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jueves, 28 de junio de 2012

Portugal 0 España 0. A la final por pelotas


Hay gestos que lo cambian todo. Acciones inesperadas y audaces en las que alguien arriesga la vida para abrir las puertas de la gloria. El tema va más allá del objetivo cumplido, pues lo que queda para siempre es la rúbrica. Sergio Ramos fue el autor de uno de esos arrebatos históricos en las semifinales contra Portugal y despejó el camino para una clasificación que ya no podía resistirse. Tras su penalti a lo Panenka lo lógico es que Alves se empotrara contra un larguero que escupiera la pelota y que Cesc se diera contra un poste que embocara la suya. Antes Casillas había sumado su parte del trabajo atajando una pronta ventaja portuguesa en la tanda. El azar premió a la selección española por muchos motivos pero especialmente por uno de esas ocurrencias insólitas que lo cambian todo. 
Hasta entonces el combinado nacional le había dado a su parroquia más de lo mismo: noventa minutos sin profundidad, morosos en ataque aunque poco sufridos en defensa. Solo la prórroga destapó un juego más vertical y ambicioso, dañino sin duda y merecedor del gol. Hubo que esperar al  105 para que Jordi Alba le pusiera un centro medido a Iniesta, que casi celebraba el tanto cuando Rui Patricio sacó una mano colosal. En el largo rato precedente no hubo un solo uy. Igual que ante Francia -un equipo mucho más frágil que el portugués- los chicos liderados por Del Bosque se entretenían en la asociación estéril. Ni siquiera llegaron a dominar el balón como en otras ocasiones. Si uno prescinde de la pasión y se centra en el análisis la conclusión no puede ser otra que la ausencia permanente de peligro. Y eso que ayer se jugó de partida con un nueve nato gracias a la alineación de Negredo, que estuvo peleón y poco más.
Por suerte y por desgracia, según te vaya en el invento, el deporte de alta competición está tejido también con otros mimbres. El empuje o la familiaridad con la tensión, por ejemplo. Portugal tiene lo primero aunque anda cortita de lo segundo. Fue capaz de anular las virtudes de un rival que impone mucho por la estrella que porta sobre el pecho pero apenas puso en liza las propias. Cristiano, su máximo estandarte, apareció poco porque escasas fueron las veces en las que le buscaron sus compañeros para las salidas al galope. Cuando sí ocurrió se dio de bruces con el oficio de la defensa hispánica, que a falta de un virtuosismo perdido ha ganado mucho en el manejo de las claves pragmáticas cuando se deciden los envites. 
Poco más se puede reseñar. Bueno, la tensión sí. Hubo por doquier, con entradas al límite y varios piques en los que se vieron envueltos atletas con las dos elásticas. Ese punto de rivalidad nunca traspasó lo admisible y se vio en ambos bandos, lo cual habla también positivamente del carácter de los vigentes campeones del Mundo y de Europa. Un carácter que solo se transformó en superioridad cuando, metidos en la prórroga, la falta de fuerzas convocó a la calidad. Ahí emergieron Pedro y Navas, jugadores de refresco y dos puñales  que restaron anchura y sumaron verticalidad. 
Mereció más España en esa fase, si bien nos hubiera escamoteado una de las escenas de nuestra vida. Sergio Ramos, con los penaltis empatados, agarró con decisión la pelota y la colocó sobre el punto fatídico. Millones de personas aguardaban la fatalidad del sevillano y muchos de ellos preparaban el ingenio para hacerle el prestigio jirones. Este país es muy cruel con el que lo intenta y fracasa. Está mucho más vigente la crítica del que jamás se pega el arrimón que la entereza del que se juega el pellejo. Afortunadamente, quedan tipos con arrestos que, sin haber visto jamás a John Wayne o a Humphrey Bogart, saben que a veces toca hacer lo que casi nadie quiere hacer. Con una mezcla de arrojo y de necesaria inconsciencia, Ramos acarició el esférico a lo Panenka y lo alojó en el centro del marco luso. De no haber acertado se hubiera convertido en el referente de todas las bromas crueles de su patria por los siglos de los siglos. Y acertó. Solo se ha visto una cosa igual en el panorama nacional y el propietario es el caballo que la estatua de Pizarro tiene en la Plaza Mayor de Trujillo. A veces las puertas de la gloria también se abren así. Esta España sabe ganar por pelotas.

