Fechas navideñas, familia y reencuentro con la gente de siempre en la tierra que te vio crecer. En eso se vio metido el firmante de estas líneas, acompañado por viejos amigos mientras el Madrid caía en Málaga. Abrazos, risas y calidez entremezclados con los fugaces titulares que disparaban las redes sociales a través del móvil. La única torcedura de una noche magnífica, el sabor a hiel de una nueva derrota madridista arropada por el ruido de una polémica ensordecedora.
A la mañana siguiente, la de hoy, o sea, la penitencia de la gabración y ahora la catarsis de estos párrafos.
Apuntes sobre la gangrena:
1. Sin tensión no hay paraíso
De hecho solo aguarda el sufrimiento. La mejor virtud del estilo Mourinho parece encerrar, también, su principal debilidad. Dos temporadas de alta tensión competitiva colocaron al Madrid en un escenario de aparente invencibilidad. Resultaba muy díficil doblegar a los blancos. El bloque, compacto. La concentración, férrea. La actitud, implacable. No había perdón arriba y apenas se regalaba atrás. Todo eso tiene que ver con lo ánimico, con la actitud, con la mentalidad. Pero restadas esas virtudes el toque Mou parece quedarse en poca cosa por escasez de control y de elaboración.
2. Un once largo y quebrado
En Málaga volvió a demostrarse la fragilidad de unas líneas alejadas entre sí por un mundo. Seis y cuatro, unos a un lado y otros en el horizonte, como si fueran dos equipos. Ramos y Pepe se ven obligados a sacar la pelota jugada en largo con balonazos impropios de un equipo grande. Ahí empiezan los problemas pero no terminan, claro. La defensa vive aculada y sin demasiadas ayudas de unos mediocampistas superados por las andandas de los rivales, sobre todo cuando son tan peligrosos como Isco. Su gol y los dos de Santa Cruz fueron una prueba evidente. De hecho, la segunda parte de La Rosaleda subrayó todas las vergüenzas balompédicas que venían insinuándose a un volumen cada vez más notorio desde que comenzó la temporada. Los jugadores madridistas acabaron desarbolados.
3. El escándalo Casillas: más madera
La suplencia de Iker ha sido tan comentada que parece uno de los noticiones del año. La desproporción mediática insiste en uno de los males que sufre la institución desde hace demasiado tiempo: su descabellado entorno. Muy pronto y sin la menor indagación se sentenció que era un castigo disciplinario en el que no mediaba la menor connotación deportiva. Se ha llegado a vender como un pulso al presidente y como una ofensa al madridismo. El caso es que Casillas ya fue suplente con Del Bosque sin que se llegara ni a medio camino en las conclusiones que se sacaron respecto a las de ahora. El análisis evita, además, repasar el rendimiento tan mediocre que el portero ha tenido en su peor temporada de blanco. Petrificado debajo de los palos, inseguro en las salidas y robotizado en los libres directos ha encajado demasiados goles facilones a la misma velocidad a la que desaparecía ese 'ángel' tan especial que lo convirtió en el mejor guardameta del mundo. Hay razones suficientes en su rendimiento como para recibir el aviso de una suplencia. De hecho, lo peor del caso es la falta de un segundo portero de nivel que le apriete y comprometa de veras. A Adán los guantes del Madrid le quedan demasiado grandes.
4. Mou, la prensa y el futuro
La prensa deportiva hace tiempo que va tras la cabeza del entrenador del Real Madrid. Los mismos medios que echaron a Pellegrini, que lo ofendieron gravemente y que atribuyeron a Mourinho cualidades semidivinas son los que hoy sacrifican su icónica figura en el altar de su propia hipocresía. El asunto Casillas les ha concedido la última munición que precisaban. Sin embargo, siempre resulta mejor un ejecutivo que no se deja amedrentar en sus decisiones que el torrente de influencias gestado desde el Txistu. El propio Pellegrini sabe muy bien de qué va esa presión y hasta qué punto formaba parte de su toma de decisiones, pues lo ha confesado en alguna entrevista. El clima, en fin, parece que va a ser irrespirable en el futuro inmediato y corresponde a los jugadores y al cuerpo técnico revertir la situación en Copa y en Champions, al tiempo que deja de arrastrarse por los campos de la competición liguera. El madridismo no merece 16 puntos de distancia antes de las vacaciones navideñas ni una sangría como la que está sufriendo en cualquier estadio que visita. La herida ha empezado a gangrenarse y hay que poner remedios ya para evitar la amputación por responsabilidad, por orgullo y por dignidad histórica.
No hay ningún "nacido para el Madrid" que no exija el cambio de personalidad.
Tal que ya.
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@michihuerta