En los patios de los colegios de toda España hay un chaval acomplejado que aguanta el dolor a la espera de que la vida le dé la oportunidad de cobrárselo todo junto. Pasado el tiempo, y en cuanto conquista la cuota que sea de poder o se les inviste de cierta autoridad, se hace notar. Lo necesita. Tieso como una vela y con el rictus solemne paseará su justiciera actitud. Se convierte, en fin, en un Paradas Romero de la vida.
El aquí firmante apenas pudo ver el partido por sus obligaciones cinéfilas y la cosa eterna de los Goya. O sea, que estas líneas son unos sueltitos sobre lo que apenas vio con el rabillo del ojo. Mucho no hubo, parece ser, en el Bernabéu, sobre todo porque un tipo bajito decidió que él estaba por encima de las decenas de miles de parroquianos que poblaban las gradas, los millones que había frente al televisor y los 22 que se jugaban los tres puntos sobre el césped. Paradas, como en la funesta noche de Villarreal de hace un año, decidió que para protagonista, él. Con un par.
Expulsó el presunto juez a Sergio Ramos en dos acciones consecutivas y con un mundo por delante. La primera amarilla fue mucho más que discutible. La segunda no, pero el tal Romero decidió llevarse la contraria a sí mismo cuando en el minuto 75 se la disculpó a Lass por una acción muy similar. Es lo que pasa cuando alguien quiere salir en los papeles como el individuo valiente que en el fondo no es.
Menos mal que para entonces el Madrid había resuelto el trámite con un par de tremendos zarpazos. Salieron los de blanco con la sexta velocidad metida y Morata y el propio Sergio Ramos no perdonaron en las acometidas iniciales. En ese breve intervalo brilló Kaká, que sorprendentemente regresó al once inicial. También estuvo entonado Morata, que dejó al titubeante Benzema en el banquillo. El delantero canterano tampoco iba a robarle el protagonismo absoluto al hombrecillo que cobró su dinerito por, en principio, repartir justicia, así que tuvo que abandonar el campo demasiado pronto para que Mou recompusiera el orden táctico dada la enésima inferioridad.
Así que a partir de ahí nos quedamos sin partido. Uno miraba de soslayo el partido mientras veía desfilar un carrusel de errores de parecido calibre en la ceremonia de los Goya. Resultaba difícil decidir qué era peor. Los minutos pasaban lentamente, con una pesadez insoportable. Habrá mejores noches, sin duda. En el cine, en el fútbol y en la vida. A poco que no toque sufrir a estrellas como Paradas con ganas de secuestrar cada foco que le rodea.
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@michihuerta
¡Por Dios, Michi, la expulsión de Ramos fue clara! ¿Estamos otra vez con conspiraciones arbitrales, calendarios y demás barcelonitis? Nos perdonaron el claro penalti de Coentrao...y encima nos quejamos de "presuntos jueces"? El resto de la crónica es muy buena, como siempre. Soy un madridista de Vallecas. Lo dejo claro por si alguien me acusa de algo. Le tengo cariño al Rayito, pero soy socio del Madrid.
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