domingo, 24 de junio de 2012

España 2 Francia 0. Romanticismo pragmático


En el fútbol, como en la vida, los objetivos pueden conseguirse de muchas maneras. Desde lo épico a lo rutinario, el éxito sigue caminos diversos, estrategias plurales para que los planes salgan bien. España ganó por fin a Francia en partido oficial y se metió en semifinales de la Euro2012 por la vía de la burocracia. Se ha acostumbrado ese grupo de jugadores a ganar, bendita costumbre para unos aficionados que históricamente han convivido con la fatalidad. En otras circunstancias y en otros tiempos no hubiera aparecido Xabi Alonso para meter un testarazo inapelable, el árbitro se habría ahorrado un penalti tranquilizador en las postrimerías y los franceses habrían anotado de rebote. Esos tiempos, sin embargo, parecen ser historia. 
El triunfo español se cimentó una vez más sobre una posesión abusiva de la pelota. Del Bosque se empecinó en el 'falso 9' con Cesc como jugador más avanzado y añadió la acostumbrada sobredosis de centrocampistas bajitos y tocones. El resultado fue el previsible: un estilo sobón, vistosillo aunque irrelevante, tan huérfano de profundidad como definitivo a la hora de zanjar el menor atisbo de sufrimiento. Salta a la vista que el planteamiento del monopolio del esférico tiene unos fines básicamente defensivos. Por las inmediaciones de Casillas apenas circula nada más que una brisa y ante Francia, a pesar de la calidad de tipos como Benzema y Ribery, no fue una excepción. Los dos intervinieron en zonas estériles y jamás inquietaron los ánimos del campeón. 
El pragmatismo del seleccionador tiene, sin embargo, sus limitaciones. El tiki-taka no está concebido esta vez para pisar con insistencia el área rival. Y tampoco ante Francia fue una excepción. Bien mirado, España llegó al marco de Lloris lo mismo que Grecia al de Neuer un día antes. La comparación puede resultar odiosa por todo lo demás pero no por ese detalle. El gol de Xabi Alonso, tras una desequilibrante incursión de un tipo fundamental en el esquema como Jordi Alba, tuvo el efecto más positivo que se pueda concebir. El mediocentro del Real Madrid disfruta de una libertad de movimientos que tiene comprensiblemente negada en su club y la aprovecha con esa certidumbre elegante que le pone a todo lo que hace. Incluida, claro está, la suerte de los penaltis. Con un disparo sereno firmó la definitiva clasificación a semifinales. 
Allí espera CR7 y una Portugal que parece más que la que compareció hace un par de años en Sudáfrica. A falta de más chicha en lo de ayer, el relato de los hechos hay que prolongarlo hacia el futuro, con el debate sobre el juego aplacado por la abundancia de pasión. Nada de ello impide ver un bosque lleno de matices y de aparentes paradojas, con una por encima de todas: el presunto romanticismo de los locos bajitos es, en manos de Del Bosque, un ejercicio utilitarista para anular al oponente. Y de momento no le puede salir mejor.

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viernes, 22 de junio de 2012

