Lleva este Madrid de las marcas goleadoras un número infinito de goles y fue a olvidar su capacidad anotadora el día que más la precisaba. Empató el líder en casa en una noche de infarto y se dejó cualquier margen de seguridad en una Liga que casi todo el mundo celebraba cuando no procedía. El equipo de Mourinho fue prisionero de la ansiedad y, aunque sumó un número notable de claras oportunidades para ganar, también pudo ser víctima de un accidente mucho más grave. El empate, al menos, deja en dos partidos la posibilidad de error que todavía puede cometer. Triste consuelo, desde luego, en una noche en la que faltó dominio, control y racionalidad.
Estuvo permanentemente el resultado en un alero. Todo recordaba a esa imagen recurrente de Match Point, la película del maestro Woody Allen, en la que una pelota de tenis que golpea contra la cinta de una red se queda suspendida sobre el aire y en un plano congelado. El azar decide y, cuando eso sucede, puedes ganar, perder o empatar. Al final decidieron las maderas, una por cada escuadra, y los porteros, especialmente un Guaita excepcional y que hizo paradas de todos los colores imaginables, incluidos a los rechaces.
El arranque parecía el de siempre, aunque con una variación en el once sobre las últimas exhibiciones ligueras: entró Khedira por Granero, un tipo frágil pero que viene bien cuando Xabi Alonso se topa con una trampa como la diseñada por Emery. El alemán no está para distribuir ni para asentar el juego de los suyos y volvió a confirmarlo una vez más. Así las cosas, los blancos disputaron la primera parte como si el mundo fuera a saltar por los aires en solo diez minutos. Y así siguió, esclavo de la ansiedad, en el resto de la cita y cuando menos convenía.
Enumerar las oportunidades en los dos marcos agota los espacios de cualquier entrada de cualquier blog. Cristiano estrelló en el palo un tremendo disparo desde fuera el área. El luso perdonó en el estertor de la jugada una asociación previa entre Özil y Benzema. El propio CR7, en el minuto uno de la segunda mitad, disparó raso para que Guaita sacara la pelota con la punta de los dedos. Di Maria golpeó con fuerza y efecto para que el guardameta hiciera otro paradón. El portero, por dos veces en el lance, le sacó sendos remates a un solitario Benzema. Y, ya en las postrimerías, Di María remató con inocencia una llegada hasta el punto de penalti tras excelente cesión de Kaká. Eso, por cierto, centrándonos en las más evidentes, pues hubo otras y alguna que seguro se le escapa a la memoria de este cronista.
Claro que, en el otro lado, los valencianistas se plantaban ante las mallas merengues con frecuencia y claridad. Delante no tenían, ni de lejos, a ese bloque presionante y compacto de las mejores veladas sino a uno medio quebrado. Solo así se explica que de un saque de puerta y un toque de cabeza de Soldado se generara una notoria incursión de Jordi Alba que Casillas resolvió en última instancia. Pudieron, además, los visitantes llevarse el premio gordo si Tino Costa no se hubiera topado con la cruceta en un brutal zapatazo desde su casa. O si Casillas no hubiera sacado su libreto de reflejos salvadores en un par de momentos más. O si Mathieu hubiera tenido más afinado su punto de mira en un zurdazo seco, o Pablo Hernández en un contragolpe...
En fin, que la pelota seguía en el aire, flotando en un plano congelado. El personal asistía al misterio con el corazón acelerado y muchas ganas de reclamarle a un Clos Gómez que se movió por el césped muy por debajo del espectáculo. Hubo acciones polémicas aunque hicieron falta varias repeticiones para aclararse. Lo único cierto es que la temporada ha entrado en una fase de inquietud que pone a prueba el carácter de un equipo campeón. Y este Madrid, aunque algunos lo daban por tal, todavía no lo es y se ha complicado muchísimo la vida a sí mismo. El margen de error casi se ha liquidado. Ahora toca sufrir.
Al Madrid le faltó remate, agilidad mental, juego por las bandas. Un error de Mou no sacar a Granero. Floja la defensa, demencial lo de Pepe.Pero, a pesar de todo, jugaron con garra, entregándose, luchando hasta el últimi minuto. El Madrid atraviesa en éstos momentos sus momentos más difíciles, se ha dejado escapar puntos importantes, está nervioso, incluso desquiciado, y es ahora cuando más necesita nuestro apoyo, nuestra confianza, nuestra entrega. Es el momento en que el aliento madridista debe calentar con todas sus fuerzas. Hoy, más que nunca: ¡HALA MADRID!
ResponderEliminarSaludos. LEG
Buenas tardes.
ResponderEliminarLo siento Michi, hoy no puedo estar con usted, me resulta muy blando donde hay que atizar duro.
Lo dije ayer y aquí quedó escrito, nos va a costar mucho, pero mucho, mucho.
Un abrazo.