Twitter es una red social que permite comunicarse con acciones de microblogging, término acuñado por los especialistas. Te abres una cuenta, entras y puedes escribir mensajes que no superen los 140 caracteres. Solo en España hay unos dos millones de usuarios tuiteros. Esa gente escribe de los temas que le interesan. Un asunto que atraiga tanto al personal como para comentarlo en ese entorno, ya sea un suceso, una efeméride o un personaje público, entra en la lista de los diez más importantes. La clasificación suele ser un termómetro de las preocupaciones de la gente. Pues bien, durante el Sporting-Real Madrid, concluido con una victoria poco exigida del líder por 0-3, dos fueron los nombres protagonistas durante buena parte del evento: Iturralde y Di María.
Seguro que no hay aficionado que quiera dedicar su tiempo y su dinero a contemplar el protagonismo exhibicionista de quien tiene la obligación de pasar por invisible. Tiempo y dinero, dos bienes tan preciados en los tiempos que corren, fueron secuestrados en buena parte por un sujeto llamado Iturralde González. Fue noticia durante la semana por su voluntaria baja en la citada Twitter, pero de uno que no está también puede hablarse. Es más, y como es el caso, puede convertirse en el objeto más importante de conversación. El inquieto e imprevisible trencilla fue sin duda lo más destacable de la primera parte, con una actuación caprichosa que tuvo por detonante la injusta expulsión de Rui Faria, ayudante de Mou. A partir de ahí, desenfundó el rifle y cosió a tarjetas a cuantos pasaban a su lado. Además, repartió malamente las faltas y se equivocó a costa de todos.
El infame espectáculo encabezado por Iturralde no fue el único durante la fase inicial de la convocatoria. En lo estrictamente balompédico, Sporting y Real Madrid hicieron gala de un estilo picapedrero, unos por omisión y otros por pura impotencia. El celebrado descanso por sanción de Xabi Alonso -que asegura, en principio, su presencia en el clásico de la semana que viene- mutó en pesadilla con la dupla Lass-Khedira como organizadores. Como ninguno de los dos está llamado a ofrecerse rápidamente y a sacar la pelota jugada desde con criterio, el equipo visitante se entregó a los desplazamientos en largo. Los patadones de Pepe trazaron la desagradable estampa de la ofensiva madridista, un plan tan primitivo que los sportinguistas apenas padecieron.
Todo eso fue así hasta que el azar y la calidad fueron generosos con los blancos. En una duda del lateral Damián, Di María hizo gala de todas sus virtudes, que son bastantes. La ambición le llevó a recuperar la pelota. La velocidad le plantó en la línea de fondo de dos zancadas. La pillería le hizo ver un hueco en el primer palo mientras Juan Pablo se tiraba a tapar el centro. Y la calidad rubricó el gol, anotado con la punta de la bota izquierda. Si se exceptúa el borrón del defensa y del guardameta, golazo. Pero la victoria momentánea solo maquillaba una imagen pobre, sin ocasiones ni llegadas que fueran más allá del ímpetu atacante de Cristiano Ronaldo.
La reanudación parecía traer los mismos aires pero la fe asturiana había mermado. Si algo tiene el bloque logrado por Mourinho es solidez, razón por la que jamás vio inquietado el marco de Casillas. Por contra, a medida que pasaban los minutos las líneas rojiblancas empezaban a distanciarse por crecientes metros. Solo era cuestión de tiempo que el líder diera por concluida la cita por mucho que la invocación al arte se la hubiera dejado en la capital. Fue de nuevo Di María quien le hizo un roto al Sporting metiéndose entre líneas y asistiendo de forma brillante a CR7. El portugués se estrenó ante uno de los pocos rivales que se habían librado hasta ahora de una de sus cornadas mortales. En velocidad dribló a Juan Pablo y ajustó el remate raso a las mallas. Se acabó.
Lo demás fue intrascendente pues resultaba palmaria la imposibilidad de la remontada. Es más, con espacios el Madrid acumuló invitaciones a la goleada. Mientras lo hacía, el cronista podía repartir su atención entre la aseada actuación de Coentrao en la banda derecha, los malabares llenos de sentido de Marcelo y, cómo no, lo que se nos viene encima dentro de una semana. En lo que uno se entretenía, Di María aprovechaba que no había defensa bajo los palos para mandar un saque de esquina a la cruceta. E Higuaín empotraba el esférico contra el cuerpo de Juan Pablo en un uno contra uno. La mente volaba hasta el Bernabéu, sábado 10, bien metidos en la noche de otro partido del siglo. Marcelo, sin embargo, devolvía el tiempo presente -y ya con inferioridad numérica del Sporting- al concluir un contragolpe con golazo por la escuadra. Ya poco importaba, incluso la vergonzante y casi olvidada actuación de Iturralde. Señalado por éste el final, solo existe el Madrid-Barça. Ojo al Twitter en los próximos días. Va a echar humo.
mou camp. ¿lo habeis visto en la tele ?. No pueden dejar de tenernos en su pensamiento. HALA MADRID
ResponderEliminarBuen comentario. No voy a ver echar humo.No estoy en Twitter.
ResponderEliminarDi María estuvo pletórico. Espero que el sábado siga con su racha. Y lo de Iturralde ya cansa. Como decían en un programa de la tele, le gustaría ser el niño en la comunión, la novia en la boda y el muerto en el entierro.
ResponderEliminarUn saludo desde Todo Real Madrid.