Debió ganar, pudo perder y empató el Madrid en su visita a San Siro, uno de los escenarios más lujosos del deporte mundial. Como el fútbol es, entre otras cosas, una celebración de la imprevisibilidad, dos errores absurdos y un arbitraje calamitoso se interpusieron entre los blancos y la ecuanimidad, que exigía a gritos una victoria rotunda. Hasta tal punto se desvió el partido de lo que por juego resultaba razonable que el equipo de Mourinho conservó su condición de invicto por los pelos, gracias a un gol cocinado en las postrimerías por Benzema y Pedro León, la gran pareja de malditos en los metros iniciales de la temporada.
El tanto tuvo un valor simbólico excepcional por tratarse casi de un acto de justicia poética. Antes hubo tiempo para casi todo, especialmente para demostrar una superioridad evidente ante un rival que no es el de los noventa pero al que muchos analistas ningunean de forma excesiva con la única intención de, con ello, rebajar los méritos de los habitantes del Bernabéu. El balompié tiene sus códigos y 16 Copas de Europa sobre el tapete exigen un mínimo respeto, algo que en lo estrictamente deportivo el Madrid le perdió a los italianos en el salón de su casa.
Dominaron los hombres de Mou todas las facetas del juego, desde la presión en campo contrario hasta las llegadas al área de Abbiati en un variadísimo repertorio de opciones. Especialmente durante la media hora inicial, se sucedieron las ocasiones para haber acumulado una renta generosa: Higuaín avisaba a los dos minutos con un tiro cruzado, Pepe erraba un remate de cabeza a metro y medio del marco, Xabi Alonso probaba desde lejos, Di Maria se enredaba en un uno contra uno y Pirlo sacaba dos balones sobre la línea. El 0-1 del descanso, tras una brillante jugada de toque y velocidad de la vanguardia merengue culminada por Higuaín, era una distancia escasa para la abismal diferencia que se había visto hasta ese momento.
Tras el receso todo parecía sugerir la misma dirección hasta la entrada de un veterano, Pipo Inzaghi, que se las sabe todas. Nada más entrar le propinó un golpe por la espalda, traidor y completamente fuera de lugar a Xabi Alonso, algo que el infame Howard Webb disculpó de forma alevosa. Por la vía picapedrera, con un Gatusso crecido en su dureza dada la permisividad del presunto juez del duelo, el Milan se enchufó en el partido y estuvo a un paso de llevárselo a la italiana. Un mal cruce de Pepe y unas manos blandas de Casillas propiciaron el empate de Inzaghi. Y, poco después, ninguno de los seis miembros del equipo arbitral -sí, amigos, son seis, es decir, media docena de ojos entre trencillas y asistentes- vio un fuera de juego escandaloso del rapaz delantero milanista, que dio la vuelta al marcador ante el éxtasis de una parroquia que goza más por la vía criminal que por la civil.
A partir de ese instante no se jugó prácticamente nada. Las camisetas rossoneri caían sucesivamente al suelo como en una partida interminable de bolos. Un golpe por aquí, un gemelo por allá, un saque de esquina sacado en corto... El Madrid, al que sólo se le puede reprochar la falta de control en los pasajes más confusos del partido, se enredó y parecía condenado a desvirgarse con la primera derrota del curso. No fue así por los azares que rodean a este deporte. Marcó Pedro León y sus compañeros y el cuerpo técnico lo celebraron porque entendieron el significado profundo de un desenlace que iba mucho más allá de su repercusión en la dinámica de la liguilla. Este equipo es candidato, serio candidato. Y quienes no lo quieran ver aferrándose a la debilidad de sus enemigos cometerán un serio error. Allá ellos.
Hola tío! He visto tu comentario en la web de As, en el que hablabas a la gente que dice que el arbitraje de ayer fue bueno. Haciendo zapping durante el partido vi que estaba Belén Esteban en plan "Tengo una pregunta para usted", y me dio por pensar que a nosotros, los aficionados al fútbol, nos están dando lo mismo que a las marujas que se tragan los desvaríos de esta mujer. Creo que desgraciadamente poco queda del fútbol romántico de Juanito, Kempes, Rafa Paz & Cia, y que en la actualidad estamos más sujetos a la gentuza que maneja el fútbol, y que por extensión nos maneja a nosotros. ¿Cómo es posible que árbitros tan malos como Webb estén al nivel que están? ¿No se dan cuenta? Claro que se la dan, pero no hacen nada porque no les interesa, necesitan poder meter mano al fútbol para que no se les descontrole y se les muera la gallina de los huevos de oro.
