Por razones de trabajo, quien esto firma ha pasado los últimos tres días en Lyon. La ciudad es encantadora, combina una elegancia ocasionalmente majestuosa con un arsenal de secretos pequeños y callados que te salen al paso a la menor oportunidad. Es bella sin presumir. Coherente en su controlado desorden. Pletórica de vida y difícil de definir. Como Karim Benzema, uno de sus hijos ilustres, que hoy vive y trabaja en Madrid. Ayer, contra el Athletic, cualquier amante sibarita del balompié tuvo ocasión de comprobar por enésima vez las cualidades del francés. Lo suyo fue un auténtico recital que explica la manita al Athletic, un histórico venido a menos que pasó de la vidilla inicial a implorar el pitido definitivo para que el roto no fuera escandaloso.
Benzema simboliza las cualidades de su equipo cuando a éste le funciona casi todo. Movilidad, rapidez, asociación vertiginosa, ocupación inteligente de los espacios. Siempre le dio a sus compañeros una alternativa útil, en la punta de la lanza o en los costados, tirando una pared o percutiendo a la línea defensiva. Todo lo hizo con propiedad y ese aire facilón de quien se sabe especial. Y sus colegas se beneficiaron, especialmente un Modric que por fin se compenetró con Xabi Alonso en el centro del rectángulo.
De hecho el tolosarra llegó un poco más arriba que en otras citas y alternó posiciones con el croata con un grado de compenetración que hasta ahora no se había visto. Eso multiplicó sin duda las opciones atacantes, con Callejón y Cristiano muy vivaces por las bandas. El portugués no marcó pero estuvo comprometido, se jugó la maltrecha cara en varias ocasiones, no se ocultó porque nunca se borra. A su palmario exceso de ego le suma de inmediato una ambición competitiva de la que se beneficia, sin ningún género de duda, su equipo. Si la dejadez del club y la sensacionalista prensa deportiva consiguen que se vaya será una pérdida irremplazable y supondrá un alivio profundísimo para el eterno rival. Y si no, al tiempo.
Pero era la velada de Karim, que hizo olvidar pronto los dimes y diretes del preludio. Un pase larguísimo de Modric lo paró en carrera como quien se rasca la espalda y la pelota voló después por encima de la cabeza de Gorka Iraizoz, aunque todavía no está claro si impulsada por Aurtenetxe. Después de que Ramos, visiblemente feliz en su recuperada posición de central, marcara de cabeza el 2-0 a la salida de una falta, el delantero galo firmó otra obra marca de la casa: recibió un pase de espaldas en la frontal del área y en un ver se dio la vuelta y enganchó una rosca con la zurda imposible de detener. Y el único despiste de la zaga merengue, concluido con el testimonial tanto de Ibai, supuso el 3-1 que reflejaba el marcador al descanso.
Los vizcaínos acumularon algún gramo añadido de fe y apuraron sus opciones. Éstas pudieron aumentar cuando Coentrao tocó sin voluntariedad aunque de forma ostentosa un balón con la mano dentro del área. El árbitro se inhibió y pocos segundos después Benzema se inventó una maniobra excepcional de desmarque con asistencia precisa a Özil. Punto y final. Lo que restaba era innecesario para el misterio y agradable para la vista. Disparos algo centrados del empeñado Ronaldo, combinaciones en un palmo entre éste y Di María, que entró de refresco para impedir que el coche bajara de marcha. Todo era tan plácido que hasta la parroquia se permitió una ovación entregada al rival Llorente, claramente ninguneado por su entrenador y por parte de los aficionados de su equipo.
La cosa estaba ya tan rodada que hasta Khedira reapareció marcando un tanto, el que cerró la goleada en el único borrón de Gorka. El guardameta vasco había sufrido una de las mejores actuaciones del Madrid en lo que va de temporada. Y cuando la inspiración es tan notoria generalmente está Karim Benzema sobre el verde y en estado de gracia. Una gracia lyonesa, vitalista, que se maneja con equilibrio entre el desorden artístico y la inteligencia del cálculo. Para no olvidar.
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@michihuerta
Los ataques torticeros a Cristiano y a Mou están llegando a un punto que no tiene perdón de Dios. Y lo malo del caso es que, pese a mi incredulidad, calan hondo en madridistas que son incapaces de ver el final que persiguen esas críticas.
ResponderEliminarHa llegado el punto que habría que decirle a CR7 que no sé si nos lo merecemos. Y seguro que no sabrán leer las declaraciones de hoy de Ferguson, que como todo el mundo sabe, no conoce de nada a CR7.
Un saludo desde Todo Real Madrid
Blanco Doble, suscribo todo lo manifestado en tu comentario.
ResponderEliminar¡Otra crónica magnífica, Michi! Benzemà me puso la piel de gallina. Vimos al Benzemá del OL, el jugadorazo que fue en Francia. Yo fui uno de los que coreó el nombre de Morata para reivindicar el protagonismo de la cantera. Parece que el equipo tiene un mejor tono físico. ¡Saludos a todos y Hala Madrid SIEMPRE!
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