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jueves, 12 de abril de 2012

Atlético de Madrid 1 Real Madrid 4. Cristiano nunca aparece


Evidentemente el título de la crónica es pura ironía. Dicen sus críticos de la prensa que Cristiano nunca aparece en las citas importantes y que la mayor parte de sus goles solo sirven para engordar estadísticas. Pues en el Calderón, cuando más apremiaban las circunstancias y en un entorno profundamente hostil, el portugués puso luz al camino de la imprescindible victoria no solo con sus tantos, otros tres, sino con los momentos que eligió para anotarlos y con la impresionante manera en que los logró. Un libre directo y un disparo brutal desde el pico del área, con 0-0 y 1-1 en el electrónico respectivamente, fueron el pasaporte a un triunfo que llegó en el momento de la temporada en el que los tropiezos están terminantemente prohibidos. Cristiano emergió como un gigante cuando más lo necesitaba el madridismo.
Pero vayamos por partes. Saltó el Madrid con dos modificaciones impotantes sobre su once tipo. Y no muy prometedoras, por cierto. Coentrao ocupó el lateral izquierdo en lugar de Marcelo, descartado por unas molestias en la espalda. Y Kaká dejó a Özil en el banquillo, seguramente como consecuencia de los muchos minutos acumulados y de una propuesta de verticalidad por parte de Mourinho. Si era lo que quería, desde luego lo tuvo. Su equipo fue incapaz de controlar la dinámica de los hechos durante toda la primera parte y se entregó a la enconada espesura que le propuso su rival. Neutralizada de momento la diferencia del talento, el asunto se puso áspero, intenso y enmarañado, un contexto en el que se veía mucho más felices a los atléticos. 
La pelota, generalmente maltratada durante la primera parte, solo encontraba descanso en las botas de Diego, que puso las únicas notas de clase y elegancia en el tapete durante los 45 minutos iniciales. Sus compañeros iban a otra cosa, con un coraje admirable y ese rigor que Simeone ha sabido imprimirle a sus hombres. El Madrid no le perdía la cara a semejante planteamiento pero se quedó muy lejos de dominar por varios motivos. Para empezar, carecía de profundidad en las bandas con unos laterales cortitos. Además, Alonso vivía agobiado y tenía que retrasarse en exceso para entrar en contacto con el objeto redondo. Quien sí lo hacía era Khedira, para quien el esférico en los pies es un cuerpo extraño. Y Di María fallaba en todo lo que intentaba, que era mucho más de lo que debía como consecuencia de unos excesos individualistas que lastraban las ofensivas blancas. 
Así las cosas, apareció Cristiano, ese que al que algunos especialistas atribuyen inoperancia en las citas grandes y al que acusan de ejercer un monopolio inaceptable a la hora de sacar las faltas. Pues bien, lanzó una desde larguísima distancia y con un efecto endiablado que se coló por el palo del portero. Fue un golazo sin paliativos y un gesto que desniveló provisionalmente la balanza. Tuvo otra oportunidad minutos después aunque sacada por Courtois, que esa vez cerró correctamente el hueco. No hubo mucho más balance atacante hasta el receso, momento en el que el madridismo pudo recrearse en las repeticiones de la cobarde agresión que sufrió Pepe por parte de Godín y que debió acabar con una expulsión que el árbitro disculpó. También reclamaron los blancos un penalti sobre Cristiano, mucho más complicado de confirmar. 
Al regreso, el Madrid tenía, además de un mayor control de la pelota, algunos deberes complementarios: que Casillas y Coentrao, por ejemplo, se despojaran del constante ataque de nervios en el que parecían instalados, uno a cada salida por alto y otro a cada despeje. O que Luis Felipe dejara de disfrutar de una autopista vacía cada vez que se le antojara subir. En la duda de si se resolverían esos problemas empató el Atleti. Arbeloa le cedió metros y segundos a Adrián, dos regalos excelentes para alguien de su calidad. El delantero, recuperado milagrosamente de una supuesta gripe, puso un centro medido a Falcao, que se metió entre Ramos y Coentrao para ejecutar de cabeza a Casillas. 
Pues bien, justo cuando más excitado estaba el Calderón y más creían los colchoneros en los tres puntos irrumpió en escena Cristiano para buscarse un hueco con un par de bicicletas y para enviar un certero misil a las mallas. El Atleti, inasequible al desaliento, lo siguió intentando por medio de sus dos puntas. Godín, sin embargo, estaba por la labor de liquidar el suspense y empujó innecesariamente a Higuaín en un penalti tan claro como innecesario. Lo transformó Ronaldo para sumar su diana número 40 -madre del amor hermoso- en el campeonato. Cuestión zanjada. El Madrid pidió la cuenta pero Callejón, que había entrado hacía unos minutos, invitó al digestivo con el 1-4 en un contragolpe. Lo cierto es que la cena había sido peleona y para estómagos muy preparados. Y se había regado con el mejor vino imaginable, un reserva exquisito con aroma lusitano, cuerpo y espíritu de superclase. Porque, en dos situaciones al límite, apareció Cristiano.

