La tarde liguera del Bernabéu acabó en experiencia religiosa: un Cristiano redimido, un Kaká resurrecto y un Higuaín extasiado liquidaron al animoso Betis, que volvía largo tiempo después al templo de La Castellana. En una segunda parte que concentró goles y ocasiones, el trío de estrellas resolvió el trámite y devolvió con creces el precio de las entradas y de los abonos televisivos. Los sevillanos regresaron con una goleada cargada de buenas sensaciones y el Pipa se llevó el balón a casa gracias a su segundo triplete consecutivo, hecho de un mérito excepcional viniendo de una lesión eterna y de la evolución fulminante de su colega y competidor Benzemá.
El hat-trick de Higuaín se abrió con la confirmación de otra circunstancia casi sobrenatural. Nada más reiniciarse el encuentro en la segunda mitad, CR7 se vio completamente solo ante Casto y en lugar de terminar con su pureza hizo entrega de un regalo al argentino para que marcara a placer. Sejemante dádiva, sumada a las de Cornellá, parecen indicar que Cristiano ha pasado por una catequesis especializada en el don de la generosidad.
Pues bien, todavía con la agradable sensación en la retina, se sumó Kaká a los ejercicios espirituales y confirmó su resurrección con un golazo extraordinario, marca de la casa en su parar, mirar y meter el balón con rosca por el palo largo. Mou sentó de inmediato al brasileño y el público, exactamente el mismo al que tenía desesperado hace no tanto, le despidió con una atronadora ovación.
Pero todavía le faltaba al parroquiano culminar el viaje al éxtasis que le propuso un delantero canino. Justo después de que Molina aprovechara un despeje frontal de Sergio Ramos y una tímida defensa de Pepe para cuestionar la victoria merengue, Di María puso una pelota en vertical para su compatriota, quien se fue en velocidad, dribló y marcó casi sin ángulo. El Pipita impidió cualquier asomo de sufrimiento y condujo las emociones al territorio de la felicidad, sobre todo después del ejercicio de sutileza que supuso su tercer tanto, firmado con una vaselina casi poética.
El gozo se coció durante, aproximadamente, media hora. Antes, la primera parte se había explicado alrededor de una circunstancia fortuita y reseñable. A eso del minuto 20, un chico descarado de 17 años y de apellido Vadillo se hirió en la rodilla y tuvo que retirarse del campo con evidentes síntomas de un daño severo. Durante un buen rato, sus compañeros no tuvieron la malicia suficiente para permitir el recambio y el Madrid empezó a disfrutar de la posesión, con la colaboración de la ingenuidad de los andaluces, que se dejaron hacer.
A punto estuvo de costarle un gol tanta ingenuidad cuando Higuaín se descolgó a la banda derecha y puso un centro al que no llegaron por poco ni CR7 ni Kaká. Pocos segundos después a la jugada le nació una hermana gemela que desperdició el portugués en un franco remate de cabeza que mandó fuera. Un mal control dentro del área se interpuso una vez más en el camino de Cristiano, que parecía estar más para dar que para recibir. El estado de shock todavía le duró unos minutos más a los béticos, incluso más allá de recuperar la igualdad numérica, aunque poco a poco dejó de arreciar.
Antes de su particular desgracia había salido el Betis a competir sin miedo, pegajoso en defensa, achicando espacios cuando los locales atacaban en estático y replegando con urgencia a su frontal cuando aquéllos superaban la primera línea de presión. La pelota parecía sentir más cariño por las botas verdiblancas ante la aparente complacencia de los de casa, que incitaban las acometidas de sus invitados para asestarles alguno de esos habituales hachazos que en breves segundos destrozan a cualquiera. El último cuarto de hora que precedió al descanso recuperó la misma tónica, solo que la aparente paciencia de los madridistas dejó de compartirla la grada, que dejó el toque de una insinuación de pitada para la reflexión del vestuario.
El aviso tuvo efectos reparadores. Dicen que las charlas tácticas de Mourinho son lecciones magistrales encapsuladas en diez minutos para la escucha y la revitalización. Puede que sea cierto, ya que las reacciones de sus hombres se dan con cierta periodicidad. Tanto es así, que al partido contra el Betis le sobró tiempo para que, ya con una diferencia abultada en el electrónico, descansaran algunos de sus protagonistas, como Cristiano y Kaká. De paso, acumulaban rodaje Altintop y Coentrao. Y a todo esto, Higuaín seguía coqueteando con más goles -le faltó poco para sus duples- al tiempo que una sonrisa le cruzaba el rostro. A él y a todo el madridismo, conciliado provisionalmente con la paz y a la espera de que otros, como Del Bosque y Florentino, la terminen firmando por el bien de la institución. Amén.