Madridistas en la Eurocopa (II): alemanes en estado de gracia


Uno nunca ha sido khedirista pero va camino de la conversión. La Euro2012 está retratando a un jugador de una capacidad física impresionante y un pertinente sentido de la colocación. Esas virtudes ya se las conocía el madridismo, pues la eficacia y el equilibrio, aunque tendentes a los colores grises, se lo reconocen hasta los más críticos. Lo que han florecido, sin embargo, son otras virtudes no tan conocidas y menos usuales por el Paseo de la Castellana: la llegada permanente al área rival, el atrevimiento en el pase y el remate continuado. Se atreve más Khedira con Alemania, según parece a la luz de actuaciones tan centelleantes como la del morboso duelo germano-heleno.
Resulta, en el fondo, fácil de explicar, pues lo que tiene alrededor no es ni de lejos lo mismo. En la Casa Blanca vive obsesionado con las espaldas de sus compañeros más imaginativos, que francamente son demasiados cuando toca el repliegue. Las responsabilidades en el once de Mou son mayores y mucho menos prestas al lucimiento personal. Pero parece claro que para el futuro, y en determinadas circunstancias, caben planes que rebajen las dosis de dinamita arriba y que generen un efecto sorpresa en forma de espigado llegador con capacidad para romper desde atrás. Algo que el técnico ha probado, aunque en escasas oportunidades y con clamor en contra de la prensa.
Khedira incluso marca, circunstancia que se le resiste de momento a Özil. Él, sin embargo, sigue a lo suyo, que es la danza, la elegancia y la caricia de la pelota. Todavía no ha aparecido en todo su esplendor, quizás porque las defensas rivales viven pendientes de él. Sus minutos frente a Grecia incluyeron sin embargo una galería versatil de lances, desde la oxigenante apertura a Lahm que acabó en el primer gol del partido hasta un par de ocasiones en las que el balón se dio de bruces contra el portero. 
Acecha un Özil todavía no estelar en un futuro prometedor para Alemania, seguramente la favorita a estas alturas del torneo. Los teutones disfrutan de un bloque trabajado, persistente y veloz. Capacidad física y estética se matrimonian en un maridaje que asusta. Y hay dos madridistas que tienen mucho que ver en ese juego que combina vigor y creatividad.

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jueves, 21 de junio de 2012

Madridistas en la Eurocopa (I): uno que las pare y otro que las meta


Uno que las pare y otro que las meta. Todos los debates, florilegios periodísticos y cabriolas adjetivadoras en torno al fútbol se pueden encapsular en un principio elemental: uno que las pare y otro que las meta. Son dos soledades, la del portero y la del tipo que ocupa la vanguardia, distintas aunque similares en algo. Detrás y delante no suele haber nadie y el margen de incidencia en que los numeritos del marcador varíen es altísimo. En tan evidente circunstancia recae la grandeza y la miseria de sendos puestos, que te convierten en un fácil candidato a la gloria o al fracaso, según te vaya. 
El Real Madrid y las selecciones nacionales de España y Portugal tienen el privilegio de contar en lugares tan delicados con Iker Casillas y Cristiano Ronaldo. El primero disfruta de una larga y merecida fama de salvador que sigue agigantándose. De nuevo, cuando sus compañeros y entrenador se manejaban en el tembloroso alambre de una eliminación inesperada y ruidosa, se estiró y evitó una epidemia de dolor. A quince minutos del final Rakitic, el sobrio mediocentro de Croacia, se topó con un muro que convierte los reflejos en todo un espectáculo. Unos minutos más allá, se llevaron parte de la gloria Cesc, Iniesta y Navas, cuya asociación le dio a España el liderazgo de su grupo con el sello de un gol desahogante. Pero alguien que estaba debajo de los palos les había hecho buena parte del trabajo. 


El otro, CR7, ha tenido que luchar contra lo evidente para convencer a casi todo el mundo de sus cualidades decisorias. El 'casi' es porque todavía queda algún miope recalcitrante empeñado en reducirle a simple mortal. Y no lo es. Hace mucho que el rendimiento de Ronaldo es de proporciones míticas, estilo hercúleo. Tiene un carácter poco simpático, eso es innegable, aunque da toda la impresión de que él no salta al césped a hacer amigos. De hecho, se obsesiona con liquidar a sus rivales, que generalmente caen abatidos por su ego y ambición. Eso sucedió en la última jornada de la fase de grupos ante Holanda. Justo cuando más llovía -en sentido figurado-, cuando su escuadra perdía y sus críticos afilaban los cuchillos con una mueca sádica en el rostro para hacerle el prestigio jirones. Anotó dos goles, disparó en más de una ocasión a la madera, dio un par de pases formidables y se marchó en velocidad cada vez que quiso. Dio, de hecho, una de las exhibiciones del año. 
Ellos han sido, Casillas y Cristiano, Cristiano y Casillas, los dos madridistas más destacados en lo que llevamos de Eurocopa. Es más, sus actuaciones han elevado el listón de en un torneo cuyo nivel anda, siendo generosos, en un tono discreto. Uno que las pare y otro que las meta. Eso es lo que hay: Casillas y Cristiano, Cristiano y Casillas.