ResponderEliminarEn cualquier caso tío, enhorabuena por tu opinión y tu trabajo. Hala Madrid!
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ResponderEliminarMenos mal que Casillas no intervino demasiado porque cada vez que tuvo que hacerlo ayer fue espantoso. Mala noche del casi siempre magnífico cancerbero. El fallo de Pepe, en la jugada del empate, es impropio de un jugador de la categoría que él mismo parece otorgarse. Sólo el inefable tratamiento periodístico general les libra de ser hoy víctimas de las críticas que otros compañeros suyos sufren puntualmente en su condición de estigmatizados. Lo mejor -al margen de que no se hable de Robinho- la autoridad del equipo y ese espíritu ganador que les llevó a reponerse de la 'webbada'.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de Inzaghi: irreprochable, incluso la agresión a Alonso, pues puso la adrenalina que le faltaba a un mórbido Milan. Una impagable aportación de un veterano que invita a imaginar el rol que podría haber cumplido en nuestro equipo otro ilustre provecto emigrado a tierras bárbaras.
(Gatusso for ever)
Está claro que anoche el Real Madrid no contaba con que el personaje este la liara parda. Si bien resoplaba el webb cuando quedaban 10 minutos para el final. Por eso hoy como dice AS, Va por ti Webb
ResponderEliminarAsí es, tenía un valor simbólico el no perder.
ResponderEliminarEl Madrid debe aprender de lo sucedido. Debe reforzar el mando del partido. El Milán se nos ha escapado vivo, después de haber sido notoriamente inferior. Su única estrategia era jugar uno contra uno buscando el error del central... y lo consiguieron.
Espléndida labor de Marcelo, Ramos, Di María y Alonso. Los demás por debajo de su nivel.
Özil necesita más nervio en estos partidos, en general, en todo partido trabado no sabe imponerse. Pero estoy seguro de que aprenderá pronto.
Este empate me sabe a poco.
A aprender, y a ganarlo todo.
Bueno. A estas alturas ya sabemos lo que de ahora en adelante nos espera cada vez que este malísimo árbitro arbitre al Madrid o a la selección Española.
ResponderEliminarSe trata de un enchufado en la UEFA y en la FIFA que solo Dios sabe qué misión cumple para el "villarato" y el "platinato".
Hola, Michi. Celebro que a tus críticas cinéfilas les añadas ahora las futbolísticas, en un género, el periodismo deportivo, que pasa ahora por malos momentos, en general. Verás, no aguanto el "muermou" del Madrid (en cuanto a funcionamiento institucional y el teatro gestual y fingido en el banquillo) y el circo éste ya en general. Mis frecuentes viajes y el decaimiento de esta institución hace que mi madridismo se encuentre a la baja. He jurado, aunque sea personalmente, salvar en lo posible la imagen del defenestrado Pellegrini (exiliado en Málaga) discutiendo ese presumible ¿medio? (creo que ni cuarto) de comunicación llamado Marca. 'Huele a décima' titularon el jueves. Creo recordar que a Pellegrini le reprocharon en el mismo escenario no haber machacado al Milan. Es decir: unos empatan en el descuento con un gol de Pedro León (de ser yo hubiera ido sin dudarlo a dedicárselo al inefable Mou y me hubiera señalado la camiseta con los pulgares a lo Raúl) y los otros, que en la práctica estuvieron más cerca de la victoria, no supieron cerrar el partido. Aquí va mi apuesta: el Madrid no llegará a esos "escasos" 96 puntos en la liga. Y el tío no es culpable de nada. Hemos progresado del ridículo espantoso del 4-0 de Alcorcón a un formidable 0-0 en Murcia. Y ahora el entrenador no es culpable, sino Benzema, Granero y compañía. Vaya jeta más dura, la de los medios y la del luso. Aunque, estoy pensando, con la flor que tiene igual no le hacen falta tantos para ganarla. La diosa Fortuna no había estado tan pendiente de alguien desde los tiempos de Cruyff o Muñoz. En fin, parece que soy culé pero no: ¡hala Madrid! y a por la décima.
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