Recibió el Madrid al Depor e intentó cogerle el aire a una Liga que, visto lo visto en Sevilla, es una quimera desde el primer acto. Ganó el vigente campeón con suficiencia a pesar de que se vio de nuevo por debajo en el marcador. Y ganó con una alineación titular inédita. Puestos a ser coherentes, los que vieron castigos infames de Mou hace poco deberían denunciar ahora lo propio con Xabi Alonso, Arbeloa y Coentrao, que ni siquiera estuvo convocado. Ninguno de ellos escuchó el himno desde los terrenos reglamentarios y sí lo hicieron Modric y Khedira, más retrasado el croata y por delante el alemán. Como la combinación no funcionaba la alteró el entrenador y la máquina mejoró en fluidez. A partir de ahí, todo fue coser y cantar en un clima de serena placidez que se resumió con una 'manita'.
Seguramente la explicación centrocampista, como casi todas, sea una simpleza. Pero lo cierto es que durante los minutos iniciales los blancos estuvieron precipitados y discontinuos, especialmente porque Modric es un mediapunta de los pies a la cabeza. El castigo que supuso el gol de Riki fue, no obstante, excesivo. En una acción titubeante de Varane y de un Casillas algo lento en la salida, se adelantó el Deportivo y le pasó toda la presión del mundo al Madrid. La reacción fue tan inmediata como rotunda.
Para empezar, Di María -el más desequilibrante de los suyos durante bastantes tramos- se marchó de Manuel Pablo y forzó un penalti que transformó Ronaldo. Poco después, un Modric que ya habitaba los espacios que le son naturales, le dio un pase maravilloso al 'Fideo', que remachó con la cabeza un rechace previo y milagroso de Aranzubía al palo. El guardameta, además, se desesperó por lo mismo cuando en el tercero sacó otro paradón que sus compañeros afearon permitiendo que Cristiano rematara, también, con la testa. 3-1 al descanso, tras un paréntesis de apremio. Una ventaja que pudo ser más holgada si un par de disparos de CR7 no se hubieran topado con su enemigo bajo el larguero.
Y en eso, entró Kaká. No tiene por qué haber una relación causa-efecto entre su debut liguero y la pérdida de ritmo que sufrió el partido, aunque eso fue exactamente lo que ocurrió. Al menos fue así hasta la entrada de Xabi Alonso por Modric, que se marchó entre aplausos, gesto de entusiasmo que el personal también tuvo con Khedira, muy entregado de principio a fin. Nada más pisar el campo, Xabi estuvo a punto de culminar un ataque incisivo de sus compañeros. Aranzubía, de largo el mejor del Dépor, se estiró para mandar la pelota a saque de esquina.
Siguió el tolosarra enchufado, repartiendo calidad a diestro y siniestro. De pronto, sacó una falta lateral muy medida a la cabeza de Pepe, que entrando desde atrás certificó el cuarto, dedicado a su jefe en el banquillo. El asunto ya era un trámite, un monólogo ameno en el que colaboraron los visitantes con visible pérdida de interés.
Incluso para los espectadores ya solo quedaban energías que poner en los detalles, por ejemplo la salida de un Higuaín que se marchó entre una confusa división de opiniones. O para comprobar cómo Kaká culminaba con un zurdazo contra el muñeco una contra de Cristiano. O para que éste redondeará su triplete convirtiendo otro penalti. Palabras menores, sin duda, a la espera de comprobar si en el Clásico de la semana que viene se acaba la Liga en la jornada siete. Que todo apunta a ello, visto lo visto en Sevilla.
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@michihuerta