domingo, 17 de junio de 2012

Notas de fin de curso (III): Delantera


Aunque con retraso y metidos ya en la Eurocopa, completamos las calificaciones que "Nacido para el Madrid" ha querido entregar de forma simbólica a los miembros de la plantilla. Se trata, por supuesto, de un ejercicio cargado de subjetividad que solo pretende mover al debate una vez que se nos ha acabado la temporada en lo que a competición de clubes se refiere. Vamos, pues, con los delanteros. Preparados, listos...

Cristiano Ronaldo: 9,5, sobresaliente
Aunque el que esto suscribe es más de letras, en este caso los números arrasan cualquier combinación de palabras, por estilosas y precisas que se usen. La cantidad y calidad de los goles marcados son de una majestuosidad que empequeñece cualquier adjetivo. Una y otra vez, por activa y por pasiva, de cabeza o con cualquiera de las dos extremidades, ha perforado las porterías rivales. Incorporó a las estadísticas un punto de madurez que lo ha revalorizado por encima de los datos. El punto de giro se produjo tras una goleada de invierno al Granada, durante la cual tuvo que escuchar una injusta pitada del Bernabéu. Lejos de encelarse, reaccionó con humildad y compromiso. De hecho, gran porcentaje de la consecución del campeonato de Liga pasó por sus piernas. Cuando más apretó el Barcelona en la persecución se destapó con una noche gloriosa en el Calderón, a la que habría que sumar, por añadir solo otra, la del Reyno de Navarra. La guinda la colocó en el Nou Camp solo unos minutos después de que el Barça invitara a la duda con el empate a uno. En un contragolpe marca de la casa batió a Víctor Valdés y anotó uno de esos tantos que pueden abrir la puerta a un cambio de ciclo. Su único borrón, perdonable aunque decisivo para no otorgarle la Matrícula de Honor, llegó en la fatídica tanda de penaltis contra el Bayern, si bien antes había firmado los dos goles del equipo. Un lujo del que afortunadamente disfruta el madridismo. 



Higuaín: 8, notable
Vivió una de las temporadas más difíciles desde que llegó. Tuvo que trabajar a la sombra de Benzema, que aprovechó hace meses la ausencia del argentino por lesión. No obstante, el Pipa jamás se escondió y dio como siempre el máximo cada vez que le tocó enfundarse una zamarra que se ajusta como un guante a su carácter competitivo. La relación de goles por minutos disputados fue excelente y la afición le premió con toda suerte de ovaciones en las fiestas por el título liguero. Su complementariedad en el mismo once con CR7 y con Benzema es, por si fueran pocos los demás, otro motivo añadido para su necesaria continuidad. En una sociedad meritocrática Higuaín siempre debería contar. Y parece que el club ha tomado nota. 

Benzema: 9, sobresaliente
Fue sin duda su año y se destapó como, quizás, el delantero más completo del mundo. Hace de todo y con una categoría extraordinaria. Móvil, generoso, con gran visión de juego y talento raudales, hábil en el regate, preciso en el toque, eficaz ante el marco, ambidiestro y hasta elegante. Ha firmado dianas de todos los colores, generalmente sedosas aunque no solo: su derechazo en Pamplona hizo recordar a Van Basten, aunque si uno analiza su juego saca parecidos con los delanteros más diversos y aparentemente contradictorios que se puedan imaginar. A sus vistosas cualidades técnicas hay que añadirle un sentido para el sacrificio que está entre los grandes haberes de su entrenador. Ha sido uno de los jugadores que más peso ha tenido en las prestaciones del grupo y es uno de esos sujetos especiales por los que siempre compensa invertir parte de tu dinero y tiempo en el ocio deportivo. De hecho, la palabra 'ocio' parece un poco pequeña para un futbolista que coquetea habitualmente con la dimensión artística. Un sobresaliente sin ninguna duda.