en el tembloroso alambre de una eliminación inesperada y ruidosa, se estiró y evitó una epidemia de dolor. A quince minutos del final Rakitic, el sobrio mediocentro de Croacia, se topó con un muro que convierte los reflejos en todo un espectáculo. Unos minutos más allá, se llevaron parte de la gloria Cesc, Iniesta y Navas, cuya asociación le dio a España el liderazgo de su grupo con el sello de un gol desahogante. Pero alguien que estaba debajo de los palos les había hecho buena parte del trabajo.
El otro, CR7, ha tenido que luchar contra lo evidente para convencer a casi todo el mundo de sus cualidades decisorias. El 'casi' es porque todavía queda algún miope recalcitrante empeñado en reducirle a simple mortal. Y no lo es. Hace mucho que el rendimiento de Ronaldo es de proporciones míticas, estilo hercúleo. Tiene un carácter poco simpático, eso es innegable, aunque da toda la impresión de que él no salta al césped a hacer amigos. De hecho, se obsesiona con liquidar a sus rivales, que generalmente caen abatidos por su ego y ambición. Eso sucedió en la última jornada de la fase de grupos ante Holanda. Justo cuando más llovía -en sentido figurado-, cuando su escuadra perdía y sus críticos afilaban los cuchillos con una mueca sádica en el rostro para hacerle el prestigio jirones. Anotó dos goles, disparó en más de una ocasión a la madera, dio un par de pases formidables y se marchó en velocidad cada vez que quiso. Dio, de hecho, una de las exhibiciones del año.
Ellos han sido, Casillas y Cristiano, Cristiano y Casillas, los dos madridistas más destacados en lo que llevamos de Eurocopa. Es más, sus actuaciones han elevado el listón de en un torneo cuyo nivel anda, siendo generosos, en un tono discreto. Uno que las pare y otro que las meta. Eso es lo que hay: Casillas y Cristiano, Cristiano y Casillas.
Da gusto leer unas linias tuyas en pleno mes de junio,eres un maestro michi.
ResponderEliminarCualquier cosa que se diga de casillas se queda corta,merece ya un balon de oro porque sus paradas son decisivas en muchos partidos.y lo de cristiano,esta claro que es un crack,pero su caracter y sus tonterias cuando abre la boca le restan muchos puntos y simpatias.
un saludo michi