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martes, 3 de mayo de 2011

El clásico IV. Pecadores y pecados: los jugadores y las directivas


(continuación de la entrada anterior)

3. Los jugadores. Del ardor guerrero al funesto arte de la simulación acusatoria
Pepe se excedió. Ese pie a esa altura y en esa zona del terreno de juego no venía a cuento alguno. Me refiero, claro está, a la célebre entrada a Alves que decantó la marcha de la eliminatoria y que sirvió para lanzar una llama al interior de un depósito de gasolina. El riesgo lo pagó el defensa reconvertido en tapón de la medular con una expulsión injusta, pues ningún antecedente resulta aplicable cuando ya se han pagado las culpas del pasado con ejemplares y justas condenas. Algunas acciones posteriores fueron, sin embargo, injustificables: el pisotón de Marcelo a Pedro y un feo manotazo de Adebayor debieron ser castigados con rigor. De la agresividad pasaron a la agresión y eso no merece disculpa. Mal.

En el otro lado, los 'buenos oficiales' del planeta fútbol insistieron en una estrategia premeditada pues, al parecer, no les parecía suficiente con su excelso manejo de la pelota para doblegar al Madrid. Ya parece viejo hablar de ello, pero las exageradas actuaciones de algunos jugadores barcelonistas –con Pedro y el reincidente Busquets a la cabeza– revelan la peor cara del deporte de competición, mucho más cuando se complementa con una orquesta de protestas de todos sus compañeros, los que juegan y los que están en el banquillo. Simular lo que no existe y señalar con el dedo al falso culpable de los inexistentes hechos está en lo peor de la naturaleza humana, desde los pasillos de los colegios con sus acusicas tramposos de turno hasta las semifinales de una Champions League. Y rematarlo con insultos racistas es el peor broche concebible. Así nos va.

4. Las directivas. La agitación tribal la carga el Diablo
Presos de un ataque de populismo ante sus simpatizantes los directivos del Barcelona y del Real Madrid se lanzaron a una pelea de denuncias sin sentido.  La falta de raciocinio llegó hasta los despachos, esos espacios serenos en los que debería reflexionarse con calma para llamar a la prudencia. Pues no. Ninguna de las dos denuncias iba a ninguna parte porque intentaban perseguir hechos que en modo alguno resultan denunciables ante un organismo como la UEFA, a la que ya dedicaremos el espacio que merece otro día.

Le guste o no al Barcelona, al ciudadano Mourinho también le asiste el derecho a la libertad de expresión y, si alguien siente que se ha extralimitado en su ejercicio y que lo ha hecho en perjuicio de su honor, los tribunales de justicia existen para algo en un Estado de derecho. Y, le guste o no al Madrid, lo que sucede en el terreno de juego no puede volver a enjuiciarse... y mucho menos si tienen que hacerlo quienes designaron a Stark. Lo peor es que todos han agitado con tanta ansia como voluntad las bajas pasiones de sus respectivas tribus, algo sobre lo que la historia nos deja aterradores precedentes.

8 comentarios:

  1. ¿A que insultos racistas te refieres?

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  2. Lo de las simulaciones resulta tan recurrente en el fútbol de hoy que lo hemos acabado viendo como normal o disculpable, pero no lo es, claro. No me gusta al Barça haciendo eso y supongo que fue una forma algo desesperada y rufián de denunciar el juego agresivo del Madrid. De todos modos nadie se quejó de la simulación de Torres en el partido que provocó la expulsión de un jugador de Chile en el Mundial ni ocupó más de media línea entre todos los periódicos. Eso me recuerda algo que está siendo habitual estos días: criticar las capacidades (futbolísticas y humanas) de los jugadores del Barcelona ahora y ensalzarlos cuando van con La Roja. Por cierto, que nadie se preocupe por el futuro del equipo de Del Bosque: cuando vuelvan a juntarse serán tan amigos e intentarán jugar como los ángeles. Los deportistas suelen ser menos apasionados de los que los seguimos y hay cierta impostura en estos piques. Nada que no se quede en el verde, que dirían los argentinos.

    Además, en el clásico-3 el Barça imitó una cosa que el Madrid hizo "muy bien" (entiéndase las comillas de desaprobación) en el clásico-2: echarse encima del árbitro protestando cada jugada. En fin, en general, bastante antifutbolístico todo. Comparto tu teoría de que hay que olvidarse de maniqueísmos, aunque la libertad de expresión de Mourinho no creo que pueda consistir en gritar "fuego" en un teatro repleto.

    Canasta de Derrick Rose. Parece que reaccionan los Bulls.

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  3. Esto va para el anónimo, a los que Busquest lanza a Marcelo, llamándole mono. Sí esto lo llega hacer Ronaldo a Alves, le sancionan con diez partidos. ¿Estará desconteno Pep (perdón D. José? con la designación del arbitro Belga?.

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  4. Atención. Noticia de última hora. En la Central Lechera Llorona se acabaron los kleenex.

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  5. Supongo que a este blog entrarán madridistas. Así que va una pregunta para madridistas. Teníais 4.500 entradas para ir a Barcelona. Devolvisteis 3.300. Entonces... ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

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  6. Soy del barça pero no fanático, y estoy casi al 100% de acuerdo con este post. Sólo que no creo que la expulsión de Pepe fuera injusta. Un plantillazo a esa altura sin retraer la pierna al golpear (cosa que si hizo Mascherano o Busquets en acciones semejantes que no iguales) es tarjeta naranja clara. O sea, que si hubiera sido amarilla, tampoco hubiera sido injusto. Lo injusto es que hubiera quedado sin sanción.
    No me gusta ni el teatro de algunos jugadores del barça (Alves y Busquets, a Pedro lo disculpo ya que es la primera vez, aunque espero que no lo repita) ni la agresividad desmedida de Pepe o la violencia gratuita de Arbeloa.

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  7. No estoy 100% de acuerdo con todo lo que dices, pero aún así considero este blog un buen refugio en medio de tanta incompetencia periodística. Felicitaciones y esta noche que gane el mejor!

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  8. Muchas y sinceras gracias, Miguelito, Papa y compañía. Creo que hacéis muy grande este blog con vuestros comentarios. Ha habido debates intensos aunque muy respetuosos, con visiones distintas y muchas de de una inteligencia que invita a revisar las convicciones propias.
    Un abrazo y viva el fútbol.

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