5 comentarios:

  1. Muy buena crónica Michi, creo que todos los madridistas sufrimos hoy en demasié, pero al final los fantasmas se esfumaron.

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  2. Un verdadero deleite la exhibición de ese fenómeno de la naturaleza que es CRISTIANO RONALDO.Un triunfo vital para el Madrid; ¡enhorabuena! Imagino que el enano hormonado se estará comiendo sus sucias uñas. ¡A tragar culés, a seguir tragando!

    Saludos LEG

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  3. Desde mi sufridora resignación, pensamientos inconexos:

    Un superlativo Cristiano, como yo no había visto nunca, bastó para desequilibrar un partido bastante más igualado que lo que dice el resultado final.
    He visto, diría yo, los últimos 30 derbis, y bastantes de ellos en directo,y me había acostumbrado ya al baño sin reservas. En cada choque, disfruté (es un decir)con la mayoría de los talentos de los jugadores blancos. ¿Qué jugador del Madrid no ha brillado en el Calderón en las últimas dos décadas? No habló ya de Ronaldo, Raúl, Van Nistelroy, Ozil, Kaká, Benzema, Higuaín... no. Hablo de exhibiciones de Míchel Salgado, Lass, Arbeloa... siempre tremendamente superiores a sus pares.
    Ayer, sin embargo, solo vi a un Cristiano, insisto, brutal como nunca. El primer gol creo, sinceramente, que es más un fallo del extraordinario portero belga que tenemos, pero el segundo y todo el partido del portugués fue excelso.
    Esa dependencia de ayer me recordó, peligrosamente para los madridistas, a la que a veces sufre el Barça con el mejor equipo de la historia.

    Insisto, no me pareció el Madrid arrollador de casi siempre en el Calderón. Y la defensa, pufff...

    En todo caso, y pese a esos cinco minutillos de zozobra mental con el 1-1, no me parecía el de ayer el partido clave para el Madrid, acostumbrado como está a dominar sin mayor problema en el Calderón. Creo que el Madrid ganará la Liga si supera al Bayern en la Champions. Una eliminación, (posible viendo la defensa y el incuestionable potencial germano), le haría más daño que cualquier otra cosa.

    Y aunque aquí interese menos, algún apunte sobre el Atleti de mis entretelas. Bueno, mejor dicho, varios:
    - La temporada es deplorable y solo nos queda agarrarnos al milagro que ahora mismo supondría eliminar al Valencia en la Europa League.
    - Con todos los respetos, que Levante u Osasuna estén muy por encima del Atleti es directamente de vergüenza.
    - Todo esto se agrava si tenemos en cuenta que por primera vez en décadas el Atletico tiene a tres jugadores que se desconocían por estos lares: Diego, Adrián y, en menor medida, Arda. Pues bien, ni con ellos, se sabe ser digno.
    - Que habrá que ver al cholismo un año entero, pero que por ahora, gaseosa, rascar y poco más.
    - Y, por último, me imagino que personajes como Perea o Godín tendrán un bajísimo coeficiente intelectual. Siempre he pensado que para jugar bien al fútbol hay que ser un tipo medianamente inteligente. No me imagino a ninguno de los dos haciendo una división con decimales. Sus groseros errores (los de Perea habituales, los de Godín, querellables) les deberían descartar directamente del fútbol de elite. He dicho

    @garridosnotspai

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    Respuestas
    1. Ciertamente el nombre de "patético de Madrid" le cuadra de maravilla. Creo que es un equipo ideal para aquellos que padecen una peligrosa tendencia al masoquismo incurable. ¡Mal asunto!

      Gruber and Gruber.

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  4. Magnífica crónica. Ya cansa de hablar de derbis ganados, pero es que no queda otra. Parecerá una maldición, pero me temo que esto va para largo.

    Ahora le queda al Madrid los Alpes, con alguna etapa de entrellano, espero que la salud ayude y los árbitros no perjudiquen, con sólo eso me conformo.

    Un saludo desde Todo Real Madrid.

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