Varane y mucho más, sí. Se destapó el francés con un partido superlativo, de una jerarquía imponente ante un tipo como Messi. Y lo coronó con un testarazo que dejó el 1-1 en la eliminatoria para que el misterio se resuelva en el Nou Camp. Eso será dentro de mucho tiempo y para entonces puede que Mou disponga de toda la plantilla en un estado efervescente de forma. La mejor noticia de la ida fue la sensación de igualdad en un enfrentamiento que pudo acabar de cualquier forma, pues ocasiones hubo para que el resultado hubiera sido casi cualquiera.
Tuvo mérito el Madridd ante un equipo que juega de memoria y con una precisión milagrosa. Con una defensa de circunstancias y en la que no figuraba ninguno de los habituales, especialmente dos laterales de circunstancias, empató en el resultado y, salvo un tramo de la segunda mitad, en el juego. De hecho, hubo minutos de presencia más peligrosa alrededor de Pinto, que tuvo que sacar un par de balones cargados de veneno durante la primera parte. Uno de ellos llevó nada más empezar la firma de Cristiano Ronaldo, que lanzó misil en libre directo que hizo una curva casi mortal. Otra fue en un balón colgado por Essien que tropezó en una pierna para morir en las yemas de los dedos del portero culé.
Hubo más: Benzema lanzó al lateral de la red en una aproximación nítida y Alves sacó minutos después con la involuntaria mano un centro raso que se paseaba frente al marco azulgrana. Eso por un lado. En el otro hubo también movimiento, especialmente cuando Carvalho afeó la impresionante actuación de su compañero Varane con una impresentable cesión a Diego López, que fue titular. Disparó a puerta vacía Xavi pero llegó como un trueno para evitar el tanto el espigado francés, que se mueve con la agilidad de una gacela y el vigor de un búfalo.
No marcó el capitán barcelonista ni en ese momento ni en una falta que murió en el larguero. De hecho, era un milagro que el marcador viviera tanto tiempo con la nada en el marcador. Así hasta que Callejón despejó malamente con la zurda y se quedó inevitablemente enganchado en el fuera de juego. Cesc, con un mundo para pensar, batió a Diego. Sin duda fue un mazazo, pues la victoria momentánea dio paso a un trecho de palmaria superioridad del vigente campeón. Solo Varane, providencial ante Fábregas y Messi en un par de oportunidades, más la falta de acierto de Pedro, evitaron que las semifinales quedaran prácticamente sentenciadas.
No fue así porque este Madrid es muy competitivo. Cuando más coartada tenía para flaquear sacó el orgullo e insistió, aunque ya un poco roto, en la ofensiva. Cristiano se quedó a centímetros de marcar de cabeza tras un fallo inesperado de Piqué. Sus lamentos tuvieron minutos después el bálsamo del golazo de Varane, que lo hizo todo y todo impecable, incluida una elevación majestuosa y un giro de cabeza impecable. Gol y empate.
Prueba de la vocación ambiciosa de la plantilla fueron los arreones finales, con llegadas al filo del gol conducidas sobre todo por un Özil que atraviesa un excelente estado de forma. Modric, ya sobre el terreno de juego, puso las dosis de calidad que le faltan a Callejón, si bien el once se partió por la mitad. Cualquiera podía desnivelar la balanza, por ejemplo Jordi Alba en un desmarque en ruptura que acabó con una parada de reflejos del re-debutante bajo los palos del Bernabéu. Ya no se alteraría más el electrónico, que deja la resolución del relato para una noche barcelonesa a la que está por verse en qué circunstancias se llega. De momento, hay eliminatoria.
www.nacidoparaelmadrid.com
@michihuerta